26/5/12

Cojitranco



No puede menos que reconocerse la pertinencia de la campaña, llamémosla electoral, que como caballo desbocado diseñaron los asesores del PSUV. Reúne los ingredientes de un buen plato. Lo primero, convertir en fortalezas las inocultables debilidades del gobierno. Lo segundo, desmoralizar o dividir al adversario con el objeto de que sienta la inutilidad de seguir compitiendo. Conforme al filósofo clásico de la guerra, mayor general Carl Clausewitz, el objeto de ella no consiste en aniquilar al enemigo sino en desarmarlo, ponerlo en condiciones tales que no quiera seguir luchando.


En la Academia Militar, el líder del sedicente proceso bolivariano habrá compartido la común admiración de los hombres y mujeres de uniforme por este gran teórico teutón, comparable a Sun Zhu. Es de suponer que habrá tomado consciencia del imperceptible paso atrás que acaba de dar, a lo menos en su hirviente retórica: si en tiempos mejores, de plétora de emociones, amenazaba gozoso con convertir en polvillo lunar a quienes se le pusieran a tiro, ahora sólo quiere "desarmarlos". Ya es algo.

No es improbable que este retroceso refleje pérdida de fortaleza, cosa que tampoco debe darse por segura. Pero es cierto que el gobierno parece tener todo en contra. Son muchos sus problemas. Para mencionar sólo los más recientes, pensemos en el escándalo de la narco-corrupción reanimado por las tremendas confesiones de dos magistrados del TSJ, al alimón con el señor Makled, un barón de la droga cuya conexión civil-militar con el régimen alcanzó las más altas cotas. Tengamos presente también el horror carcelario que erupcionó en el cráter de La Planta. Las secuelas serán mucho peores debido al traslado de su población a los demás ya sobresaturados penales. La aritmética es sencilla hasta para un asno: apiñar más reclusos en menos establecimientos sólo puede terminar en una guerra sin reglas.


2 Hacer de la debilidad fortaleza es una aspiración muy extendida, pero a veces resulta tan exigente que no puede llevarse adelante sin un descomunal uso y abuso de poder y medios. Lo que algunos no terminan de entender es que en el área de propaganda y comunicación los métodos se han perfeccionado tanto que alcanzan exquisita sutileza o bárbara eficacia. La forma abusiva como los aplica el gobierno deja ver una estrategia fácil de descubrir porque la diseñaron a última hora para un tiempo relativamente corto. Lo que pierda en inteligente combustión lenta, puede recuperarlo con prácticas de apabullamiento. Pero por eso mismo son difíciles de ocultar y por ende pueden ser desvestidas y contrarrestadas. No obstante el vasto campo de la disidencia fue inicialmente tomado por sorpresa y desconcertado, pero ya tiene control de la situación sin salirse del cauce de su política ni perder la serenidad Convencer a Capriles Radonski y la UD de que, pese al estupendo éxito de sus recorridos no les queda sino rendirse, es una osadía sin límites, habida cuenta de que es el gobierno el que se encuentra en posición falsa, en tanto que la alternativa democrática resolvió en la raíz las decisiones que aquel no sabe cómo solucionará sin romper la unidad partidista.

Confiado en su descomunal predominio de medios, poder y dinero, el Gobierno practica un jactancioso y forzado triunfalismo. Bota la casa por la ventana publicando encuestas destinadas "a probar la abrumadora mayoría" con la que el Presidente físicamente menoscabado tiene la infantil ilusión de derrotar al joven y lúcido atleta que lo enfrenta. No lo critico por hacer eso, salvo su uso inmoral de los recursos públicos. No critico tampoco la declaración de José Vicente Rangel a tenor de la cual se sintió preocupado porque la derrota de la oposición sería apabullante y eso no le convendría al país. Golpe demasiado "telegrafiado" ­como se dice en el argot del boxeo­ para ser eficaz. Pero no es ilícito. Defiende su bandería sin ruborizarse por la falacia en la que incurre, y de paso elude temas muy delicados que exigen respuesta seria y urgente investigación. A ambas el gobierno les huye como al fuego. Gracias pues, amigo, pero tu preocupación no es necesaria porque no va a pasar tal cosa sino todo lo contrario.


3 He leído trabajos de connotados colaboradores del gobierno, mas intentos de darle cuerpo al atrabiliario socialismo del presidente, sólo he encontrado tres: el de Dieterich, hoy alejado del chavismo, el de Haiman El Troudi, separado oportunamente del Ministerio de Planificación y los de William Izarra, quien no ocupa el lugar en la jerarquía del poder que por historia y conocimientos merece más que los aspirantes al solio presidencial. De Dieterich y El Troudi me ocupo en Socialismo del siglo XXI, que escribí a dos manos con Freddy Muñoz. A William Izarra me referí en mi libro La Pesada Planta del Paquidermo. A todos con respeto, reconociendo su esfuerzo, sin perjuicio de criticarlos sin concesiones Izarra reconoce avances de la UD, desatendiendo el desgarrado mandato de referirse a ella sólo para denigrarla y minimizarla. No se aparta, claro, de la línea de dar por descontada la victoria del reincidente líder, pero reconoce en Capriles habilidad para llegarle al pueblo.

Si el voto adversario ­dice­ alcanza unos 6 millones, la revolución estará amenazada. Precisamente es esa la cifra identificada con rigor técnico como lecho de rocas de la UD. Para Izarra la oposición aprovecha la negligencia social del PSUV. Leopoldo ­subraya­ tomó en Anzoátegui barrios chavistas huérfanos de atención revolucionaria.

Demasiado homenaje a la realidad el de William. Se puede entender por qué se ha visto impelido a sumirse de nuevo en el silencio.

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