29/11/10

Carta a Eva Golinger

AQUÍ NO SE MENCIONAN LOS MILLONES QUE TE PAGA MENSUALMENTE TU MICOMANDANTEPRESIDENTE POR UN PERIÓDICO ESCRITO EN INGLÉS….IDIOMA DEL IMPERIO MESMO Y EL CUAL NO HABLA NINGUNO DE LOS ROBOLUCIONARIOS, INCLUIDO TU MICOMANDANTEPRESIDENTE.

Gonzalo Himiob Santomé

Carta a
Eva Golinger
Imagen quitada por el remitente.
CONTRAVOZ

Imagen quitada por el remitente.
“Si tanto les disgusta el “imperio” –a ti y a los que te bailaron el agua el martes- ¿por qué no quemaron éstos de inmediato sus visas?”, se pregunta el abogado Gonzalo Himiob


A ver Eva –me permito tutearte pues debes tener más o menos mi misma edad- quisiera hacerte llegar, sin más ánimo que el de dejar escritas mis palabras, algunos comentarios sobre lo que fue tu intervención, el pasado martes, ante nuestra AN. Y fíjate, sí digo “nuestra” AN porque no creo justo que se te cuestione el acento o eso de tener doble nacionalidad aunque la tuya sea, principalmente –pues de ésta es de la que te sirves en tus propósitos- la del “imperio” al que con tanta rabia ahora atacas desde la comodidad de los billetes que te damos, de nuestros bolsillos, los venezolanos. Yo mismo soy a la vez ciudadano venezolano por nacimiento y ciudadano español por haberlo sido mi madre, y eso no me impide en lo absoluto sentirme atado a mi país bienamado –en el que, a diferencia de ti, sí me crié- y verme obligado ante Venezuela a luchar con todo mi esfuerzo por verla libre, tolerante y feliz. Tampoco, por cierto, se lo impide a muchas personas que conozco y que, incluso sin haber obtenido la nacionalidad venezolana, han hecho de este país su tierra por elección y acá están y se mantienen insignes y dignos pese a las adversidades, luchando para acabar con la opresión que ahora nos ahoga.

Contradicciones acomodaticias
Comienzo por reconocerte que cuando cuestionas el intervencionismo norteamericano y criticas algunas de sus políticas foráneas no te falta algo de razón. Es cierto, la historia está llena de eventos en los que desde el norte se ha pretendido marcar las pautas de actuación de otros pueblos, no siempre de manera luminosa. Pero te acoto que ninguna potencia mundial está, en este sentido, libre de pecado. Me gustaría, por ejemplo, saber qué piensas en relación a los antiguos desmanes contra otros países de Europa oriental, o contra Afganistán, de la ya desaparecida URSS; qué te parece el padecimiento al que se ha sometido al Tíbet a cargo de China o cuál es tu postura con respecto a lo que fue la difusión continental en los sesentas –y también ahora- de los movimientos insurreccionales de orientación comunista que tantas lágrimas y dolor nos han costado en toda Latinoamérica a cargo de las peludas –y siempre metidas en todo- narices de Fidel Castro. Siguiendo tu lógica y la Houtart –otro de los detractores del “imperialismo capitalista”- si el imperialismo es “la dominación política de un Estado sobre varios otros para establecer una hegemonía política, económica y cultural”, me gustaría saber si no ves como contradictorio que con una mano acuses a los EE UU de “imperialistas”, de irrespetar la “soberanía de los pueblos” y, con la otra, avales que nuestro Gobierno quiera “exportar” a otros países su “revolución bolivariana” –es decir, su modelo ideológico, que ni de “modelo” ni de “ideológico” tiene mucho- y que se meta continuamente en los asuntos internos de Honduras, Bolivia, Chile, Nicaragua, Ecuador, Argentina o Brasil, por sólo mencionar algunos. Te lo escuché decir el martes pasado cuando expresaste con absurda complacencia que “esta ya no es sólo una revolución de Venezuela”, con lo que implicas que te parece bien que lo sea, o que intente serlo -de manera harto “imperialista” por demás- de otras naciones. Veo que te parece mal, por una parte, que los legisladores norteamericanos hablen sobre Venezuela, pero no que los nuestros hayan consagrado varias “sesiones especiales” en los últimos tiempos para “ocuparse” de lo que pasa en otros países mientras en nuestra nación continuamente estallan graves escándalos de narcotráfico y de corrupción que se nos hace creer que “no existen” o ya vayan para más de 20 mil los muertos este año a cargo de la violencia. Crees que está mal que en el presupuesto del país del norte se reserven partidas especiales para ocuparse de los temas de nuestro país y de la región, pero nada dices de que sólo para el consumo presidencial se destinen para el 2011 más de mil millones de bolívares “fuertes” para “agua”. Eso por no hablar del contraste evidente entre lo que se invertirá para intervenir en otros países, o en juguetitos de guerra, y lo que se invertirá en 2011 acá en salud, educación, seguridad o vivienda. Y creo que no tienes hijos, pero si los tuvieras, ¿dónde vivirían? ¿En Caracas o en alguna ciudad “capitalista” del norte? Mi hija vive acá, conmigo ¿te atreverías tú a tener hijos –qué Dios te bendiga con ellos- y a traerlos a este “mar de la felicidad” donde a la gente se la asesina por un celular o por un par de zapatos? Creo que no.

