DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
CUENTA REGRESIVA EN MARCHA
La cuenta regresiva empezó. El olor a pasado, a cosa vieja y mala, se extiende aceleradamente por toda Venezuela y se presiente en el mundo entero. El fracaso está a la vista en todos los terrenos. No hay logros en ninguna actividad pública nacional. Tampoco en las regionales y municipales bajo responsabilidad de los bárbaros más caros de la historia, ni en las actividades privadas existe el clima de normalidad necesario para que los negocios funcionen exitosamente. En la misma medida en que el país se caotiza, el pueblo eleva el tono de la protesta, el gobierno se desespera y apela a las primitivas respuestas de la amenaza y la violencia física e institucional. La represión de los últimos días, así como las bravuconadas de Chávez y Rangel Silva, pueden servir para expresar los nervios del alto gobierno, pero no para frenar el empuje de la nación hacia la libertad y la democracia pasando por encima de los temores existentes.
El recelo y la desconfianza campean en el alto gobierno. Fundamentalmente en el mundo militar. Nadie confía en nadie. Todo el mundo es sospechoso. Unos por ser supuestos enemigos del “comandante-presidente” y otros por probados delatores e informantes a sueldo de sus propios compañeros. Este es el ambiente que se respira en los cuarteles, en las unidades e, incluso, en las relaciones personales y humanas de las familias de gente que vive y trabaja junta. Lo más grave de todo es que Chávez ya no confía en nadie porque sabe que nadie confía en él. Dejó de ser confiable para lo que queda de decencia en los mandos civiles y militares del país. La situación es insufrible. La temperatura sube. Solo podría estabilizarla una profunda rectificación para cambiar el rumbo comunista del proceso y mantenerlo apegado a la Constitución. El problema es que no hay capacidad, ni competencia, ni grandeza, para entenderlo y actuar.
La cierto es que hay que salir del círculo vicioso. Hugo Chávez será Presidente máximo hasta principios del 2013, si es que llegamos a las elecciones de finales del 2012. Dependerá de él. Puede que el cambio ocurra antes como consecuencia de impulsos disparatados o arrebatos irresponsables propios de los gobernantes autoritarios, de los regímenes militaristas y de las dictaduras comunistoides. Los tres factores están presentes. El nerviosismo se explica porque con Chávez a la cabeza, hay demasiados candidatos a reos penales. La comunidad internacional los observa. Se multiplican sospechas existentes sobre terrorismo, narcotráfico, violaciones a los derechos humanos y las campantes corruptelas comisionistas en el mundo. Las reiteradas revelaciones de Walid Mackled anuncian el fin de fiesta. Colombia debe extraditarlo a Estados Unidos. Mantenerlo allá “unos meses más” o ponerlo en manos del gobierno venezolano, es condenarlo a muerte o, al menos, a desaparecer pruebas y pistas demasiado comprometedoras. Aquí no hay justicia independiente.
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