El régimen está determinado a hacer de un Organo Superior Agrícola, presidido por el jefe de gobierno, comandante Hugo Rafael Chávez Frías, el eje de un esquema complejo entre cuyos objetivos está la anulación del sistema bancario venezolano.
Y, de paso, sobre la marcha, algo que no puede ser ignorado; la creación de enormes lagunas de corrupción al estilo del gobierno más corrompido y corruptor que ha tenido la historia de Venezuela.
No hay por qué andar haciendo concesiones al régimen, cuando un gran esquilme agrícola está impune y eso lo sabe bien el ministro de Agricultura y Tierras, Elías Jaua Milano.
Más aún: lo conoce el mismísimo Chávez Frías.
¿O no fue el diputado oficialista Eustoquio Contreras quien, siendo vicepresidente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional (AN), dijo que "lo del Complejo Agroindustrial Azucarero Ezequiel Zamora (CAAEZ) es un niño de pecho, para lo que está pasando en el Fondo de Desarrollo Agropecuario, Pesquero, Forestal y Afines (Fondafa)".
A Contreras le pusieron pronto sordina, pero ¿qué fue lo que pasó en el CAAEZ?
Es, además del "canto del cisne" del defenestrado ministro Juan Carlos Loyo, un ingenio azucarero que, al fin, tras 9 años, comienza a procesar caña, después de que militares activos y cubanos "amigos", pero sobre todo ladrones, se robaron todo lo que quisieron, mientras desde el Palacio de Miraflores se disponía cárcel y juicio (en ese orden) a un general inocente que les estropeó el negocio. El perjuicio no bajaba de Bs 3.000 millones, a inicios de 2008.
¿Y qué pasó entonces en Fondafa?
El caso representa un proceso supervisado por el Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT), en el cual hubo poquísima cosecha agrícola y abundancia de tierra para tapar la corrupción. Se reproduce un párrafo de una nota de Sigla del 14 de Febrero de 2008: "Fondafa deja tras de sí un episodio sostenido de corrupción y clientelismo político. De una línea de crédito de Bs. 1 billón abierta al ente, Bs. 900 millardos fueron calificados como "irrecuperables" o "fallidos", según expedientes conocidos en la Asamblea Nacional, Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT), Banco de Desarrollo Económico y Social (Bandes) y Palacio de Miraflores".
Fondafa fue el episodio más sostenido de clientelismo político.
Eso sí, convenientemente promovido como la llave del financiamiento agropecuario dentro de la filosofía de la "soberanía alimentaria".
Y lo que el gobierno pretende montar ahora es un clon de Fondafa, pero con otro nombre.
El régimen cree que el financiamiento puede resolverle la papeleta doble de ver cómo bajan la producción de rubros esenciales y el número de votos en estratos poblacionales y geográficos que creía inexpugnables.
Cualquiera que sea la cantidad que pretenda el régimen llevarse del dinero propiedad de privados al Organo Superior Agrícola (léase Chávez Frías) es dinero perdido. Al pretender que se le crea que los "bonos cancerígenos" (él les llama "bonos agropecuarios") preservarán la integridad actual de los ahorros privados tienen hoy, también en bancos privados, es propio de la desfachatez de Chávez.
En el Banco Central de Venezuela (BCV), su presidente, Nelson José Merentes Díaz, sabe bien que las pretensiones de Chávez de anular el sistema bancario venezolano, en el cual, incidentalmente, pueden vivir sin conflicto bancos de capitales privado y público, tiene efectos urticantes en lo inmediato y letales en el mediano plano; el largo plazo, aquí, ya no existe.
Pero el que parece no saber nada de lo que está pasando es el titular de la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban), capitán Edgar Hernández Behrens, Hasta hace nada, celebraba el cumplimiento de la banca privada con la gaveta agrícola; las multas que esporádicamente impone ni son sistémicas ni responde precisamente a la voluntad de los bancos. Ayer en la tardenoche, corregía su posición e intentaba nadar sin mojar la ropa con una nota de prensa, probablemente escrita o supervisada en el despacho de su jefe inmediato, el ministro de Planificación y Desarrollo, Jorge Antonio Giordani Cordero.
La nota de prensa era para "ratificar" que la banca privada había "concentrado" los créditos de la gaveta agrícola, dejando entonces a los pequeños productores agrícolas fuera del circuito de crédito.
Es bueno imaginar ahora una auditoría independiente con aseveraciones de que un banco auditado estaba asumiendo riesgos condenados por la buena práctica bancaria. ¡Zás! Sudeban no dejaría pasar la ocasión para tomar "correctivos".
Son riesgos inadmisibles por la buena práctica bancaria no comprometer dinero de los depositantes sin garantías razonables.
Y, obviamente, una carta agraria o una carta de adjudicación no constituyen, por su precariedad, garantía alguna.
Y como la legalidad y el sentido común indican que a los bancos les está prohibido prestar sin riesgo razonable, el régimen se erige en salvador y pide dinero y dinero que no es suyo ni nadie desea que se lo administre, para "prestar" él a todo riesgo.
El sistema de banca que pretende instaurar el régimen es otro engaño como el de los "médicos integrales comunitarios"
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