El nacionalismo del gobierno del presidente Hugo Chávez tiene la particularidad de que no favorece a los intereses del país sino los del extranjero; al contrario de la prédica inicial del llamado socialismo del siglo 21, no hay tampoco una pizca de originalidad ideológica en la tesis política que el régimen intenta imponerle a los venezolanos. Mientras más tiempo Chávez permanezca en el poder más dificil será recuperar la economía y la democracia.
El nacionalismo chavista, no es más que un amasijo ideológico que agrupa a un rancio marxismo mezclado con prácticas políticas fascistas contra sus adversarios. Atrás quedó el "árbol de las tres raíces" que inspiró los primeros discursos del teniente coronel con el cual guardaba las apariencias y sus verdaderas intenciones. El zorro viejo de Fidel no había logrado aún conquistar totalmente su mente ¿o corazón?.
En lo económico, la dirección que sigue el gobierno es la de "desmontar la estructura económico - social capitalista", desprósito que ha venido logrando con éxito al juzgar por el número de empresas e industrias cerradas o arruinadas, con el resto trabajando a media máquina, y en el peor de los casos confiscadas como le han aconsejado sus asesores, el ministro Giordani y el marxista inglés Alan Woods.
Mientras se arruina a la industria y a la agricultura venezolanas, sus aliados Brasil, Argentina, Uruguay, Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y China, hacen negocios a costa nuestra y se llevan millones de barriles de petróleo, que pagan en especies (la historia se repite) una parte y la otra a precios preferenciales, por lo cual muchos de esos barrilles son revendidos a altos precios en los mercados internacionales, según lo revelaban cables de Wikileaks.
Nunca antes, durante la era democrática que siguió a la caída de Pérez Jiménez, la economía venezolana fue saqueada y arruinada de esta forma. Miles de empresarios y productores están quebrados por el resentimiento, la envidia y la lectura torcida de un marxismo-leninismo ramplón y tremendamente dañino.
Hoy Venezuela importa más productos que en toda su historia y en lugar de sacar provecho de los altos precios en los mercados internacionales, se lo vende con descuento a sus socios comerciales, a otros se lo cambia por caraotas o médicos chimbos y estos lo revenden a otros países y obtienen grandes ganancias. El presidente odia a los empresarios y productores nacionales, y favorece a los gobiernos y empresarios de otros países capitalistas y socialistas. Una rara forma de llamarse nacionalista.
Pero mientras los seguidores de Chávez no vean esta realidad y lo sigan exculpado de lo que ocurre en el país, echándole la culpa a sus ministros y no a él o culpando a los opositores de sabotear la gestión del mandatario con argumentos risibles e ignorantes el avance de la destrucción continuará.
Aunque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, no actuar ahora podría ser tarde. Chávez tiene dinero y pocos escrúpulos para mantenerse en el poder y como dijo el diputado Cabello el objetivo es mantenerlo gobernando después del 2012. De manera que el régimen tirará el resto en las elecciones presidenciales.
Si Chávez gana las elecciones se tomará el poder totalmente y habrá que esperar en el futuro reacciones violentas y sangrientas como las de Tunez, Egipto o Yemen, para rescatar a Venezuela, por eso gasta el dinero de los pobres que dice defender en armas y aviones.
Por eso, ganar en el 2012 es una cuestión de supervivencia.
Cualquiera que desee prever el futuro deberá consultar el pasado; ya que los eventos humanos se parecen a tiempos anteriores. Esto viene del hecho de que son producidos por hombres quienes siempre han sido y siempre serán, animados por las mismas pasiones y así necesariamente tienen los mismos resultados.
Macchiavello
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