12/5/12

CHAVEZ Y LA NARCOGUERRILLA COLOMBIANA (I)

Este es el primero de una serie de tres artículos sobre los orígenes de la conexión del presidente venezolano con las FARC_ELN. Uno de los hitos de esta peligrosa relación fue la Masacre de Cararabo. Este tema se vuelto a poner de moda debido al rol que allí jugó el magistrado Eladio Aponte Aponte.  Este relato es un resumen de un capítulo de mi futuro libro sobre la injerencia de Fidel en Iberoamericana que publicaré pronto.
         La matanza de Cararabo ocurrió la noche del 25 de febrero de 1995 en el Puesto Fluvial “AF. Manuel Echeverría” de la Infantería de Marina venezolana. Esa noche esta pequeña guarnición ubicada en la frontera con el Departamento del Vichada en Colombia sufrió 8 bajas. El vesánico asalto que incluyó el descuartizamiento de los cadáveres fue ejecutado por una compañía de unos cien hombres del frente Domingo Lain del ELN. Las autoridades pudieron establecer que la unidad atacante estuvo comandada por el teniente Francisco León Paolini, desertor de la Guardia Nacional de Venezuela. La averiguación sumarial sobre el ataque nocturno al puesto militar fue cerrada prontamente por el gobierno del presidente Rafael Caldera. Como fiscal ad-hoc una mano invisible designó prestamente al maleable coronel Eladio Aponte Aponte para conocer del caso en calidad de Fiscal Militar, sin tener jurisdicción en el mismo. Este funcionario venal condujo una rápida investigación instruyendo un expediente que excluyó la mención de la presencia de Hugo Chávez a pocos kilómetros del sitio del suceso, poco antes que ocurrieran los hechos.
            Aponte cumplió su misión, Chávez no apareció en el expediente y el informe sobre los hechos se extravió en los callejones oscuros de la burocracia. El  caso se engavetó sin investigar a fondo las denuncias de la presencia en el área del teniente coronel retirado. En ese momento tenía apenas un año de haber salido de la cárcel  sobreseído por el presidente Caldera, estaba reconstruyendo el MBR-200 promoviendo la abstención electoral mientras predicaba el posible uso de la fuerza para tomar el poder. Algunos políticos poderosos, incluyendo al Presidente de Venezuela y  al propio jefe golpista, tenían razones para que su nombre no apareciera en el informe de  la averiguación sumarial. Para evitar lectores indeseados este documento se clasificó como supersecreto convirtiéndose en un misterio. Las declaraciones recientes del magistrado Eladio  Aponte Aponte han abierto la caja de Pandora de los casos que conoció. Este hecho me ha dado oportunidad para hacer una investigación de lo ocurrido para tratar de aclarar cuál fue el papel que jugó Chávez en esa oportunidad.
 Hugo Chávez
         A partir del golpe de Estado del 4F Hugo Chávez se convirtió paradójicamente en una estrella política rutilante por haberse alzado, violando su juramento a la Constitución Nacional. Esto sólo puede pasar en Venezuela, porque como dijo Bolívar, “Venezuela es un cuartel.” Prueba de ello es que desde la independencia el país ha sido dominado por la institución castrense. Los militares han gobernado por más del 70% del tiempo trascurrido desde entonces y el pueblo mansamente lo ha permitido.
            El día de la insurrección el ex presidente Rafael Caldera, quien toda su vida fue un político ambicioso, reverdeció sus laureles justificando en un breve discurso el coup d'etat en un acto de oportunismo político. Esa declaración le abrió el camino a su segundo mandato. Aunque Chávez fue a parar a la cárcel, su lugar de encierro se transformó en un santuario de peregrinación. El paracaidista se convirtió en un activo político muy valioso aunque su inclinación ideologica era un enigma. Para los venezolanos más humildes que esperan la llegada de un mesías uniformado que los lleve a la tierra prometida, Chávez lucía como la última edición de ese roñoso arquetipo.
            Luego del golpe la popularidad de Chávez fue en aumento. Su carisma y potencial político era evidente. El paracaidista había leído bien el sentir nacional que en forma miope veía en la corrupción la causa principal de la postración del país, obviando la influencia del deprimido precio del petróleo en la situación. Al mismo tiempo el militar no había entendido que el país quería un cambio pacífico. Desde la cárcel siguió predicando la necesidad del uso de la violencia para tomar el poder.  Para las elecciones de 1993 todos los candidatos manifestaron que dejarían en libertad a los golpistas. Para diciembre de ese año la gran mayoría de los detenidos por la revuelta estaban en libres y reinsertados en los cuarteles luego que sus causas fueron sobreseidas por Carlos Andrés Pérez y Ramón J. Velázquez. Esos golpistas estaban libres, pero no arrepentidos y Yare se convirtió en la Meca de un nuevo culto.
