24/10/11

Resignación o Rebelión


Cuando la agresión es cotidiana, cuando la amenaza se propaga, cuando el miedo abre caminos para la resignación sólo nos queda rebelarnos
Una semana más donde tristes acontecimientos se multiplican. Todo se deteriora. Estamos mal y vamos peor. Vuelven las sempiternas lluvias y la tragedia humana que conlleva. Los racionamientos de agua y electricidad continúan. El desempleo y la inflación suben. La delincuencia se desborda. Nuevas violaciones al derecho de propiedad se producen. El desconocimiento del gobierno regional y el ahogo financiero a todo lo que no se subordina, público o privado avanza. Mientras tanto, el caudillo estaba en Cuba y el virrey sumaba nuevos colaboradores a sus esfuerzos de comisario político regional que pretende entregarle el Zulia a quien antes llamo asesino. La compra de medios de comunicación social, el silencio y la autocensura proliferan. El control del Estado y la sociedad crece. Pareciera que sólo somos capaces de expresar nuestro rechazo en la conversación intrascendente, entre amigos o votando. En la calle sólo protestamos cuando la realidad personal se torna insoportable. Pareciera que no asimilamos que frente a un régimen de la naturaleza del chavista nuestra mayor fuerza es la que nos da la mayoría, pero esa mayoría debe expresarse en forma permanente y organizada en todos los espacios disponibles. Pareciera que el miedo se disimula pero se expande y se traduce en creciente resignación. Pareciera que para muchos dirigentes opositores la protesta se limita a la que mediáticamente hacen. Lejos de los lugares donde ocurren los hechos y conflictos, distante de los sitios donde se reclama su presencia que cuando ocurre en lugar de promover y organizar el reclamo popular sirve para disuadirlo. Deseamos una salida no violenta a la crisis venezolana, pero no vemos como ésta sea posible cuando las respuestas son exclusivamente electorales, incondicionales, y no están acompañadas de una movilización social permanente que exija todos los días el respeto de nuestros derechos ciudadanos. Cuando la agresión es cotidiana, cuando la amenaza se propaga, cuando el miedo abre caminos para la resignación sólo nos queda rebelarnos. Rechazamos esa resignación que espera soluciones mágicas. Preferimos la rebelión pacífica. Frente al poder del Estado armado es la única que podemos emprender, la única para las cual tenemos recursos disponibles. La rebelión permanente significa rechazar al régimen con nuestras ideas, posiciones y actitudes. Significa hacerlo cotidianamente, todo el tiempo, cada vez que sea posible. Significa cumplir nuestro deber cívico anteponiendo los intereses de la patria que queremos para nuestros hijos.

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