29/3/12

¡Es la patria, carajo!

*** Aunque después no tenga salud para mandar en el país que dejará arruinado, Chávez está dispuesto a ganar las elecciones al precio de hipotecarle el país a los chinos y desatar una trágica inflación que su sucesor no podrá controlar, aunque después no tenga salud para gobernar ni para nada.
En 1992, cuando competía contra George Bush (padre) por la presidencia en los EEUU, Bill Clinton decidió enfocar su campaña sobre la economía. Al efecto crearon el lema "¡Es la economía, estúpido!". La Venezuela de hoy es muy diferente a los Estados Unidos de aquella época. Aunque la economía jugará un papel importante en los resultados del próximo 7 de octubre, su rol no será decisivo, debido al colchón de resguardo financiero que aun tiene el Gobierno.
Nuestra economía está grave, pero el Gobierno tiene capacidad de ponerle curitas hasta octubre. Giordani inunda el mercado con dinero inorgánico para crear una falsa bonanza, agravando la situación a mediano plazo pero aliviándola en lo inmediato. Eso a Chávez no le importa. Lo de él es ganar las elecciones sin importar los medios ni las consecuencias.
El petróleo sigue siendo el factor clave. Venezuela es un país mono productor en varios sentidos. Su casi única fuente de divisas es la renta petrolera que el Gobierno distribuye a su arbitrio. Esa capacidad de repartir los panes sin control le da un poder inmenso al Presidente de la República, lo convierte de hecho en dictador y de paso en el promotor de los más flagrantes actos de corrupción. Muchos venezolanos se han hecho adictos a esta riqueza fácil y ven la corrupción como una forma normal de prosperar. Eso les crea una embriaguez financiera que les impide percibir que vamos hacia el abismo.
De acuerdo a los indicadores de la OPEP, al final de enero de este año producíamos 2,382 millones de barriles diarios de petróleo, 7,700 menos que en diciembre pasado. Si a esta producción en merma se le restan: 430.000 barriles diarios entregados a China, 800.000 barriles diarios para el consumo interno, 115.000 barriles diarios entregados a Cuba y 150.000 barriles diarios entregados a Petrocaribe – que pagan 50% en efectivo y el resto a 20 años, quedan para exportar y cobrar solo 887.000 barriles diarios.
Además, PDVSA ha duplicado su personal y ha tomado para sí una serie de actividades gravosas que no tienen que ver con su función real. Entre estas sobresale el apoyo a países parásitos donde Cuba se lleva la parte del león. El resultado es que PDVSA ahora tiene un flujo de caja negativo. Esta situación es insostenible y de continuar llevará a la empresa a la quiebra, aun teniendo reservas inmensas de hidrocarburos bajo tierra.
Este elemental cálculo muestra que Venezuela está mal pero que va a estar peor. Así como el presidente tiene cáncer, Venezuela sufre de la llamada enfermedad holandesa.
El aumento del precio del petróleo elevó los ingresos de divisas. Como estas se convierten en moneda local al tipo de cambio fijado por el Banco Central, el resultado es el aumento de la masa monetaria en manos del público, lo cual lleva a un aumento de la demanda interna. Este peligroso coctel ha desatado una inflación que se ha hecho incontrolable porque Chávez ha decidido destruir nuestra economía para ganar las elecciones.
Esa inflación anula la ventaja aparente de tener mucho billete en la mano, pero billete que no vale mucho porque los precios se han disparado más rápido que la abundancia de billete –eso es la inflación. Para paliar esta situación creada por él mismo, el Gobierno aumenta los sueldos, pero eso incrementa el circulante, lo cual es echar combustible al incendio de la inflación. El Gobierno hace esto para parecer magnánimo, aún sabiendo que con ello aumenta los sufrimientos del pueblo. Es un crimen conscientemente cometido con el fin de ganar las elecciones.
Estamos en un círculo vicioso y pronto estaremos en terapia intensiva. No estamos allí todavía gracias a los chinos. Los préstamos de ese imperio amarillo han tapado el hueco fiscal, pero a cambio acumulamos una deuda enorme que requerirá casi diez años para pagar al ritmo de 430 mil barriles diarios que exportaremos sin recibir dinero a cambio.
A los chinos les cobramos por adelantado –birlando recursos a la próxima generación-, vendiendo a futuro pero a un precio muy inferior al de mercado y pagando unos intereses leoninos. Esta operación creó varios nuevos millonarios en Venezuela. Ya ni los Cisneros ni los Mendoza son los más ricos del país. Ahora tenemos nuevos amos del valle, rojos rojitos. Estos nuevos bucaneros del Caribe son intocables porque están muy bien protegidos.
La afección de Venezuela debiera haber sido detectada hace tiempo por Jorge Giordani. Él ha debido recomendar al presidente la cura necesaria; pero no lo ha hecho. Giordani es un inepto total o no tiene carácter para convencer a su jefe. El problema es que tanto Chávez como Giordani son comunistas y no quieren darse cuenta que ese modelo no funciona. Hasta Fidel lo ha dicho públicamente: "Socialismo es lo mismo que comunismo. El modelo comunista no ha funcionado ni en Cuba".
Para aumentar los ingresos de divisas Chávez ha decidido montar en Venezuela una fábrica de helados cubanos marca Coppelia. Al regresar de la Habana seguramente anunciará la construcción de una gigantesca fábrica de congrí.
Venezuela pagará por esas industrias estratégicas y los cubanos cobrarán -como siempre. Los chinos seguirán financiando la fiesta hasta el 7 de octubre, por eso creo que la mala situación económica no jugará un papel decisivo en las elecciones. La democracia no podrá ganar con el lema que le dio el triunfo a Bill Clinton ("¡Es la economía, estúpido!"). Para ganar tendría que decir "¡Es la patria, carajo!"

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