(Caracas, 4 de febrero – Noticias24) Militares en la calle, confusión, caos. Varias visiones son las que tienen las personas que vivieron la noche de aquel 3 de febrero y el día del 4 de febrero durante el año de 1992. Pero sin duda, las interrogantes durante estos días se exponen a 20 años de aquel suceso. Iván Carratú, una de las caras del golpe, hizo un recorrido histórico con gran precisión y develó detalles que solo nos llevan a observar, la otra cara de la moneda.
Escuche el relato completo a continuación:
Para ese momento, Carratú era el Jefe de la Casa Militar del entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Para él, la conspiración comenzó desde años anteriores, desde 1989. Sin embargo, fue desde el año 1991, cuando ocupaba ya ese cargo de confianza, que sucedieron varios hechos que luego lo llevarían, en sus palabras, a hilar cabos.
Las dudas: “La conspiración comenzó desde antes”
Corría el mes de diciembre del año 1991. El presidente Pérez hacía una visita presidencial a la Guarnición de Puerto Cabello. Carratú tenía en su mano los nombres de los oficiales que habían pedido y obtenido una audiencia con el Primer Mandatario en esa visita.
“Yo llevaba la lista de los oficiales de las Fuerzas Armadas que iban a tener audiencia con el Presidente (…) en el avión el General del Ejército, Rangel Rojas, me pidió la lista y yo me negué. Entonces, el ministro de Defensa, Ochoa Antich, me dijo que yo no estaba autorizado para dar ese tipo de audiencias, aunque yo sí lo estaba. Él dijo que esos oficiales no podían hablar con el Presidente y yo le dije que sí iban a hacerlo”, relató.
En ese primer momento, no observó nada extraño, más allá de, tal vez, riñas internas propias de esos cargos; pero 20 años después, Carratú concluye que en ese momento estos Oficiales estaban haciendo lo posible para que Pérez no se enterara de las cosas propias del ejército o querían evitar que algún militar “se le fuera la lengua” porque, según la información que maneja, el golpe estaba preparado para diciembre del citado año.
Desde que llegó a su cargo, asegura que no tuvo conflictos con el Alto Mando Militar. Todo cambió a partir de mayo del 1991 cuando el Presidente destituye al General de División Carlos Peñaloza Zambrano, por una insubordinación o desconocimiento de la autoridad del ministro Héctor Toro, anterior a Ochoa Antich.
“Hable con el Presidente y le dije ‘si usted destituye al General Zambrano no le permita hablar porque tengo la información de que él es parte de una situación incómoda que se está desarrollando en el ejército’. Pero el Presidente no me hizo caso”, dijo.
Ante esta situación y la falta de atención de Pérez, Carratú optó por conversar con las fuerzas políticas ya que jamás se imaginó que “en el sector civil – político, hubiese una conjura”. Alejandro Izaguirre, exministro y ahora fallecido, Manuel Mantilla, amigo del presidente Pérez y Reinaldo Leandro Mora, del partido Copei, fueron los elegidos. Según el General, a los 3 les hizo ver lo que estaba ocurriendo, ya que nadie le había presentado un informe al Presidente. Ellos solo contestaron: “No se preocupe, lo vamos a averiguar”. Pero nunca lo hicieron.
“Mi error es que yo no conocía a los miembros del Ejército”
Vino después otro hecho que despertó suspicacia: Se tenía que designar al nuevo director de la Dirección de Inteligencia Militar y los militares ya tenían elegido su hombre, aunque nadie lo sabía.
Un día, estando Carratú en su despacho, recibe una inesperada visita de 3 altos mandos: el General Santelíz Ruiz, el General Carlos Julio Peñaloza y el General Fernando Ochoa Antich.
“Vinieron los tres a pedir una audiencia urgente con el Presidente porque querían que designara a otro militar para ese cargo (…) pero Pérez no quiso atenderlos”. Según su relato, el Jefe de Estado le comentó: “Me tienen una presión para que designe los cargos que ellos quieren y no quiero sentir presión de los militares”.
Ahora, 20 años después, es que Carratú intuye que el objetivo de la visita era designar a otra persona para el cargo, alguien desleal a Pérez.
Transcurrieron casi 7 horas y los 3 militares seguían ahí. Entraron. Hablaron. Pasaron 3 minutos. Salieron.
“Yo tenía una relación muy cercana con Pérez o al menos nunca me contenía de preguntarle las cosas. Yo le pregunté y el me dijo: vinieron a presionarme nuevamente y yo no acepto eso de los militares”, recordó.
Después de esta noche, el tiempo hizo lo que debía y pasó. Vino entones el cambio de Ministro de la Defensa, lo que arrojó una “pelea a muerte” entre Ochoa Antich y el General Santiago Ramírez por el puesto. La noticia no tardó mucho, Fernando Ochoa Antich era, a pesar de las preferencias naturales de Carratú, el nuevo Ministro de la Defensa.
