El militar que con más empeño intentó evitar la conspiración militar que se preparaba contra la democracia en los años noventa, ha escrito una puntillosa carta pública con sus opiniones y una clara toma de posición, nuevamente en defensa de la democracia, ante el estilo de mando del presidente Chávez tanto en referencia al país, como en su manejo de lo militar.
El general Peñaloza cuando fue comandante del Ejército dijo verdades que el presidente Pérez y buena parte de la jerarquía política no quisieron creerle en su momento y por ello permitieron que la conspiración continuase su marcha, y ahora dice verdades que el gobierno actual rechaza y que generan –como sus declaraciones de entonces- un agitado debate público.
Desde la perspectiva civil, también el embajador Diego Arria ha escrito una carta pública, más dura aún y más personalizada, dirigida al presidente Chávez. Igualmente dice verdades que el gobierno actual rechaza y que causan un debate público.
Tal vez sea casualidad, para no hablar de destinos, que el presidente actual voltee la vista y se moleste por esas cartas, como el presidente Pérez se negó a ver la realidad de la denuncia de Peñaloza y se molestó. El hecho importante está, sin embargo, no en los mandatarios que cierran la mirada ni en sus entornos que rechazan las denuncias, sino en la ciudadanía.
Pérez en su momento no cayó solo; contra él se armó toda una conspiración que tuvo acción no solamente en el mundo militar. Hubo toda una conspiración civil, ingenua a la vez que perversa. No supieron ver, ni comprendieron, Carlos Andrés Pérez, su partido y buena parte del mundo político, los dirigentes empresariales y sociales ni los medios de comunicación con honrosas excepciones, el enorme cambio que se cocinaba a su alrededor. Caminaron a través de él, pero no lo percibieron. Creyeron en su propia fuerza, mientras la fuerza real, la del pueblo, crecía a su alrededor.
Hoy, no sabemos si el presidente y su equipo dirigente están viendo el cambio que se dinamiza a su alrededor, y no lo sabemos porque no sólo no están haciendo nada para manejarlo, para responder adecuadamente, sino que por el contrario hacen lo necesario para fortificarlo.
Pero sería bueno que analizaran en detalle las múltiples protestas populares de todos los días, y particularmente la de la estación Propatria del Metro de Caracas.
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