14/11/10
¡Transprópiese!
A pesar de que este pasado domingo el programa "Aló Presidente" fue suspendido, los venezolanos no nos quedamos sin recibir la consabida sorpresa dominical que generalmente acompaña alguna de las declaraciones o informaciones con que Chávez apabulla a su auditorio durante la transmisión del mismo; solo que esta vez la sorpresa vino desde Cuba, vía telefónica, y por "twitter".
Resulta que ahora las expropiaciones inmobiliarias efectuadas por el gobierno revolucionario de Chávez no son expropiaciones; se equivocan quienes las llaman así. Pero no se equivocan porque crean que son expoliaciones o a lo menos confiscaciones, como también lo creía yo, sino por que son "transpropiaciones". Explicó Chávez que "ex" significa que dejó de ser, como ex marido, ex presidente, ex director y que por eso aquellas no son expropiaciones. Mientras que la palabra "transpropiación" significa que "la propiedad cambia de forma, de la propiedad monopólica pasa a la propiedad individual o propiedad social". Da la impresión de que a Chávez, no sé si sus amigos cubanos, o es mera casualidad que lo dijera desde allí, u otros igualmente sofisticados, le estuvieron contando o explicando algunas de las ideas del gran pensador alemán Martín Heidegger, sobre el principio de identidad y una de sus propiedades el "acontecimiento de transpropiación" y que lo enredaron. Explicar ésto que es bastante difícil, no viene al caso aquí, pero sin duda serviría para entender de algún modo, cómo fue que a Chávez se le ocurrió, descubrió o inventó esta nueva figura jurídica que, en todo caso, no es translativa, sino más bien transformadora de la propiedad y que no le quita a nadie lo que tiene, sino que en todo caso le da. Ni transmutación, ni transportación de la propiedad, tampoco transgresión, solo "transpropiación". No me extrañaría que en cualquier momento alguno de los juristas del régimen saliera, no solo a defender la "transpropiación" sino también a darle fundamento jurídico, constitucional. Ciertamente el nuevo "derecho revolucionario" ya tiene contenido, junto con las empresas de producción social, la Autoridad Única del Distrito Capital o las ocupaciones del INTI. Por cierto, que el etarra Arturo Cubillas, objetivo de la justicia española y causa de un desaguisado diplomático entre la hasta ahora torpe diplomacia española y la irreverente verborrea chavista, trabaja en el Instituto Nacional de Tierras.
El colmo de los colmos es que Chávez, en su mensaje desde La Habana, aseguró que con las "transpropiaciones" el Estado intervino para acabar con la injusticia, el fraude, y la explotación de la sociedad. Incluso se atrevió a hacer un llamado a Venezuela "para que nos sumemos en la lucha contra el crimen, no importa del color que se vista… lo que nos importa es un país honrado. El Gobierno ha golpeado a las mafias", concluyendo que "tiene que llegar el día en que Venezuela esté libre de las mafias, del sabotaje".
Y uno se pregunta, de que sirve acabar con las mafias, si los delincuentes y los criminales, los otros, los de verdad, siguen sueltos en la calle.
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