Internet y el control gubernamental
Por Alejandro Tagliavini
Durante 2010, el mercado de teléfonos móviles en general, por ejemplo en Argentina, creció 22% respecto del 2009. Pero los smartphones (teléfonos inteligentes que trabajan con internet), en particular, crecieron 185%. Los nuevos aparatos permiten ver películas y videojuegos en 3D, mientras llegan televisores para navegar por la red, como se pudo ver en la Feria Internacional de Electrónica de Consumo (CES), en Las Vegas, la muestra más importante del mundo. Allí, Sharp expuso su Galapagos, un celular 3D con pantalla táctil que no necesita gafas especiales. En el futuro, se podrá realizar una videoconferencia viendo al interlocutor “salir” del móvil.
En definitiva, lo que está ocurriendo es que el crecimiento de Internet no encuentra techo… y por eso los gobiernos le temen y con razón, porque está destruyendo al estatismo que pretende controlar todo. ¿Quién hizo la red? ¿Algún académico con numerosísimas publicaciones y títulos universitarios o algún destacado estadista? La hicieron millones de personas desconocidas de manera espontánea y sin orden aparente, sin el orden que el estatismo impone por la fuerza desde arriba, desde la ingeniería social. La informática destruye al estatismo porque éste necesita del desconocimiento para sobrevivir. Por eso Google es odiado, porque permite encontrar mucha información con solo un clic.
Chávez, al igual que con todos los medios de información, intenta que la red no sea libre. Es que, en la medida en que lo sea, superará su “autoridad” y lo dejará sentado en un sillón presidencial vacío de poder. Pero no es el único político nervioso. Las filtraciones de WikiLeaks hicieron que EE.UU. creara una división del Ejército especializada en la web. Ahora pretenden crear un sistema de identificaciones de usuarios, denominado “Estrategia Nacional de identidad en el ciberespacio”. Dicen que no es un sistema controlado por el Gobierno y dedicado a mejorar la seguridad y privacidad online y reducir, e incluso eliminar, la necesidad de memorizar numerosas contraseñas, creando identidades digitales de mayor confianza.
A esto hay que sumarle que asumir la identidad on line de otra persona es delito en California, según la ley SB 1411 que dice que se penalizará a quienes -usando cuentas que los muestren como otras personas- busquen “lastimar, intimidar, amenazar o defraudar” a terceros usando internet u otros medios electrónicos. Así, cualquier personaje público podría argumentar que una cuenta que lo parodia lo está “lastimando o intimidando”.
Más allá de las limitaciones a la libertad de expresión e información que esto significa, nadie discute que puede ser inmoral falsificar cualquier identidad, el problema es quién lo va a controlar ¿el gobierno? o la misma internet que lo ha hecho hasta ahora con aceptable eficacia, lo que queda demostrado por la cada vez mayor popularidad de Facebook y Twitter. Internet, se desarrolla sin ningún burócrata a cargo, y sin embargo millones de personas cooperan pacíficamente y ordenadamente, con el orden espontáneo propio de la naturaleza, y que supone un liderazgo moral de hecho, el de aquellos que verdaderamente pueden aportar cosas útiles. De donde resulta evidente que esta interferencia de los gobiernos pretende, subrepticiamente, aumentar el control sobre la red.
Definitivamente la internet está mejorando, organizando y potenciando nuestras vidas de un modo muy superior a como lo hacen los políticos, que deberían tener la humildad suficiente como para aceptar que han sido superados y abstenerse de interferirla.
19/1/2011
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