            En diciembre del 93 solo quedaban detenidos los líderes del movimiento MBR-200: Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, Jesús Urdaneta Hernández, Joel Acosta Chirinos y Miguel Ortiz Contreras. Aunque en teoría este era un grupo de iguales, gracias a su “Por ahora” en TV, Chávez se había convertido en el líder máximo. Mientras en la calle la opinión pública clamaba por su libertad, en la cárcel Chávez había convertido el 4F en el equivalente venezolano del asalto al Cuartel Moncada de Fidel. La mayoría consideraba que habían violado la ley, pero como dijo Oswaldo Álvarez Paz “no tenían duda de la rectitud de sus propósitos”. Para la oposición Chávez era un blanco apetitoso. Dirigentes de todo el espectro ideológico empezaron a acercársele para tratar de captarlo para capitalizar su potencial político. Antes de la toma de posesión de Caldera el ex presidente Luis Herrera manifestó creer que Chávez al salir en libertad iba a fundar un partido.
Rafael Caldera
            En las elecciones del 93 Caldera triunfó apoyado por Convergencia que fue un movimiento   político de carácter aluvional. Este partido conocido popularmente como “el chiripero” estuvo conformado por un popurrí de grupos, muchos de los cuales eran liderados por jefes de la izquierda guerrillera  pacificada. Al triunfar la primera acción del presidente electo fue pulsar el sentir militar sobre la liberación de los cinco líderes insurrectos. Estando en situación de retiro en enero de 1994 fui invitado a un desayuno con Caldera en su casa en Tinajero. A ese convite  asistieron el general Rubén Rojas Pérez, el Dr. Fernando Egaña y el Dr. José Antonio Rodríguez. El presidente me preguntó qué opinaba sobre el tema a lo cual respondí que los presos debían ser condenados y luego dados de baja y dejados en libertad. Caldera indicó que eso significaría inhabilitarlos políticamente, a lo cual respondí que ellos habían cometido un grave delito que debía sancionarse. También acoté que la inhabilitación política era aplicable solo durante el tiempo de la condena. No creo haber sido el primero, ni la única persona en darle este consejo al Jefe de Estado. Terminado el desayuno me retiré pensando que el Presidente se inclinaba por el sobreseimiento, aunque no lo dijo expresamente. En ese momento intuí que tras esa decisión había un interés político. Chávez era una mercancía electoral muy codiciada no solo por los caciques políticos locales sino también por Fidel Castro quien sufría el período especial luego del colapso soviético. Como militar sabía que Fidel tenía un gran plan que solo podría desarrollar teniendo acceso a los petrodólares venezolanos.
            En febrero del 94 Caldera asumió su segundo mandato y en marzo otorgó el sobreseimiento a los líderes del alzamiento. Al salir en libertad Chávez se dedico a reorganizar el MBR 200 como su brazo político cívico militar manteniendo abierta la posibilidad de un nuevo golpe de estado. Durante esta época se produjeron varios robos de armas a unidades militares que fueron atribuidos al MBR 200 para fortalecer su arsenal de combate. Paralelamente Chávez se dedicó a predicar la abstención electoral. Entretanto en la Habana Fidel seguía paso a paso sus movimientos.
Fidel Castro
            El 13 de diciembre de 1994 Chávez viaja a La Habana atendiendo una oferta hecha por el embajador Germán Sánchez Otero para disertar sobre Bolívar en la Universidad de La Habana. Esta invitación encubría la verdadera razón de la visita. Fidel tenía un plan para controlar a Venezuela como paso inicial de un proyecto de expansión de su proyecto iberoamericano. Para ejecutarlo necesitaba captar al popular golpista que lucía como un presidente en potencia. El sabía que Chávez había sido infiltrado por Douglas Bravo, pero que a raíz del golpe del 4F había ocurrido una ruptura. Ahora era el momento de atraerlo y vengarse de los desaires que le hizo Bravo en 1966.
