No hay un solo gobierno de izquierda o de centroizquierda desde el País Vasco a la Patagonia que no cuente con altos funcionarios que lograron escapar de la muerte y encontrar un refugio en medio de la tempestad gracias a la generosidad, el coraje y la grandeza de Carlos Andrés Pérez. Desde el Chile de Patricio Aylwin hasta la Nicaragua de Daniel Ortega, y desde la Panamá de Torrijos hasta el Uruguay de Mujica y la Argentina de los Kirchner, sobran los ministros y dirigentes políticos que se salvaron de la persecución y la muerte viniendo a suelo Venezolano, donde serían acogidos como hijos pródigos por un gran protector de la democracia y los derechos humanos en el mundo. ¿Lo habrán olvidado?
Pedro Lastra
LA DEUDA DE LA DEMOCRACIA LATINOAMERICANA
La España de la transición no hubiera contado con el respaldo del socialismo internacional sin la gestión perseverante y paciente de Carlos Andrés, que respaldó a Felipe González como a un hijo mientras se desempeñaba como Vicepresidente de la Internacional Socialista. A apenas año y medio del golpe de Estado chileno, puso en acción todos los mecanismos a su alcance para reunir en Colonia Tovar a los máximos dirigentes de la izquierda chilena, del Partido Radical y de la Democracia Cristiana para que se unieran en un gran proyecto de concertación nacional que tardaría aún años en materializarse, pero que encontró siempre en los gobiernos democráticos de Venezuela, particularmente los dos suyos, un respaldo inmensamente generoso y desinteresado. Es muy importante la lista de los líderes chilenos que vivieron entre nosotros gracias a su respaldo, desde Enrique Silva Cimma y Aniceto Rodríguez hasta Sergio Bitar y Claudio Huepe. Deben contar a Venezuela como su segunda patria.
En verdad, fueron miles los refugiados latinoamericanos que huían de las dictaduras militares de los años setenta y ochenta y encontraron en la Venezuela democrática liderada por Pérez un respaldo generoso y solidario. Respaldo que no puso otra exigencia que la decisión de acogerse al amparo de un país hermano. Tupamaros uruguayos, montoneros argentinos , miristas chilenos fueron socorridos sin contraprestación ideológica o política alguna. Que muchos de ellos respalden hoy por hoy al tirano venezolano y sirvan a la obra de destrucción de nuestro sistema democrático – al que en parte le deben sus vidas - da constancia de cuán imparcial y generosa fue la ayuda ofrecida por la dirigencia política venezolana bajo el influjo de Carlos Andrés Pérez. Que guarden silencio ante la felonía y no expresen gratitud por quien debe morir en el destierro por la acción de la bastardía política de aquel a quien respaldan, habla a las claras del talante moral que los caracteriza.
La democracia latinoamericana está de duelo. Ha muerto uno de sus más grandes exponentes. Es una pérdida irreparable. Paz a sus restos, honra a su memoria.
Pedro Lastra
LA DEUDA DE LA DEMOCRACIA LATINOAMERICANA
La España de la transición no hubiera contado con el respaldo del socialismo internacional sin la gestión perseverante y paciente de Carlos Andrés, que respaldó a Felipe González como a un hijo mientras se desempeñaba como Vicepresidente de la Internacional Socialista. A apenas año y medio del golpe de Estado chileno, puso en acción todos los mecanismos a su alcance para reunir en Colonia Tovar a los máximos dirigentes de la izquierda chilena, del Partido Radical y de la Democracia Cristiana para que se unieran en un gran proyecto de concertación nacional que tardaría aún años en materializarse, pero que encontró siempre en los gobiernos democráticos de Venezuela, particularmente los dos suyos, un respaldo inmensamente generoso y desinteresado. Es muy importante la lista de los líderes chilenos que vivieron entre nosotros gracias a su respaldo, desde Enrique Silva Cimma y Aniceto Rodríguez hasta Sergio Bitar y Claudio Huepe. Deben contar a Venezuela como su segunda patria.
En verdad, fueron miles los refugiados latinoamericanos que huían de las dictaduras militares de los años setenta y ochenta y encontraron en la Venezuela democrática liderada por Pérez un respaldo generoso y solidario. Respaldo que no puso otra exigencia que la decisión de acogerse al amparo de un país hermano. Tupamaros uruguayos, montoneros argentinos , miristas chilenos fueron socorridos sin contraprestación ideológica o política alguna. Que muchos de ellos respalden hoy por hoy al tirano venezolano y sirvan a la obra de destrucción de nuestro sistema democrático – al que en parte le deben sus vidas - da constancia de cuán imparcial y generosa fue la ayuda ofrecida por la dirigencia política venezolana bajo el influjo de Carlos Andrés Pérez. Que guarden silencio ante la felonía y no expresen gratitud por quien debe morir en el destierro por la acción de la bastardía política de aquel a quien respaldan, habla a las claras del talante moral que los caracteriza.
La democracia latinoamericana está de duelo. Ha muerto uno de sus más grandes exponentes. Es una pérdida irreparable. Paz a sus restos, honra a su memoria.
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