22/8/11

Las reservas en oro: de Londres a La Habana

Creo que aunque todavía es temprano para establecer el destino final de las reservas en oro que Chávez acaba de ordenar trasladar de Londres a Caracas, no me extrañaría que en un futuro no lejano las mismas acaben en el lugar donde han terminado tantos recursos líquidos y no líquidos de Venezuela en los últimos 12 años: en el colchón del octogenario dictador cubano, Fidel Castro.
Y cuando digo “colchón” no estoy abusando de una metáfora, ni recurriendo a hipérboles tan permisibles en el periodismo de cualquier modalidad, tiempo o lugar, sino aludiendo el hecho de que, no teniendo Cuba instituciones financieras públicas independientes, como son los bancos centrales que existen en los países democráticos de América, Europa, Asia y África (los cuales, al par de determinar sus políticas monetarias, administran y custodian sus ingresos en divisas), pues nada más normal que sea su poderoso jefe de Estado, Fidel y/o su heredero, Raúl, quienes decidan cómo se guardan, usan o colocan los bienes de cualquier signo que se producen, rapiñan o caen por la isla.
A este respecto, los venezolanos no tendríamos sino que recordar lo qué pasa con otras “reservas de oro” que Chávez envía a la isla desde hace aproximadamente 7 años, pero esta vez no de “oro amarillo” sino de “oro negro”, del petróleo que en cantidades que oscilan entre los 100 mil y los 120 mil barriles diarios llegan a La Habana desde puertos venezolanos, y en condiciones, que jamás se han podido averiguar sus precios, formas de pago, deuda, saldo, ni mucho menos si el excedente es retenido como “reserva”, o revendido a otros países.
.Pero eso en cuanto a “lo formal”, ya que en lo se refiere a “lo real”, sí existen contratos o acuerdos (a veces verbales, a veces escritos), que establecen que el crudo venezolano puede cancelarse en especies o trueques (una modalidad de pago en el comunismo primitivo, el esclavismo o la Alta Media), como pueden ser los servicios que le prestan al gobierno de Chávez los médicos cubanos que trabajan en las misiones (y cuyo número y capacidad es otra “caja negra), o entrenadores deportivos, o “expertos” de distintos tipos en se emplean en la maquinaria burocrática estatal, tales como agentes de inteligencia, comisarios políticos, asesores militares, agrónomos, físicos nucleares, ingenieros de computación, diseñadores de naves espaciales, constructores, registradores, empresarios, banqueros, traders, o filósofos marxistas que dan cursos entre militantes el PSUV y de sus partidos aliados.
En lo que se refiere a los excedentes, que se han fijado entre 50 mil o 60 mil barriles diarios (porque el consumo diario cubano no alcanza a la mitad de la cifra suministrada por Chávez), también hay noticias, y ya se sabe que son colocados por la petrolera cubana, CUPET, en países de Centroamérica y el Caribe a precios de mercado, procurándole a los hermanos Castro una ganancia adicional exorbitante que, según expertos independientes especializados en la economía de la isla, es responsable de la sobrevivencia en el poder de los gerentócratas por lo menos en los últimos 7 años.
Ahora bien, pero el “oro negro” no es “el amarillo”, que independientemente de su altísima cotización en los mercados en los últimos meses (la última, la de ayer, un record histórico, estuvo a 1867 dólares la onza) no es un bien energético sin el cual son inconcebibles las operaciones más elementales de la vida contemporánea, usable y transferible a procesos de fabricación de productos de uso múltiple en la compleja estructura de la sociedad industrial y postindustrial (como puede ser los petroquímicos), sino que su uso en componentes pre, semi o electrónicos es más bien limitado y solo adquiere valor en la artesanía de joyas o como aval para la realización en los intercambios de otros bienes
De ahí que sea ideal para que los acreedores de un país, tengan confianza en que “sus deudores” honrarán sus pagos, pues llegada la circunstancia de que no puedan hacerlo, los primeros podrían pedir el embargo de las reservas en oro de los segundos.
Razón por la cual, para que tal mecanismo funcione en beneficio de “acreedores y deudores”, es indispensable que tal medio de pago esté en manos de terceros, obligados por leyes y convenios internacionales a su custodia, para que sean sus propietarios legales quienes determinen el uso que tienen a bien asignarle.