            Al aterrizar en el aeropuerto José Martí de La Habana el vuelo de VIASA en que venía el invitado especial, el piloto  recibió instrucciones de colocar la nave frente a la rampa presidencial. Al abrirse la puerta del avión un funcionario de la cancillería cubana solicitó al Tte. Coronel Hugo Chávez y lo acompañó a tierra. Al bajar la escalerilla lo esperaba emocionado Fidel Castro con el alto mando del gobierno revolucionario y una multitud de periodistas y fotógrafos. Una vez frente a frente por primera vez Fidel lo abraza fuertemente estableciendo una poderosa corriente de empatía. Chávez impactado por el gesto confesó a los periodistas Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez: “recuerdo su abrazo y sobre todo su mirada que me traspasaba y que veía más allá de mí mismo”. A partir de ese momento el golpista quedo hipnotizado por el cubano y deslumbrado dejó de pensar por sí mismo, convirtiéndose en un títere de Fidel.
            La invitación de Fidel no era desinteresada. Cuba estaba en medio del terrible “período especial” de recesión económica que se inició antes del colapso soviético en 1991. A finales de los años 80 la reducción del subsidio del Kremlin y el fracaso de los planes agrícolas y pecuarios del régimen había causado desabastecimiento. Al llegar Chávez por primera vez a Cuba la isla necesitaba desesperadamente ayuda. El paracaidista venezolano constituía una tabla de salvación. Su popularidad era inmensa y su potencial para llegar a convertirse en presidente no era deleznable. Para Fidel seducir a Chávez era una cuestión de vida o muerte. Debido a la crisis económica Fidel había empezado a desarrollar el turismo como fuente de ingresos con inversionistas europeos. Esta nueva fuente de divisas no era suficiente para satisfacer las necesidades de la isla y menos para acometer los planes de expansión geopolítica de Fidel. En ese momento la posibilidad de una hambruna titilaba en el horizonte.
            Para generar los recursos adicionales necesarios para mantenerse en el poder,  Fidel empezó a desarrollar operaciones encubiertas con la guerrilla colombiana que se había apoderado del negocio de la cocaína. Pronto Fidel a través de sus lugartenientes se convirtió en un gran jefe de cartel al permitir que el territorio cubano sirviera de santuario y trampolín del flujo de estupefacientes hacia Europa y los Estados Unidos. Estas operaciones secretas fueron diseñadas de tal manera que su responsabilidad no fuese rastreada ni probada para evitar sanciones internacionales. De esta manera furtiva Cuba se fue convirtiendo en un narco Estado. Fidel justificaba sus acciones con la mentira piadosa que para él la droga era un arma más de la lucha contra el imperio.
            Para gerenciar la nueva fuente de ingresos Fidel estableció con un grupo de militares de su mayor confianza un equipo ultrasecreto encabezado por el general  Arnaldo Ochoa. Este grupo entró en contacto con las guerrillas colombianas iniciando un activo tráfico que generaba mas divisas que el turismo. El negocio de los estupefacientes además de abundante flujo de caja engendra corrupción y problemas morales de todo tipo. En 1989 Fidel se enteró que Ochoa y otros miembros de la banda estaban desviando fondos para su uso propio. Lo peor era que dado su prestigio militar el general Ochoa se estaba convirtiendo en una alternativa de poder en Cuba y esto era inaceptable.
            Para entonces la DEA investigaba el aumento del flujo de drogas en la región y ponía su lupa sobre Cuba. Para despistar a los investigadores y eliminar un peligroso rival Castro ordenó la detención de Ochoa y sus lugartenientes. Pese a sus vehementes votos de fidelidad Fidel decidió en forma sumaria acusarlos de narcotraficantes procediendo a fusilarlos como chivos expiatorios. De esa manera reafirmó su liderato interno y se desmarcó del negocio de los estupefacientes dando a entender que el no formaba parte de la banda. Simultáneamente hizo ver al resto de la organización clandestina que castigaría con la muerte a los corruptos. Al hacer hacerlo mostraba al mundo que actuaba con energía y dureza contra los carteles de la droga. Entretanto Castro en forma solapada y discreta continuó en forma encubierta sus relaciones con las guerrillas colombianas para el suministro de la droga. Probablemente debe haber recomendado a su nuevo discípulo venezolano que para recabar fondos y recabar armas debía refrescar sus viejos contactos en la frontera llanera. Ese fue el inicio de una oscura relación cuyo relato continuará mañana.

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