13/4/11

¿Cuál trece Chávez?

La historia que me quieres contar, no se parece a la que yo viví. Podrás continuar haciendo el intento de engañar a las nuevas generaciones. Te puedes esforzar en dibujarle cada año nuevos elementos. Trabajarás duro para seguir redondeando la mentira que en tu mente te convierte en un héroe épico. Lo único que no podrás lograr es engañarte a ti mismo y mucho menos a los venezolanos que seguimos cada detalle de los acontecimientos. Unos cientos de personas apostadas en fuerte Tiuna y unas dos mil en la puerta de Miraflores, clamaban por tu regreso. Era sólo eso Chávez, no eran seis millones de venezolanos en las calles llorando tu ausencia. Puedes seguir repitiéndolo hasta el cansancio pero nunca cambiarás la verdadera historia, en la que regresaste apoyado en la incompetencia de unos militares y civiles que no entendieron como manejar la situación, que promovió tu renuncia. Las escenas de valentía suprema y de arrojo quedaron para las películas de vaqueros, policías y ladrones. La única escena válida, es la de un hombre asustado y rendido, acorralado por los militares a los que había ordenado ejecutar el Plan Ávila. Los fusiles del ejército contra el pueblo. Acuérdate tiburón uno. Acuérdate siempre de las balas que hicieron caer a los venezolanos que marchaban hacía Puente Llaguno. Si tú sigues afirmando que el pueblo te regresó a Miraflores, tú seguirás cometiendo los errores que suponen actuar basado en premisas erradas. Si tú sigues engañándote acerca del amor que tu pueblo te profesa, tú seguirás haciendo más de lo mismo y dirigiéndote al mismísimo lugar que la historia te está guardando. Si tú sigues despreciando a los enfermeros y engañando a los refugiados, tú seguirás –tenlo por seguro- acumulando más votos en tu contra. Al único héroe que la historia de Hollywood le permitió sentir y demostrar miedo fue a Bruce Willis en Duro de matar. En esta película se le permitió asustarse, siendo el héroe. Fue un cambio importante en la conducta de los valerosos hombres que trabajaban en el cine de acción. Su miedo era evidente, inocultable. El tuyo también era evidente e inocultable, aun cuando ahora nos quieras vender unos pasajes que te colocan en las cercanías de convertirte en una reencarnación de Ben-Hur o Indiana Jones. Aquel fatídico trece, Baduel te trajo de regreso a Miraflores y horas después, crucifijo en mano, nos prometiste un cambio de actitud, que nunca nos entregaste. Mentir es parte de tu esencia. Mentías cuando en vísperas de tu elección nos dijiste que respetarías la propiedad privada, qué entregarías tu mandato al final del primer periodo –o antes si lo hacías mal- y qué acabarías con los niños de la calle. Mentiste cuando afirmabas que combatirías la corrupción. No tendrás la oportunidad de otro trece. No podrás enseñarnos jamás un video mostrando seis millones de personas llorando por tu regreso, esos sólo están en tu mente. Se convertirán en fantasmas para cuando esta mentira en continuado llegué a su final.

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