En el caso venezolano, ese tercero es el Banco de Inglaterra, que desde hace 20 años custodia el 80 por ciento de las 211, 35 toneladas de oro venezolano colocados en bancos del exterior, valoradas en 11 mil millones de dólares, que hacen un 60 por ciento del total de reservas internacionales del país, que para el día de ayer estaban situadas en 28.319 millones de dólares.
De modo que, repatriadas las reservas de oro a Venezuela para estar, como dice Chávez, “protegidas en las bóvedas del Banco Central”, tal instrumento no solo perdería su valor de uso, sino que más bien se convertiría en la tentación de un dictador famoso por su vocación derrochadora, prestataria, y de ponerse a rodar por los toboganes de una ciencia que desconoce totalmente: la economía.
A este respecto, cabría señalar que, desde que está en el poder, Chávez ha venido triturando la independencia del Banco Central de Venezuela, BCV, al punto de convertirlo en su caja chica y grande, en un agente de sus políticas monetarias rupestres y desfasadas y para ello le ha cambiado la ley cuantas veces le ha dado la gana y constituido su directiva por funcionarios militantes de su partido y de su ideología.
En otras palabras: que no sería extraño que de Caracas, las reservas vayan a los bóvedas de los bancos centrales de Brasil, China y Rusia, países con los cuales el gobierno de Chávez tiene deudas que pueden alcanzar los 50 millones de dólares, pero que en el extraño, desarraigado, y anacrónico mundo de Chávez, “no son acreedores” sino “hermanos”, países socialistas que siguen las enseñanzas de Lenin, Stalin, Mao y Fidel, y que preferirían perder sus préstamos antes que embargar a otro país “socialista” en dificultades,
O sea, que Chávez olvida a propósito “los berrinches” que armaba el expresidente de Brasil, Lula Da Silva, cada vez que viajaba a Caracas en una “visita de amistad” para que le cancelaran las deudas a los productores brasileños, así como el embargo petrolero que le aplicó recientemente el “hermano” Putin de Rusia, al “hermano” Lukashenko de Bielorrusia como forma de cobro de unas facturas petroleras, y cómo los “hermanos” chinos, antes de abordar cualquier tema con jefes de Estado que visitan, o los visitan, lo primero que hacen es reclamar “sus deudas”.
De modo que, colocados las reservas de oro venezolanas en bóvedas de bancos de países acreedores de Venezuela como Brasil, Rusia y China, ¡no lo olviden! SERIA como garantías de sus deudas y para ser EMBARGADAS en cuanto éstas no se honren.
De ahí que me sienta inclinado a aceptar la tesis del colega y columnista de “El Nuevo País” y “Zeta”, Rafael Poleo, de que, no a las bóvedas del Banco Central de Venezuela, ni de los bancos centrales de Brasil, Rusia y China irán a parar las 211, 35 toneladas de oro que en meses serán repatriadas desde Inglaterra y otros países, sino a La Habana, Cuba, y no a un Banco Central cubano independiente que no existe, sino a cualquier escondrijo de los bunker en que Fidel y Raúl se divierten guardando y contando los regalos que un día sí, y otro también, les hace este jeque venezolano, cuya generosidad no habían presentido ni en sus sueños más desmesurados: Hugo Chávez.
Sobre todo en circunstancias de que enfermo, con una Venezuela exhausta y ansiosa de salir de su gobierno, con los factores a los cuales debe el poder divididos y expuestos a que cualquier reacción popular los borre del mapa, (como pueden ser la FAN), Chávez y su entorno acarician más y más la idea de echar manos a un autogolpe que, de alguna manera, alargue su permanencia en el mando por meses o años
Pero enfrentados, no solo a una mayoría de venezolanos que los hostigaría hasta expulsarlos definitivamente del país, sino de la comunidad internacional, que, como en el caso del “hermano” Gaddafi, pediría el embargo de los bienes del desgobierno del tirano depositados en bancos del exterior.
Y si esa es la perspectiva ¿por qué no mandar las reservas de oro a Cuba, (como los comunistas españoles enviaron las de España a Rusia al final de la Guerra Civil), y esperar, no que le sean devueltas algún día a Venezuela, sino a Chávez y a los chavistas cuando tengan que exilarse en el único país que les daría cobijo en el continente: la satrapía donde, a lo mejor, los hermanos Castro, o sus descendientes, aun reinan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario