24/3/12

Los únicos exitosos en el país son los malandros

"Expropiaron mi voz en la red social"

ELIZABETH ARAUJO - Editorial TalCual

Poeta, libretista de telenovelas y autor de la saga editorial de Los Imposibles, Leonardo Padrón ignoraba, según afirman en VTV, que forma parte, junto con Ravell y Bocaranda, de la gruesa nómina de la CIA. Mientras recupera su cuenta de Twitter con más de 300 mil seguidores, abrió una nueva: @padronleonardo ­Terminada su telenovela, está el caso de las prótesis PIP.
¿Tendría usted algo que ver con ese escándalo internacional? ­Jajaja, no. Pero es indudable que el tema de la obsesión femenina por la búsqueda de la perfección estética posee aristas trágicas. El erotismo del siglo XXI tiene exceso de siliconas. Se desata ese escándalo y llama la atención que en los pechos de las mujeres venezolanas sonaron más alarmas que en otras partes del mundo.

Después de ese asunto, ¿debemos convencernos cada vez más de que no existe la mujer perfecta? ­Y hay que agradecerlo. Toda perfección es aburrida por naturaleza. La mujer perfecta quiso ser no solo una telenovela sino un discurso sarcástico contra las pretensiones de la sociedad de consumo por imponer un canon estético soportado en el espejismo del bisturí y la silicona.

¿En qué paró el hackeo de sus cuentas de Twitter? ­Bueno, fui hackeado por segunda vez, a pesar de haber extremado las medidas de seguridad. Eso demuestra que hay una inmensa fragilidad en la web.

Creo que el grupo N33 sobrevalora mi importancia en la red social. Parece que lo pone nervioso la heterogeneidad, incluso ideológica, de mis seguidores en Twitter. Esta vez me ha sido más arduo recuperar la cuenta porque han abierto numerosos soportes haciéndose pasar por mí. Lo irónico es que ese "prócer" de la revolución, Mario Silva, ha dicho que yo tengo, junto con Bocaranda y Ravell, una relación tan estrecha con el Departamento de Estado de EEUU que logramos que Twitter Inc. cerrara más de 200 cuentas de partidarios del régimen. Si tuviera esa influencia hubiera recuperado mi cuenta en media hora, lo que no ha sucedido.
Mientras recupera su cuenta de Twitter con más de 300 mil seguidores, abrió una nueva @padronleonardo ­¿Cuál es el aprendizaje que saca de esa experiencia? ­Esto ha ido más allá. He recibido amenazas telefónicas. Nunca, en 52 años de vida, había sido amenazado por expresar mis criterios sobre el país. Me siento vigilado. Mis teléfonos están intervenidos. Y el chiste es que ni siquiera pertenezco a la MUD. No soy político. Soy simplemente un escritor que escribe libros de poesía, telenovelas, guiones de cine y un programa de entrevistas llamado Los Imposibles.

No creo que ponga en riesgo a la ya tambaleante revolución. Me expropiaron mi voz en la red social y mi tranquilidad.

El escritor Juan Goytisolo vino a Caracas por dos días, visitó Ciudad Caribia y dijo que al fin había visto el socialismo. ¿Nos estamos perdiendo de algo que VTV no nos ha mostrado? ­Todo huésped de la revolución tiene un tour diseñado para que el espejismo funcione. Te garantizo que a Goytisolo no lo llevaron a la morgue de Caracas, ni a los refugios, verdaderos círculos de degradación humana. Un escritor solo debe confiar en sus propios ojos, no en un tour salpicado de escoltas y "animadores" del paraíso bolivariano.

¿Qué sigue siendo para usted la telenovela? ­Como dijo Cabrujas: el show del sentimiento. Un género tremendamente latinoamericano, con sus excesos, su atractivo y su tinglado de emociones. Es la dosis de ficción diaria (y gratuita) que muchos requieren. La telenovela venezolana requiere oxígeno con urgencia. La Ley Resorte y la crisis económica la tienen contra la pared. Todavía posee larga vida como género, aunque a mí cada vez me agota más escribirlas. Cuando entro en modo telenovela, entro en una cárcel personal. Claro, es una cárcel vistosa y de gran resonancia.

¿A qué historia literaria se le parece el drama del presidente Chávez, que pasó de todopoderoso a un ser mortal? ­Antes me recordaba a Yo, el Supremo, de Roa Bastos. Ahora suena más a El General en su laberinto, de García Márquez. Perdón, "El teniente coronel en su laberinto".

¿Cuál es el último libro que leyó y por qué le agradó? ­Estoy leyendo Otros colores, de Orhan Pamuk, el Premio Nobel turco. Un libro delicioso, de fragmentos, ensayos y remembranzas. La gaveta personal de un gran escritor. Y acabo de terminar God’s Gym, novela del holandés León de Winter, la historia de un guionista de cine de Los Ángeles que a raíz de una tragedia personal su propia vida se le vuelve una película. La estructura del relato es impecable.

¿En qué se diferencia el Leonardo Padrón libretista de TV del poeta urbano? ­El primero está cercado por las circunstancias del país, el segundo estimulado por las exigencias del idioma. El primero fabrica las canas, el segundo las domestica. El primero es demasiado visible, el segundo restablece mis vínculos con lo intangible. El primero se llena de país, el segundo de belleza y misterio.

¿Sigue hallando poesía en esta Caracas horrible, llena de carros e insegura? ­La poesía está más allá de tanta sangre, moscas y ruido en el asfalto. Respira en cualquier esquina. El reto es conquistar el humilde momento de su revelación.

Mantener los ojos abiertos en el asombro, a pesar de tanto humo y mengua.

Aparte de Dudamel y los grandeligas, ¿qué otros valores podría exportar Venezuela?
­Tenemos la autoestima tan baja que siempre estamos buscando nombres para reforzarnos. Puedo hacer listas de narradores, poetas, médicos, artistas plásticos, arquitectos, empresarios, músicos, diseñadores que serían orgullo en cualquier latitud. Pero la realidad es que en el mundo hay muchos venezolanos que están brillando y que se fueron del país por un exilio forzoso.

Cada venezolano tiene su historia personal de inseguridad. ¿Cuál contaría usted a unos nórdicos ávidos de saber de la Caracas roja? ­A mí la violencia caraqueña me mató a mi mejor amigo. Me confiscó mis correos y mi voz en la red social. Me amenaza por teléfono. Me intoxica de paranoia.

Puedo hablar de amigos atracados en una sala de cine, de comandos asaltando un edificio entero, de policías secuestrando a gente cercana. En este país los únicos que han tenido gestión exitosa en los últimos años son los malandros.

Tres errores de la administración chavista, que el nuevo gobierno no debería cometer.

El cultivo de la impunidad, caldo para la violencia, la anarquía y la corrupción.
La excesiva centralización de los poderes públicos. La ruptura con la empresa privada, un aliado esencial.

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