8/11/10

EL MISTERIO DE LA TRINIDAD

A todo el mundo le produce consternación que Zapatero haya podido encontrar a alguien peor que Moratinos para poner al frente de la cancillería española, como esa señora Trinidad Jiménez que ha demostrado en un solo día aquella máxima nietzscheana según la cual “el hombre es inclinado al mal, pero sólo la mujer es mala”.

Puede decirse que “no se debe prejuzgar a la canciller”, que hay que dejarla actuar, acaba de llegar al cargo, todavía no está bien enterada de la situación y todas esas cosas sensatas que dicen los socialistas del mundo para ganar tiempo.

Por otro lado se puede decir que la señora es cínica, ignorante, que actúa de mala fe, que es una mentirosa contumaz; pero no es nada de eso, sencillamente ella es socialista. Y en sentido estricto los socialistas no dicen simples mentiras, ellos “toman posición”.

Desde su punto de vista, que es el punto de vista del partido, quienes dicen que en Venezuela hay presos políticos son de oposición; como ella no es de oposición, puede declarar con propiedad todo lo contrario, que en Venezuela “no hay presos políticos”.

¿Los hechos? ¿A quién pueden importarle los hechos si la posición política queda clara? El gobierno de España está contra la oposición (fascista, golpista, burguesa) y a favor del régimen (revolucionario, socialista, clasista).

Para nada la altera el hecho sorprendente de que España esté recibiendo hoy decenas de presos políticos cubanos y sus familiares pese a que, según su posición consistente, en Cuba tampoco hay presos políticos.

El problema que plantea el socialismo es el de un convencionalismo absoluto del lenguaje y la creencia invencible de que la realidad se puede fabricar. Los hechos sólo son un obstáculo a vencer.

De manera que despojar a una persona de sus bienes, sin su consentimiento, sin pago alguno y mediante el uso de la fuerza, no es un robo, por el simple hecho de que se le llame “expropiación”, como se llamaban los asaltos a bancos por allá en los años 60.

La privación ilegítima de la libertad para obtener un beneficio económico o político, aunque sea la intimidación pública, no es un secuestro, siempre que lo ejecuten esbirros de la dictadura, militantes de grupos guerrilleros que hasta ayer hacían exactamente lo mismo, pero sin consentimiento oficial.

Los trabajadores otrora vilmente explotados por empresarios capitalistas insensibles, a partir de hoy están liberados, haciendo idénticamente el mismo trabajo; pero sin sindicatos, derecho a huelga, contratación colectiva, prestaciones sociales, caja de ahorros, seguro de HCM, cesta ticket y otras perversiones burguesas vinculadas al beneficio egoísta como bonos por rendimiento y utilidades anuales.

En teoría, el socialismo hace girar el mundo alrededor de la economía, de la que se desprende toda manifestación humana, incluso del poder, la cultura y el espíritu; pero en la práctica, pretende establecer un régimen antieconómico, divorciado de la rentabilidad y la ganancia.

En el socialismo todo debe ser gratis y las personas deben trabajar sin percibir ningún beneficio, sólo con el afán de satisfacer las necesidades de los demás, no se sabe porqué. El resultado, que si se sabe, es la peor servidumbre. Todos esclavos del Estado, del partido y a la postre, del comandante en jefe, dueño de la tierra, del capital y del trabajo.

Hace años se ha determinado que la esencia del socialismo es el desprecio soberano por la libertad individual y la moralidad subjetiva; que su finalidad más entrañable es el sometimiento incondicional del individuo a unos supuestos intereses colectivos que sólo se manifiestan a través de la voluntad arbitraria del comandante en jefe.

Eso es aquí y en España. Recordemos el escándalo de las farmacias, a las que el gobierno Zapatero quiere obligar por ley a vender anticonceptivos, la píldora del día después, condones y otros adminículos sexuales, aunque repugnen a la conciencia del farmacéutico.

La pregunta es: ¿Por qué ese afán de obligar a otros a hacer lo que no quieren hacer? Porque la finalidad del socialismo es aniquilar la libertad individual; pero al hacerlo aniquila lo humano que hay en el hombre.

Por eso el socialismo es el retorno a la tribu, a la horda, a la barbarie.

ALTERNATIVA CONTINUISTA

Quien pierda un día de su vida explicándole a la oposición “democrática” la trampajaula electoral podrá constatar, quizás con sorpresa, que no le objetarán ni una palabra, al contrario, en algunos aspectos son absolutamente más radicales, como en cuanto al padrón electoral o la impermeabilidad del CNE a todo lo que no provenga del régimen.

Se limitarán a concluir: “Sí, pero en ese charco es que tenemos que nadar”. Lo que significa que si esas condiciones empeoraran, lo cual es completamente previsible, aún así, seguirían jugando ese juego, porque no hay otro. Esta actividad es la que permite hacer campaña, patear la calle y desarrollar eso que llaman “músculo político”, ser conocido por la colectividad a la que, por inercia, tendrán que gobernar algún día.

Como todo tiene que ser dicho, la verdad es que esto también permite que fluyan los fondos de las Internacionales Socialdemócratas, Socialcristianas, del PP y del PAN, que no financian nada que no sean elecciones, cualesquiera que ellas sean, sin el requisito de que sean limpias, transparentes o verificables.

