"Y si tienes cáncer o SIDA,, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas; si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto: tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas … y si le ganas, serás más humilde, más agradecido, por lo tanto, fácilmente feliz. Libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad, y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente como debe ser." Facundo Cabral, (1937-2011), cantautor argentino
Si es cierta la información que Venezuela compró y pagó en febrero pasado equipos de la alemana marca Siemens para el exclusivo CIMEQ en La Habana, clínica a la cual donó estos equipos de última generación para tratar el cáncer del Presidente, comprendo entonces la indignación que tienen tantos venezolanos enfermos de cáncer que sufren un calvario para recibir su tratamiento oportuna y eficazmente.
El Oncológico de Valencia estuvo paralizado desde 29 de marzo hasta el 12 de abril, cuando por denuncias desesperadas a través de los medios, llegaron los insumos para reanudar las quimioterapias ( y ya se suspendieron nuevamente). Al Hospital Padre Machado el gobierno lo intervino y sacó a una fundación que fue exitosa; ahora los equipos no funcionan, no hay tratamientos de radioterapia ni quimioterapia y carecen de presupuesto para atender a tanto paciente con cáncer.
En Venezuela sólo hay cuatro centros de tratamientos de cáncer que operan en óptimas condiciones, trece que no cumplen con todos los lineamientos, cinco cerrados y cinco con poco personal de atención médica.
Eso en un país donde su Presidente afronta un cáncer, pero se trata en una exclusiva clínica cubana, con idas y venidas del avión presidencial, con una comitiva de 200 personas que ocasionan hasta tres vuelos diarios. El estimado de cuánto le ha costado la enfermedad del Presidente al país es de un millón setecientos mil dólares, lo cual traducido al cambio oficial son la bicoca de siete mil trescientos diez millones de bolívares.
Está bien, se gastan para salvar la vida presidencial. ¿Pero la vida de otros venezolanos que padecen la misma enfermedad no vale? Hay que estar en los zapatos de quien padece un cáncer y tiene que recurrir al sistema público de salud en Venezuela para saber de su agonía. Por eso publico este escrito llamado "La pesadilla de un cáncer sin dinero", que asumo es de una persona enferma cuya identidad no tengo autorización de revelar, y narra lo que viven a diario los pacientes venezolanos.
"Le pido Presidente que regrese al país. Sí. Lo quiero de vuelta. Pero quiero que regrese de forma anónima y sin un séquito de profesionales tras de usted. Regrese solito, no como el comandante sino como Hugo… Porque deseo que el Presidente sin padrinos, ni poder, como cualquier mortal pues, trate de curar su dolencia por los canales regulares que a muchos de nosotros nos toca seguir…
Quiero que haga triaje en un hospital sentadito en una sillita de metal a la espera de llenar los datos y esperar allí las 9 horas aproximadas que ese trámite le llevará. Que en él, mientras tanto vea niños, jóvenes, adultos, con ojeras, con sondas, con cables, con sangramientos, sentaditos igual que lo estará él cuando encuentre la sillita porque por lo general toca de pie o en el suelo.
Quiero que con ganas de vomitar y un dolor de cabeza bestial le toque levantarse a las 3 AM para estar en el hospital a las 4 y poder tener así la esperanza de obtener el anhelado número (siempre que haya pasado por triaje y tenga ficha). Quiero que cuando finalmente lo atiendan le pidan TAC especializados, ganmagramas, resonancias, marcadores tumorales y descubra atónito que la mayoría de los hospitales y CDI NO HACEN ESOS ESTUDIOS; unos por tener el equipo dañado, otros por no haberlo tenido nunca.
Y entonces comience el vía crucis llamando a decenas de lugares, informándose de costos y escribiendo a media nación en la esperanza de ser ayudado en todo sentido para poder hacer los estudios solicitados, a sabiendas que el tiempo está corriendo en su contra. Quiero que sintiéndose peor cada día, y temeroso, y lleno de preguntas y dudas, viva la pesadilla de ser peloteado de un centro a otro. Quiero que viva en carne propia la desesperanza abrumadora cuando alguien lo mande secamente a callar, por quejarse.
Quiero que no consiga las medicinas, ni la quimio o que tenga que acudir a por lo menos cinco centros regionales para obtenerlas o poner un post en medios digitales solicitando ayuda porque el medicamento está fuera de circulación o desaparecido.
Quiero que se enfrente a la vanguardia de "nuevos médicos integrales" a las 2:00AM de emergencia con un dolor enloquecedor producto de su dolencia. Y mientras se retuerce de agonía sientan como todos se apresuran a atenderle, pero para tomarle la tensión y revisarle con una paletita la boca, diciéndole que se tranquilice y trate de hacerse los exámenes para luego poder ayudarlo. Y que mientras atónito escucha esto, sabiendo que perderá la pelea (porque los tumores no esperan como tendrá que esperar Ud.), se pregunte "¿Por qué, por qué tiene que ser así?"…
Y quiero que cuando finalmente, luego de llamar a medio país y acudir a cuanta institución exista, logre hacerse los exámenes, le informen que ya es demasiado tarde. Que hay metástasis ósea o cerebral. Y que lo único que se puede hacer es tratar de evitar los dolores. Y que hasta para eso sufra el calvario de obtener los récipes especiales para la morfina o similares y nunca las encuentre sino cuando ya esté en coma. Porque entérese, Presidente, que lo anteriormente descrito es el drama de la mayoría de nosotros, los que no tenemos una póliza de seguro o que no disponemos como usted de una amistad tan sincera como la de los hermanos Castro.
Para millones de venezolanos y compatriotas, chavistas o no chavistas, un pequeño tumor es una inequívoca sentencia de muerte. Ya que en 14 años no se ha podido revertir este drama que reconozco lleva décadas instalado, le ruego en nombre del amor que dice tenernos, venga entonces a padecer el infierno con nosotros. Sea leal a lo que profesa."
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