28/12/10

¿2012?

¿2012?
Luis Fernández Moyano

¿2012? Las apuestas están a millón: hay los que aseguran que no llegamos ni de vaina. Hay los otros, que apuestan su cabeza a que sí llegamos. Jugándose la vida por blindar el evento, como si fuera un acto de magia prestidigitación democrática. Y hay los que consideran que esa discusión es tan inútil como un cenicero en moto de alta cilindrada. Pues el asunto no consiste en saber cuán flexible es el chicle y cuán larga la nariz de los opositores que siguen la zanahoria del 2012 como si fuera Venus, la diosa del alba. El asunto es el sentido de aguantar hasta entonces para votar en un país que dejó de llamarse Venezuela y elige como en la Rusia Soviética a los diputados del Parlamento rojo o los cubanos que van de vez en cuando a sellar el cuadro que les ponen los hermanos Castro. Al que le guste la represión de la buena, con apaleos periódicos a las Damas de Blanco y baños de mierda a los presos políticos, que vote entusiasta por Ramiro Valdés. Cumplirá con sus electores a mansalva. Al que le guste el apaleo al son del Unicornio Azul y Rabo de Nubes, que vote por Silvio Rodríguez. Aquí, donde todos nos conocemos y sabemos de qué pata cojeamos, ¿quién engaña a quién?

Chávez y su más estrecho entorno – los sirios, los Maduro, los comunistas de la vieja guardia, el G2 , los etarras de Loyo y los gorilones del 4F – no permitirán que se llegue al 2012 sin haber blindado el 99,9% a favor del teniente coronel. Venezuela será un despojo digno de ser heredado por Foco Fijo. Con las cárceles a reventar de presos políticos por haber dicho “mierda” en un programa de tv y haber escrito caca en un mail. ¿Quién querrá hacerse cargo de tamaño estropicio? Que se lo metan por el orto.

Comienza a crecer otro rumor, que da cuenta de las ociosidades e inutilidades de todas las anteriores discusiones de calendario. Los Idus de Marzo empujan por sacarlo del camino antes que sea demasiado tarde como para repavimentar la calzada. No digamos el 2012, que se mide políticamente en años luz.
En los próximos meses, que es hacerle tremendo favor. Más vale irse con el dólar a 8, 30 que a 12. Si es pronto, nadie se colgará de los alerones para que no pueda escaparse. Lo dejarán ir contentos de verlo nostálgico desde la ventanilla del Hércules.

¿2012? Que sigan las apuestas. El juego recién comienza.

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