29/4/12

PDVSA, CVG y Ejército: tres tragedias venezolanas


Los 14 años del régimen de Hugo Chávez han servido para acelerar la destrucción de tres grandes instituciones venezolanas, dos de ellas industriales y una militar, pero esencialmente burocrática.
De PDVSA nos hemos ocupado intensamente llegando a la conclusión, con abundantes documentos en la mano, de que se trata de una empresa irrecuperable. Los motivos fundamentales son cuatro: (1), hace de todo, menos lo que debiera hacer;(2), está asfixiada por una nómina ineficiente que ya sobrepasa los cien mil empleados;(3), su gerencia es mediocre y corrupta y, (4), se le ha sustraído de manera criminal el dinero necesario para sus inversiones. Es un enfermo desahuciado que tendrá que ser reemplazado por un nuevo modelo petrolero. Ya es hora de debatir ampliamente este tema.
CVG ha pasado de ser un gigantesco aglomerado industrial que producía, al menos, suficiente flujo de caja para sus operaciones (aunque por la mayor parte de su existencia no ha dado ganancias netas a la Nación) a ser un monstruo en desintegración, importando los productos que debiera estar produciendo, con una gerencia anarquizada y en constante necesidad de dinero del Estado (PDVSA le inyectó $700 millones el año pasado) para no cerrar sus puertas. La empresa está en coma permanente, mantenida viva artificialmente después de haber sido sometida a todos los abusos imaginables por parte de los gobiernos de los últimos cuarenta años y por sectores de la región que le dio el nombre que le han chupado el alma. Sus empresas dan dolor: ALCASA está podrida y VENALUM vapor el mismo camino. SIDOR es un caos sindical / político y CADAFE ha sido por años, un noble gigante que ha soportado el maltrato de gobiernos y empresas del Estado que usan su producto la electricidad sin pagarle. El gobierno cabalga sobre un caballo que se muere de hambre.
Se pudiera decir que las dos instituciones arriba mencionadas representan un inmenso fracaso predominantemente económico, aunque ese fracaso tenga un importante componente de corrupción espiritual. Pero la tercera institución, el ejército, representa un fracaso esencialmente espiritual, con un importante componente económico. Se trata de la más iva prostitución de un sector de la sociedad venezolana, el cual ha violado su misión, convirtiéndose en una institución parasitaria al servicio de proyectos políticos personales. He vivido dos dictaduras en Venezuela, la de Pérez Jiménez y la de Hugo Chávez y ambas han estado claramente apuntaladas por el ejército. En realidad, más que dictaduras de un solo hombre han sido dictaduras de la institución armada, comprada por el tirano del momento para mantenerse en el poder, en abierta actitud de traición a la Nación. Durante los gobiernos democráticos el ejército no dejó de conspirar, como lo demuestran los golpes de 1992, conocidos en su gestación hasta por el gato del cuartel sin que se metiera a esos sinvergüenzas en cintura. Sus jerarcas se convirtieron en expertos de intrigas palaciegas para lograr prebendas para sus miembros. No creo exagerar al decir que esta institución ha sido un inmenso parásito chupador de la sangre de la nación. Al decir esto, pido excusasa a quellos miembros de la institución quienes soñaron en construír algo mejor sin lograr darle al cuerpo la fisonomía deseada.
Y ahora, ¿qué hacer? No desearía estar en los zapatos de quienes tendrán que enderezar esos y otros gigantescos entuertos. Algunos de los líderes del futuro pensarán que lo mejor será atacar este inmenso problema de manera gradual y progresiva, porque tal estrategia les parecería la única posible de sobrevivir politicamente.
Pero deseo fervientemente que algun día, espero que sea más temprano que tarde, aparezca un(a) líder que pueda emocionar al pueblo venezolano con un genuino mensaje redentor, que lo convenza de no seguir viviendo la mentira, que lo lleve a abandonar el camino de la limosna ya romper con dogmas populistas y patrioteros que le han corrompido el alma. Ese líder si sería un verdadero revolucionario. Inspiraría a nuestro pueblo a dejar de chapotear en el pantano de la cursilería y de la mediocridad y empinarse a fin de llegar a ser de verdad lo que tantos irresponsables pasados y presentes le han dicho que es.
¿Estará él o ella ya entre nosotros? ¿O será un proceso, aún más civilizador y civilizado, de liderazgo colectivo? En el rostro de nuestros jóvenes creo advertir esa promesa.

"Ningún bastardo ganó una guerra muriendo por su país. Él la ganó haciendo que el otro bastardo muriera por el suyo."

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