30/1/11

¿Etapas superadas? Pregunta que se hace y hace Franklin Santaella Isaac





A mediados de 1978 tuve la oportunidad de visitar la hermosa ciudad de Buenos Aires, capital de la Republica Argentina, una de las paradas obligatorias del city tour era el colosal palacio del congreso de estilo grecorromano, uno de los edificios parlamentarios más extensos del mundo, con una monumental cúpula de ochenta metros de altura recubierta de cobre. En aquella época se encontraba completamente vacío, los pasillos, salones y dependencias lucían su blanca desnudes, puesto que el Proceso de Reorganización Nacional impuesto por una junta militar integrada por Videla, Massera y Agosti había disuelto el congreso y formado una Comisión de Asesoramiento Legislativo, adscrita al ejecutivo.

Nuestro guía, un joven porteño, nos narró en voz baja y con evidente temor como el golpe militar había dado al traste con tan importante institución y nos preguntó, ya lejos del lugar: ¿vosotros tenés problemas con el congreso? Me precipite a responder: En Venezuela esas son etapas superadas.

Que equivocado estaba, casi treinta años después nuestra estructura democrática cimentada en la división de los poderes públicos se desborona por obra y gracia de la demagogia y la ambición de poder, consentida alegremente por un pueblo ignorante y mendigante que todo lo espera del sátrapa de turno. Aquí, sin temor a equivocarme, pasó algo peor; allá la fuerza de la armas lo impuso, aquí la venta de las almas lo degradó, lo prostituyó, lo dejó pudrir en vida.

Los últimos cinco años, a mi humilde parecer, representan la etapa más oscura y triste donde sólo se escuchaba la voz de los eunucos dando loas al jefe, delegando sus funciones alegremente y llegando al extremo de pisotear los principios básicos como la inmunidad parlamentaria y la libertad de conciencia. Que no vengan mañana a decirles a sus nietos famélicos en cuerpo y espíritu que fueron engañados, que el fin supremo de una revolución de saliva y de papel justificaba destruir las instituciones, desangrar las arcas públicas, arruinar la economía en pos de un bienestar que nunca llegó a ninguna parte, como el tren chino.

Hoy nos encontramos frente a un parlamento con representación de otros factores políticos, quiera Dios que tengan la entereza de reivindicar el verdadero sentido y propósito que le demarca la Constitución y podamos, todos los venezolanos de cualquier tendencia, sentirnos representados por hombres y mujeres que han sabido entender su mandato, con criterio propio y peso especifico.

¿Hasta cuándo los Boves, desconociendo cualquier autoridad que no sea la suya, incitando a la lucha de clases como acto revolucionario de justicia y libertad para luego obligar a bailar el Piquirico a esclavos y libres, negros y blancos, buenos y malos que no le obedezcan ciegamente y canten alabanzas a su paso. Uh Ah, uh ah?

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