"Es insoportable el espíritu militar en el mando civil" Bolívar a O’Leary, 1829
AMÉRICO MARTÍN
1 Más allá de conjeturas, supe por un alto dirigente del PSUV, Willian Lara, de la sólida actividad de un ala militarista en ese partido, supuestamente dirigida por Diosdado y de la que formarían parte hacendosos ex militares de la causa como Rodríguez Chacín y Ameliach. No me consta nada de eso pero me sorprenden ciertas extrañas coincidencias.
Nunca hice uso de lo que entonces me confesó Lara y después de su lamentable fallecimiento, menos aún. Rechazo por formación todo lo que signifique infidencia o delación. Si pasados tantos años lo evoco es por considerar que, no estando ya entre nosotros, en nada lo perjudicará que haga estas revelaciones; y además, los cambios que se han producido en los últimos días en el PSUV parecen confirmar dramáticamente sus temores.
Salíamos de un debate televisivo que transcurrió según la pauta usual. Lara defendió en un todo al gobierno, mientras yo me esmeraba en probar las críticas que le hacía. Ya fuera de cámara, la conversación fluyó sin presiones. Dos graves peligros amenazan al PSUV, soltó. El militarismo y el caudillismo. Por obvias razones no quise interrumpirlo, pero la previsión era innecesaria porque era demasiado evidente que quería explanar sus complejas preocupaciones, no recuerdo exactamente por qué.
2 ¿Recuerdas me preguntó el ruido sobre la Constituyente para la renovación del partido? Asentí.
Fue un ardid para revestir de acto soberano lo que no era sino un golpe bajo con nombre y apellido. El objetivo era yo.
Querían desplazarme para apoderarse del partido.
¿Quiénes? Los militaristas de Diosdado. Ameliach era el ejecutor, pero pudimos conjurar la maniobra y sobrevivimos.
Me hablaste también del caudillismo, deslicé.
El Presidente se ha convertido en un caudillo que lo decide todo. No somos sino figuras decorativas. Temo por el futuro.
Le recordé su amplia mayoría en la Asamblea Nacional y en la dirección del partido. Se dice que el poder es para usarlo. ¿No sería posible que desde esas estructuras derrotaran estas astucias y peligros? Sonrió antes de preguntarme si me estaba burlando de sus inquietudes.
No, en absoluto. Me inquieta lo que me dices y no entendería que disponiendo de posiciones tan importantes ustedes no estén en capacidad de defenderse.
El Presidente hace con la Asamblea lo que le viene en gana y nadie se atreve a responder. Ese es el peligro. Lo que se haga será siempre invocando su nombre.
3 Cada quien hará sus conjeturas sobre el abrupto ascenso de Diosdado y Rodríguez Chacín, paripassu con la caída de Aristóbulo. Aparentemente el negro si es lícito llamarlo así no será expulsado, pero por el momento ha perdido el mando. En atmósferas como las que prevalecen en el partido de los amigos del Presidente, un accidente como el que ha sufrido tiene efectos residuales particularmente despreciables. Los áulicos ya no le alumbrarán sus veladas. Preferirán pescar en playas más surtidas.
Los que no han podido evitar seguirle la ruta a las vicisitudes del partido de gobierno no dejarán de asombrarse. Diosdado parecía desmejorado en la nomenclatura y Rodríguez Chacín había sido silenciado en el marco de las buenas relaciones del Presidente con su homólogo de Colombia. Personaje incómodo, perdió posiciones en la cumbre. Se habló entonces del estrellato de Jorge Rodríguez, Aristóbulo, Jaua y Maduro.
Pero de un solo golpe el Presidente acaba de cambiarlo todo. Los militaristas tomaron el poder y los civilistas fueron puestos a un lado o degradados. ¿Por qué? Lo primero es que, aunque su enfermedad no tenga la gravedad que se dice, lo ha disminuido en alguna forma, y eso siempre despierta codicias y esperanzas.
Lo segundo es el cúmulo de signos de fracaso de la gestión gubernamental. La falencia de las expropiaciones, la inflación trepidante, la desoladora ineficacia, la hipoteca del país, la irremediable economía de puertos, la metástasis de la corrupción, el aislamiento progresivo. Nada sirve, nada sale con este gobierno de acémilas y zorros hambrientos.
Y lo tercero, la oposición, con la MUD, las primarias y toda esa faramalla encendida haciendo lo que sea para ganar. Es como para preocuparse. Seis precandidatos compiten sin agredirse en el proceso electoral interno más participativo de que se tenga memoria. Y lo grande es que mientras trabajan para vencer la nominación o acompañar al favorecido por el voto popular, construyen un padrón electoral y redes de aguerridos militantes que son, ellos sí, los que construirán un nuevo país. La prueba del 12 de febrero será un ejercicio experimental que proporcionará, como en ninguna elección anterior, una fuerza organizada idónea para defender el voto con su vida, si fuera necesario.
4 Mirando a un lado y el otro, sin pegar un ojo en la soledad de la noche, sabiendo que el tiempo se le va, el hombre ordenó sus ansiedades.
Lo que necesito es mano dura.
Cogió su celular y llamó a Diosdado.
Los pesimistas de sangre, tenaces y contumaces, no ven lo que ocurre en el terreno. Desde la tribuna regañan a los jugadores por no hacer lo que ellos no hacen. Volteando la célebre frase de Unamuno aseguran que la oposición convencerá pero no vencerá. Quieren olvidar que las victorias desencadenan grandes movimientos. Y si no, que hable la Primavera Árabe.
En fin, las cosas van saliendo bastante bien aunque sus ejecutores no sean tan buenos como sus críticos.
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