Estafa revolucionaria
Y es que tu pecado, como el de todos los que suscribieron ese esperpéntico bluff –tú, por tu inglés bien cultivado, sabes a qué me refiero- que resultó ser el “Manifiesto antiimperialista en defensa de la Patria”, es la incongruencia. No pones tu plata dónde está tu boca, como no la ponen los que te acompañaron en tus quince minutos de fama. Son todos ustedes “revolucionarios”, pero de la boca para afuera nada más. Lo veo todos los días. Tanto hablar gamelote de los abusos –que sí los hay y los hubo- de EE UU en Irak, tanto cuestionar el “imperialismo guerrerista” norteamericano para luego seguirles vendiendo el petróleo que ellos necesitan para que sus máquinas bélicas se muevan y hagan lo que hacen. Tanto cuestionar el consumismo y los privilegios para, como muchos “revolucionarios” –Eva, las mentiras tienen patas cortas- volar feliz al norte cuando les toca en Primera Clase de “American Airlines”. Tanto cuestionar el dinero y sus maldades para luego –como por ejemplo le pasó a Calixto Ortega- ser fotografiado en la muy capitalista ciudad de Las Vegas, ir a un concierto de Madonna –como se vio que han hecho los familiares más jóvenes de Chávez- o ser visto en otros lares conociendo, disfrutando y comprando lo que muchos acá ni siquiera se atreven a soñar. No te veo Eva vestida con ropas hechas en las “cooperativas socialistas” ni con zapatos producto de alguna empresa “liberada” víctima de alguna “expropiación socialista”. Cuenta tú cuántos “revolucionarios” en estos últimos años han llorado como plañideras cuando el “imperio” les niega –con justas razones además, al final se dicen sus “enemigos declarados”, por lo que no pueden esperar de los norteños flores- la visa para que puedan llevar a sus hijos a Orlando a retratarse con Mickey Mouse o a comprar para sus hijas los disfraces de las princesitas ¿Has visto, por ejemplo, los relojes de Chávez? ¿Sabes cuánto se destina de nuestro dinero a su higiene personal anualmente? Indaga Eva. Si eres de verdad “revolucionaria” te llevarás algunas sorpresas.

Revolucionaria “gozadera” de las mieles del “imperio”
No se puede exigir que se limite el financiamiento foráneo legítimo a nuestras ONGs o a nuestros activistas de DDHH y a la vez ser americana y recibir gustosa el financiamiento, también “foráneo” en tu caso, de nuestro Gobierno. No se puede ser “revolucionario”, “antiimperialista” y “bolivariano” y a la vez gozar de las mieles del “imperio”, andar mendigándole sus visas para viajar a éste o seguir recibiendo su dinero a cambio de petróleo. Eso, si a la lógica vamos, les hace hipócritas cómplices de lo que más deploran. Si tanto les disgusta el “imperio” –a ti y a los que te bailaron el agua el martes- ¿por qué no quemaron éstos de inmediato sus visas, los que las tienen, para ser consecuentes con lo que pregonan? Si para ti EE UU es el “imperio del mal” ¿por qué no renuncias a tu nacionalidad norteamericana? No me vengas con cuentos Eva. Lo tuyo es simple comodidad, simple y muy capitalista lucro fácil a costa del sufrimiento ajeno. “Explotación del hombre por el hombre”, pues

“Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra”
Homero

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