Lo primero que deberíamos de aclarar es si realmente los críticos del Consejo Nacional Electoral son en verdad alborotadores o existen justificadas razones para cuestionar dicho organismo. Lo primero a señalar es su conformación. La escogencia de sus miembros no ha cumplido a cabalidad los requisitos constitucionales, ni ha sido equilibrada e imparcial: cuatro miembros favorecen al chavismo y 1 miembro a la oposición. Este hecho es muy grave: trae por consecuencia que una mayoría muy importante de venezolanos tengan permanentes dudas sobre la transparencia de las actuaciones del organismo electoral. Además, en el ejercicio de sus funciones no han mostrado la imparcialidad requerida para obtener la suficiente autoridad moral sobre los ciudadanos.
Veamos algunos casos: las recientes elecciones parlamentarias. No es fácil convencer a los electores, que habiendo la oposición obtenido 50, 36 % de los sufragios sólo tengan 67 diputados y el gobierno con 48, 13 % de los votos logren 98 parlamentarios. Es verdad, que el origen de ese absurdo se produjo como consecuencia de una reforma a la Ley Orgánica de Procesos Electorales aprobada por la Asamblea Nacional, en la cual se estableció el voto paralelo, que permitía escoger 52 escaños por el sistema de representación proporcional y 110 en base al escrutinio uninominal mayoritario. Además, para favorecer al chavismo, se modificaron las circunscripciones electorales. Ante un hecho tan grave, los miembros del CNE debieron hacer oír su voz de protesta.
La legitimidad de unas elecciones no sólo lo da la transparencia de los escrutinios, sino que exige un suficiente equilibrio en todos los aspectos de la campaña electoral. Hace algunas horas escuché una interesante entrevista del rector Vicente Díaz. En esa entrevista, de una manera muy inteligente, hizo ver ese problema al resaltar que el CNE había demostrado suficiente idoneidad en garantizar la transparencia de los resultados electorales, poniendo de ejemplo las últimas cuatro elecciones: dos ganadas por el gobierno, dos por la oposición, pero que no había sido capaz de limitar los abusos de poder de Hugo Chávez y del gobierno nacional, al utilizar de manera indebida sus funciones presidenciales para hacer campaña electoral.
También es preocupante las limitaciones que se han establecido para impedir que los venezolanos en el exterior puedan ejercer el derecho al voto. La Constitución Nacional sólo exige para poder votar: ser venezolano, haber cumplido dieciocho años y no estar sujeto a interdicción civil o inhabilitación política. El artículo 124 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales exige además ser residente en determinado país. Esa norma es inconstitucional y tiene que ser revisada. En este delicado caso, ya que es conocido que la mayoría de los residentes en el exterior favorecen a la oposición, exige una clara actitud de parte de los miembros del CNE. No hacerlo comprometería aún más su imparcialidad en el proceso electoral.
No soy ningún experto en asuntos electorales. Estas observaciones son las percepciones que tengo como ciudadano. Estoy seguro, que la Mesa de la Unidad debe tener muchísimos más reclamos de la manera de actuar del Consejo Nacional Electoral y los permanentes abusos de poder de Hugo Chávez. Pedirle que salgan a reconocer previamente el resultado electoral sin conocer como se van a desarrollar realmente las elecciones es un verdadero despropósito. En Venezuela vamos a vivir difíciles circunstancias. No es fácil para un régimen de tendencia totalitaria, como es el chavismo, reconocer que están a las puertas de una derrota electoral que les hará perder el poder. Hugo Chávez debe encontrarse más que deprimido por esta realidad histórica.
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