Ciertamente que en Venezuela no se puede mostrar nada que impresione a europeos y mexicanos, que vienen de dictaduras longevas como las del PRI, de setenta años, la de Franco o las exasperantes democracias populares, donde los partidos obreros sacaban el 100% de los votos.

Al final del día habrá sucesión, según la doctrina absolutista de la Iglesia: “Si el Rey es bueno, hay que dar gracias a Dios; pero si es malo, sólo hay que esperar”; no se sabe de ninguno que sea eterno.

El pequeño problema de la impecable “vía electoral” es que va a contrapelo de la Constitución que sigue diciendo en sus principios generales que el gobierno de Venezuela es y será siempre “alternativo”, lo que significa que el continuismo es contrario a la letra y espíritu de la Constitución.

No vale decir que mediante una interpretación “alternativo” no significa cambio de jefatura sino que haya elección, porque es un principio de derecho generalmente aceptado que por vía de interpretación no se puede hacer nugatoria la norma que se interpreta, o lo que es lo mismo, que la interpretación no puede estirarse al punto de concluir en lo contrario de lo que expresa la Ley.

La alternatividad en la jefatura del Estado es lo que diferencia a la república de la monarquía, aunque ya sean demasiadas las dinastías socialistas que se hacen llamar repúblicas populares, como Cuba, Libia, Siria, Zimbabue, Corea del Norte, todas firmes aliadas de la novísima monarquía absoluta venezolana.

Lo curioso es pretender refrendar con votos un asalto a la Constitución y a la lógica, porque la votación no puede cambiar lo que ésta dice, ni el hecho incontestable de que se le extiende un placet a un individuo para permanecer 20 años ininterrumpidos en el poder, constituyendo la dictadura militar más larga que haya tenido este país en toda su historia, porque hasta Juan Vicente Gómez mandaba por personas interpuestas, con perspectivas de seguir “hasta la muerte”, que es el único fin de los tiranos.

A los politólogos les gusta decir que “los hechos son tercos” y ciertamente, ningún palabrerío consigue cambiarlos.

ISAÍAS AL TSJ

La impugnación presentada por un grupo de abogados contra la postulación de Isaías Rodríguez a magistrado del TSJ puede servir de punto de partida para ilustrar la bizarra situación en que ha caído este “ex país”, como dice el profesor Agustín Blanco Muñoz.

Alegan que Isaías no cumple las condiciones éticas y morales para ser magistrado y ponen como ejemplo su vil manejo del caso Anderson. Nombrarlo, dicen, “sería darle una patada a la Constitución y las leyes”. Y allí mismo surge la primera inquietud: Será “otra” patada por lo que ya es costumbre y no se ve el porqué ésta es peor que todas las demás. Pero de inmediato surge la siguiente: ¿Es que los otros postulados sí cumplen con estas condiciones éticas y morales? Y todavía más allá: ¿Es que los magistrados actuales sí las cumplen? ¿Y los titulares de los demás poderes públicos?

Pero refiriéndonos sólo a Isaías: ¿Es que cumple las condiciones para ser embajador en España? ¿Las cumplía para haber sido Fiscal General y Vicepresidente de la República? Seguramente son las mismas que tiene para ser considerado “poeta”.

En verdad para lo que se hace allí, Isaías es el mejor candidato y cumple cabalmente con las condiciones que se requieren no solo para ser magistrado, sino para ser el presidente de la Sala Constitucional y del TSJ, para ponerlo a tono con las otras instituciones, al lado del poder legislativo, el poder electoral, la fiscalía, la contraloría, la llamada defensoría del pueblo, todos alineados con el poder ejecutivo.

Este régimen estaría magistralmente representado con Isaías como presidente del poder judicial, que por algo es maestro y predecesor de Luisa Ortega Díaz en la Fiscalía y esto no tiene el menor atisbo de sarcasmo. Incluso, para llegar al fondo del argumento, es lo más coherente y ojalá el comité de postulaciones, que está perfectamente al nivel de su tarea histórica, así lo entienda.

Y es lo que no entienden nuestros estimados y muy respetados impugnantes: todo el prontuario que puedan llevar al comité de postulaciones contra Isaías no son más que credenciales de mérito y mientras más repugnantes sean las acusaciones, mejor para el candidato.

Es más, Isaías podría presentarle al régimen la lista de quienes lo están impugnando para demostrar que él es el hombre indicado. ¡Si son todos unos contrarrevolucionarios! Golpistas, fascistas, defensores de presos políticos inexistentes, viudas del 11 de abril y paremos de contar, para no ofender. ¿Dónde estuvo y está Isaías cuando estos trataban de derrocar al comandante en jefe, líder supremo y eterno de la revolución?

Algunos impugnantes, tan decentes, se permitan llamar “nuestro presidente” a quien los odia meticulosamente y no les destinaría sino cárcel, exilio o los metros bajo tierra de Benavides. ¿Cómo explicar diligencias tan contraproducentes que hacen que todo el lenguaje de la oposición luzca impertinente, en el sentido de “fuera de contexto”?

Otra vez, esta actitud goza del altísimo aval jesuita de comportarse ante este régimen no como lo que “es” sino como lo que “debe ser”, o sea, democrático, representativo, responsable, alternativo. Igual que los socialistas, los hechos son la realidad a vencer.

Esta posición plausible en teoría, desastrosa en la práctica, hace preferible la sabiduría de Cantinflas: “¿Nos comportamos como caballeros o como lo que somos?”



Luis Marín

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