20/9/11

Diego Arrias teme que estalle la violencia en Venezuela

Diego Arria
El ex presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Diego Arria, sostiene que los 13 años de gobierno del presidente Hugo Chávez han sido una tragedia para Venezuela.

El país ha retrocedido décadas pese a que el mandatario ha recibido más de un $1 billón en renta petrolera y el deterioro es tan marcado que si un paracaidista aterrizara en el territorio nacional, sin importar donde lo hiciese, lo primero que notaría es “el colapso de la infraestructura, la pobreza, el abandono del campo y la suciedad de las ciudades”, afirmó el diplomático en una entrevista.

Pero esto no es lo que más le inquieta al ex embajador venezolano ante la ONU.

Más preocupante aún es el clima de odio que Chávez ha instaurado entre los venezolanos que arrea a la población cada vez más cerca de una guerra civil, advirtió.

“El lenguaje crudo, grosero, y ofensivo que utiliza el jefe del Estado, y que sus seguidores masifican con los medios de comunicación, ha creado una división entre los venezolanos que jamás hemos tenido en nuestra historia”, señaló Arria, quien durante su paso por la ONU pudo ver de cerca las condiciones que generaron la implosión social de Bosnia y Ruanda.

“El odio significa que Chávez ha logrado emponzoñar y envenenar el espíritu de los venezolanos […] En cualquier diagnóstico que se haga de un escenario de conflicto, en Venezuela está clarísimo que están dadas las condiciones de todas esas circunstancias”, comentó.

Arria pudo constatar recientemente el grado de conflictividad que padece Venezuela. Se encontraba de gira en el país el mes pasado cuando él junto a sus acompañantes fueron interceptados y luego golpeados por un grupo de personas vinculadas al oficialismo, cerca de San Carlos, capital del estado Cojedes.

“Yo no había visto miradas de odio tan fuertes en mi país”, comentó el diplomático. “Me recordó lo que vi en Yugoslavia, entre los serbios y los musulmanes, o lo que vimos en Ruanda”, donde cerca de 800,000 personas fueron asesinadas en tres meses de violencia étnica.

El odio es compartido por igual entre los seguidores y los opositores del presidente Chávez, pero existe una gran diferencia entre los dos grupos: los partidarios de Chávez reciben armamento de guerra y son entrenados para usarlo con el propósito de defender la “revolución”.

Son varios grupos los que son armados por el gobierno, siendo algunos de ellos más violentos que otros. También varían en tamaño. El mayor de ellos es el cuerpo de milicianos, con una fuerza de 125,000 hombres y mujeres que el gobierno aspira incrementar a 300,000.

Según Arria, todos estos grupos armados constituyen para las fuerzas democráticas del país un riesgo incluso mayor que lo que podrían representar los elementos leales a Chávez dentro de las Fuerzas Armadas a la hora de un conflicto.

“No puedo concebir que las Fuerzas Armadas saquen estos tanques rusos que compró el señor Chávez para atacar a la población, o estos aviones Sukoi para bombardear las ciudades de Venezuela. Eso no lo harán jamás la Fuerzas Armadas venezolanas, pero yo sí creo que estos grupos paramilitares civiles peligrosos si son capaces de cualquier cosa”, sostuvo.

A este peligroso escenario hay que sumarle la presencia de bandas de narcotraficantes que operan con impunidad en el país bajo la protección de altos funcionarios del gobierno.

Según Arria, Venezuela se ha convertido en el gran botín del crimen organizado. En el país sudamericano operan carteles de la droga mexicanos, europeos, norteamericanos e inclusive elementos de las mafias rusa, bielorrusa, china y japonesa, señaló.

Al explosivo cóctel también hay que añadirle los vínculos con organizaciones declaradas como terroristas por Washington como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Hezbolá y la organización separatista vasca ETA.

Otro elemento de preocupación son los 70,000 cubanos que se encuentran en país, miles de ellos pertenecientes a los organismos de seguridad del país caribeño que están infiltrados en los cuerpos de seguridad de Venezuela.

Todas estas organizaciones tienen intereses en preservar el régimen de Chávez, lo que eleva el riesgo de violencia en el país, dijo Arria.

Este escenario dificulta los prospectos de una transición pacífica en el país, y el potencial de violencia es tal que un eventual nuevo gobierno podría verse obligado a buscar ayuda internacional para salvar vidas.

El nuevo gobierno también tendría que purgar de inmediato a las Fuerzas Armadas y los organismos de seguridad para instaurar oficiales y funcionarios que sean leales al Estado y no a los intereses de la revolución bolivariana.

“Venezuela tiene un régimen casi absolutamente militarizado, y militarizado con los oficiales de menor calidad dentro de las Fuerzas Armadas, si nosotros no comenzamos por ese primer paso de desmontar el aparato militar que ha tomado posesión del estado venezolano no podremos salir adelante”, comentó Arria.

“Hoy en día se calcula que hay más de 2,000 oficiales de rango medio y alto en posiciones ejecutivas que tradicionalmente han sido para los civiles. O sea, cómo desmontar el aparataje militar, yo diría la bota militar, va a ser de una alta complejidad”, añadió.

Un nuevo gobierno también debería emprender un “inevitable” proceso de reunificación y de tratar las injusticias cometidas en el país a lo largo del mandato de Chávez sin que esto se convierta en una cacería de brujas. Es decir, la justicia debe prevalecer sobre la venganza en este proceso.

Asimismo, el país debe recuperar las instituciones democráticas desmanteladas por Chávez, quien ha centrados sus esfuerzos en destruir la separación de poderes para aplastar a todo mecanismo institucional que pueda fiscalizar su gestión.

Según Arria el, país requiere de una profunda transformación que deje de lado el sistema militarista creado por Chávez y no sólo cambiar el actual gobierno con un nuevo jefe.

La transformación podría incluir una reforma presidencial para reducir el período presidencial a tres años en vez de los actuales seis, en vista del doloroso período de transición que se viene en ciernes sobre Venezuela para poder estabilizar el deterioro del país.

“Las medidas son tan fuertes, las que hay que aplicar, que el nuevo gobierno podría no sobrevivir más de tres años. El próximo presidente debe estar totalmente entregado al servicio de una verdadera unidad nacional, de un rescate nacional, y ese es un ejercicio muy desgastador, pero es un servicio fundamental”, añadió.

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