“El general Ochoa es el que nombra a todos los cargos de los que estaban en la conspiración. Me llamó la atención poderosamente que designaban a Hugo Chávez el cargo de Comandante de un batallón de Paracaidistas, cuando había suspendido el examen (…) pero no era mi deber hacer nada, así que lo dejé de esa forma”, puntualizó.
Días antes del Golpe: “Hemos descubierto una conspiración en el Ejército”
El día 6 de enero de 1992 se realizó una reunión del Gabinete de Seguridad del Presidente Pérez en el Salón de los Espejos. En ese preciso lugar, el General Heinz, director de la Disip, le dice al Presidente que quiere darle una información urgente”. Toda la atención se concentró en él y entregó entonces, un sobre de manila.
“Hemos descubierto en las líneas de la Disip una conspiración del Ejército. El Presidente Pérez sin abrir el informe y sin leerlo se lo entrega al Ministro Ochoa y le dice ‘ya yo estoy arrecho con estas informaciones no concluyentes de conspiración. A mi regreso de San Cristóbal (viaje que haría durante ese mes) quiero que me entregue conclusiones de lo que está aquí, de lo contrario, voy a tomar medidas (…) silencio sepulcral, Pérez estaba molestísimo”.
“Estos carajos”, dijo Pérez, “quieren que yo sea el verdugo de las Fuerzas Armadas pero no tiene las bolas de traerme los informes (…) esto lo voy acabar a mi regreso de San Cristóbal”.
El golpe: “Ahí nadie nos dijo nada”
Pasan semanas y Pérez vuelve junto a Carratú desde Nueva York a Caracas. La ausencia del Primer Mandatario se debía a la celebración del Foro Económico Mundial, celebrado en Suiza.
“Veníamos en el avión y no pasó nada. Siempre me llamaban y no recibí ninguna información en el vuelo. Cuando estamos aterrizando, desde la cabina del avión, veo una patrullas de la Disip que estaba acompañando al avión mientras descendía, con hombres armados”, dijo.
Carratú llamó entonces a la Torre de Control. “Le pregunto ¿qué pasa? y me dice nada. Cuando llegamos a la rampa 4 observo mucha gente recibiendo al Presidente cuando nunca había nadie (…) cuando abren la puerta observo al Ministro del Interior y al Ministro de la defensa. Salimos.
“Pérez le pregunta entonces a Ochoa ¿qué pasa Ministro? Bueno Presidente los mismos rumores de siempre, pero puros rumores. El presidente se vuelve a molestar y le dice súbase al carro”. En ese momento, Carratú decidió dirigirse a otro vehículo hasta que observó un movimiento extrañó y escuchó “Casona”. Inmediatamente, se bajó del carro.
La llamada
Tras la información vacía y constatar que Pérez se encontraba en su residencia, el General se fue a su casa a prepararse para un sueño reparador. Sin embargo, una llamada lo despertó: el golpe estaba en marcha y la información ya estaba disponible.
Minutos después de conocer lo que estaba pasando, abordó su carro y desde ahí alertó al Regimiento, hasta que, finalmente, pudo llegar a Miraflores. Horas antes, y vista la extrañeza del recibimiento de los Ministros en Maiquetía, Carratú recordó haberle dado la orden al Coronel Maya, piloto del avión Presidencial, que no moviera el avión de la pista.
“Cuando salgo de mi casa llamo al Coronel Maya y le digo prepáreme el avión y me dijo que estaba en Maracay. Yo le dije ‘coño no te ordené de que dejaras el avión en Maiquetía ¿Quién te ordenó mover ese avión?’ No me supo responder. La Casa Militar, además, no tenía efectivos para defender el Presidente porque no siguieron mi orden de acuartelarlos”.
El campo de batalla: Miraflores
La situación se complicó al entrar a Palacio. Sin saberlo, había entrado en el campo de batalla.
“Cuando entro al Palacio aparecen detrás de mí dos oficiales armados con ametralladoras y me dije bueno, hasta aquí llegué, me jodí (…) en ese momento se me vino un cúmulo de cosas a la mente. No tomamos acciones preventivas (…) Me puse salvar y me dirigí a hablar con el Presidente que estaba reunido con Alfaro Uvero, Ávila Vivas, prácticamente recibiendo un regaño”, comentó.
Pérez reclamaba que lo habían engañado, estaba diciendo groserías, muy molesto. En ese momento, se escuchó un ruido estruendoso que ensordeció a todo el Palacio Presidencial.
“Salí con un edecán y veo que viene un tanque disparando. Pasaron 5 y uno se paró en frente de nosotros. El Teniente Coronel Fuenmayor le agarra el fusil al militar que se bajó y le dice ‘los voy a matar como una cuerda de coño de madres’. Yo salí corriendo a mi oficina, me acosté en el piso, me puse el teléfono en el pecho y empecé a llamar al Ministro de la Defensa (…) no aparece. Hasta que me atiende el coronel del Ejército Rangel Rojas (…) me dice, compañerito no puedo ayudarte”.
Según el General Carratú, el único que lo apoyó fue Mata Cardona. Le pidió dos horas, tiempo que no podía esperar. Posteriormente, se dio el escape.
La salvación de Pérez
“Me fui por un pasillo subterráneo y salí frente al Presidente (…) Yo le dije: Presidente lo vengo a sacar del Palacio. Me dijo que no porque, en sus palabras, ‘estos malditos militares estaban asaltando la Constitución’. Le dije no podíamos resistir. Me dio 5 minutos y salimos.
Carratú rompió una puerta de vidrio y le dijo al chofer que se alistara. Fueron al carro, metió al Presidente, luego a Ávila Vivas, un soldado Jefe de la escolta civil, el chofer y él. Cuando salieron fue un poco aparatoso porque las puertas no abrían, pero lo lograron. Saliendo del Palacio, la situación se complicó aún más.
“Saliendo del palacio venía un tanque bajando de Llaguno, que era el que iba a bloquear la puerta”. La salida no fue escogida por conocimiento, sino por suerte y cercanía al lugar en el que se encontraban y por el que estaban escapando. “En ese trayecto el Presidente me dice que quería ir a la radio”, pero fueron a Venevisión.
Fue ese el momento en el que Carlos Andrés Pérez se dirigió al país. Este discurso marcó el principio del fin. Posteriormente, llegó Eduardo Fernández, el líder opositor del Gobierno de Pérez, que quería, justamente, hacer lo mismo que el Jefe de Estado.
Varias personas estaban reunidas en el canal, pero “nunca llegó Ochoa, ni nadie del Alto mando Militar”. El tiempo de espera fue largo. A La 6 de la mañana, cuando volvieron a Miraflores, Ochoa, el Ministro de la Defensa, estaba esperando al Presidente.
El 4 de febrero: un golpe fallido
“Presidente, bienvenido al Palacio”, dijo Ochoa y Pérez lo miró de arriba a abajo y pasó. Entramos al despacho presidencial. En ese momento, cuando el Presidente está hablando el Ministro, este hace intentos por hablar, pero el peo que le formó delante de todo el mundo fue de padre y señor mío. Pérez repetía: Yo se lo dije el 6 de enero y usted no me cumplió la orden”, resaltó.
Frente a ese momento de tensión, Pérez dio la orden de bombardear el Museo Militar. Por recomendación del propio Carratú, queriendo evitar pérdidas civiles, cambiaron la estrategia y solo sobrevolaron las dos escuadrillas sacadas de Fuerte Tiuna.
“Cuando sobrevolaron Chávez llamó a Miraflores y se comunicó con Ochoa”, explicó el General. Carratú, dudando, sigue a Ochoa y escucha cuando el Ministro comunica que Chávez se va a rendir.
“El comandante Chávez dice que se va rendir”, explica Ochoa Antich frente a Carratú y Pérez pide que lo vayan a buscar. Ochoa quería un enviado de la Casa Miliar, pero el Jefe de esa Institución, inmediatamente se negó. “Vaya usted a buscar a su loco, junto con el Comandante Santeliz que estaba ahí y Altuves Febres. Vayan ustedes a buscar a su loco y cerré la puerta del despacho con llave”, relató.
El Presidente entonces dio una orden estricta: deberían presentar al Comandante Chávez ante la televisión, pero sin uniforme, esposado y, lo más importante, diferido. La sorpresa vino, nuevamente, aproximadamente a las 11 de la mañana cuando le comunican que Chávez salió en directo con honores y con un discurso que perduraría en la historia moderna.
“Pérez me dijo a mí en el carro. Tenemos que derrotar esto antes del amanecer porque si sale la gente a la calle se cae la democracia (…) es cierto que había un recalentamiento social natural y cualquier cosa prende la mecha. Si la gente salía a apoyarlos, iban a prosperar”, dijo.
El fallo: darse cuenta de la triste realidad
Años después y analizando la historia con visión más crítica, Carratú afirma, en tono sombrío, que, efectivamente estaba muy alejado de la realidad.
“Me di cuenta que yo estaba muy lejos de una realidad porque yo pensaba que en las Fuerzas Armadas no existía la sombra de una conspiración. Además, el golpe me demostró la poca capacidad en la planificación de eventos militares. Un solo hombre derrotó el Golpe. El Presidente de la República de ese tiempo, Carlos Andrés Pérez”, concluyó.
Por Ana Vanessa Herrero
Edición y montaje por Harold Martínez
Especial agradecimiento a todo el equipo de Noticias24 / Noticias24
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