E ldiputado Aristóbulo Istúriz, en la primera discusión sobre la Ley Contra la Discriminación Racial, propone que se castigue a quien use la palabra "mono" para referirse a otras personas. A mí me parece bien, aunque creo que esas faltas, más que con leyes, se castigan con la sanción moral del ejemplo, porque no hay nada que más nos guste a los venezolanos que violar la ley y todo lo prohibido en nuestra tierra se vuelve moneda común. Por otro lado, no faltará el adulante que, sobreinterpretando la ley, crea que lo que se ha prohibido es la palabra "mono" y empiece a cambiar los cartelitos de los zoológicos donde están estos animales y coloque algo así como "hombre en evolución". ¿Se imaginan, en este país, donde abunda el abuso y la burla agresiva, a la gente usando la nueva expresión para referirse al que antes aludía con la antigua? En honor a la verdad, el diputado tiene razón: agredir a alguien por su condición racial o por sus convicciones personales es un acto que denota miseria espiritual. En el caso del insulto a los malos gobernantes, es, además, una evasión de la verdadera crítica que hay que hacer.
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