2/7/11

Elogio al disparate

AMÉRICO MARTÍN

Como psiquiatras miramos con pesarosa impotencia cómo la desmesura, la sinrazón y las incongruencias que se desprenden desde el punto más alto del país, le han quebrantado la lógica a la nación en absurdo intento por obligarla a ser lo que no ha sido, lo que no es ni quiere ser." Sociedad Venezolana de Psiquiatría


No hay nada más estimulante que desempolvar autores clásicos para tratar de entender las paradojas que palpitan en el hacer político del país. En un tierra donde no funciona el reloj de la razón El disparate ocupará su lugar para que las cosas sigan funcionando, así sea como gandola sin frenos. Decía Erasmo de Rotterdam que quien contra su perversa naturaleza toma las apariencias de la virtud solamente logra que el vicio se haga más notorio.

Por ejemplo: ¿cuál es el interés en ocultar la enfermedad del Presidente? En medio de balbucientes explicaciones, los dirigentes recuperan aliento asomando el fantasma del golpe. Como aconseja la sabiduría cuartelera la mejor defensa es el ataque y lo del golpe tiene la virtud de convertir a los críticos en criticados. Que el inmaculado mandatario cometa el error estratégico de enfermarse hace visible que no es inmortal: sufre de debilidades propias de cualquier humano y eso es suficiente para alentar a los contumaces conspiradores.

No es casual que, ¡otra vez, ¡Señor!, con su usual vaguedad, José Vicente haya denunciado golpistas en acecho. ¿Quiénes son, con quién se han reunido, cuáles son sus planes? ¿Pero para qué aburrir al país presentando indicios o pruebas? Lo ha dicho Rangel, el partido necesita que así sea, y punto.

Si con semejante esguince quieren tranquilizar al país, han logrado exactamente lo contrario.

Lusinchi y Pérez se enfermaron y nadie habló de golpes ni creyó que sin partes médicos se protegerían tales o cuales valores. En Paraguay, el presidente Fernando Lugo anunció que padecía de cáncer, el vicepresidente Franco ­un opositor­ ocupó la vacante temporal, hasta el tranquilo regreso de Lugo. Nadie se acuerda de esos enfermos y en cambio no hay cristiano que no especule sobre el oculto mal de Chávez. El secreto es la madre del rumor.

Noticia inquietante: el viernes no retornó a Venezuela. Descartemos pues que la sequía informativa sea sólo una complicada maniobra para asegurarle un glorioso retorno. Pero mientras siga el secreto de estado sobre su enfermedad, no demos por seguro que el presidente esté peor de lo que se sospecha. No partamos de tan seria premisa hasta nuevo aviso. Regresará y quieren que lo haga como un vencedor (¿contra quién, si se puede saber?) Julio César entró en triunfo a Roma y el pueblo deliró con la llegada de Fidel a La Habana. Se les recibía como héroes de una epopeya. En cambio la epopeya de Chávez se reduciría ­si es el caso­ a superar una enfermedad, cosa que le ocurre al más humilde de los mortales. Sería una aclamación sin causa, una apoteosis de humo y sombras.

En los últimos días los disparates se multiplicaron. Después de repetir que el Presidente volvería, curado, a los brazos de su pueblo, tuvieron la cachaza de proponerle al paísuna misa masiva para rogar por la salud del grande hombre. ¡Una misa! Así estará el hombre de mal, pensarían hasta sus desinformados leales.

Enredan lo que se suponía claro.

El otro es Adán Chávez con su lucha armada "para conquistar el poder". ¿Y no lo tienen ya? Chávez es dueño absoluto de los poderes. ¿Acaso va contra él esa amenaza? Suponiendo que se trate de torpes excesos retóricos, el disparate adanista sería bifronte: una cara es la de Jalisco, si pierdo arrebato; la otra parece decir: aquí estoy yo, único sucesor de mi hermano. Que no se le ocurra a algún ambicioso disputarme el puesto. Las armas las tengo listas.

Reunidas la "misa masiva", las armas de Adán y el golpe de José Vicente, lo que salta a la vista es que, como lo ha repetido Albornoz, ese partido es un nido de alacranes ponzoña en ristre, activados por el rugido silencioso del enfermo.

Es una sedicente revolución estructurada alrededor de un personaje proclive a los disparates. Stalin era un monstruo totalitario. Chávez no ha llegado a ese punto ni la sociedad democrática se lo permitirá, pero el diabólico georgiano murió y el partido no se hundió. Jruschov mató a Beria antes de que éste lo matara a él, y el fósil siguió ahí, imperturbable. Fidel salió, Raúl lo sustituyó y no por eso el PCC se ha disuelto.

Chávez no es Stalin ni Fidel pero una afección suya, leve o grave, coloca al PSUV en el cráter de un volcán. No hay sucesor, sólo desplumados delfines enfrentados a muerte. No hay chavismo sin Chávez, eso es cuento.

El PCV y el MIR de los años 60 cometieron todos los errores del mundo y sin embargo no incubaron superhombres.

Sus muy apreciados dirigentes rechazaban el culto a la personalidad. Al igual que Teodoro ­fundador del MAS con Pompeyo y Freddy­ José Vicente fue candidato de ese partido, sólo después de intensos debates democráticos Lo escucho ahora con pesar anunciando que el Presidente volverá "cuando le dé la gana" Es un regreso ­acomodemos a Arthur Koestler­ del infinito al cero.

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