Llegaron solas a las aceras de Parque Cristal en Caracas, el 5 de Agosto de 2011, sin ningún tipo de logística que pudiera soportar semejante cantidad de días que permanecieron en huelga de hambre. Solo iban equipadas de sus principios, sus ideas políticas democráticas y sus profundos deseos de justicia por la restitución de los DDHH de los perseguidos y presos políticos en Venezuela.
Desde el inicio de su huelga de hambre recibieron varias visitas de quienes solo conocen la violencia como arma política: los inefables, intolerantes y resentidos rojos-rojitos. A la intemperie, les llovió agua divina del cielo y mil bendiciones de quienes se solidarizaron con ellas, pero también, piedras, botellazos, balas y amenazas a montón. Sin embargo, su fortaleza moral no fue quebrantada, ni siquiera, por las dagas más venenosas, peligrosas y dolorosas de todas: las enviadas por los propios opositores al régimen comunista de Hugo Chávez.
Allí en la calle, viviendo y sufriendo durante 42 días las incomodidades y las carencias que se oponían al extrañado confort, cariño y seguridad de sus hogares, recibieron a cuenta gotas el apoyo desinteresado de mucha gente, pero también recibieron a chorros el apoyo camuflados de quienes hacen de la valentía y la determinación, una mercadería barata para alimentar su ego de cámaras y centimetraje en prensa televisada y escrita.
Las MUJERES DE NEGRO me enseñaron que se puede hacer sacrificios personales por quienes ni siquiera se conoce, solo en el afán de perseguir un sueño de libertad. También me enseñaron el verdadero sentido de la lucha por la democracia y los principios.
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