Varios altos mandos del Ejército venezolano libran una sorda lucha por el poder político y el control de la droga
La
guerra por el poder abierta en el chavismo no es sólo por el control
político, sino también por el dominio del tráfico de drogas, esferas que
en realidad están muy entrelazadas a juzgar por las informaciones cada
vez más completas que están saliendo a la luz. Un detallado informe es
el aportado por el general de división retirado Carlos Julio Peñaloza,
con residencia en Estados Unidos.
El
asesinato a balazos el pasado 19 de abril del general Wilmer Moreno
supone «el inicio de una guerra entre bandas rivales de traficantes de
droga», según Peñaloza. Varios de los altos mandos militares implicados
en narcóticos pertenecieron a la camarilla de Hugo Chávez de sus
primeros años en el Ejército, y se han visto favorecidos por él a lo
largo de sus carreras, como Moreno, el capitán Luis Aguilarte —también
asesinado— o Henry Rangel, actual ministro de Defensa. Algunos se
encuadraron en bandos de droga opuestos.
Durante
mucho tiempo el negocio de la droga estuvo dominado por Walid Makled,
un civil que contó con la cobertura de los gobernadores militares de los
lugares donde operaba. Entre 2000 y 2006, Makled estableció una red que
recogía la droga de las FARC de los llanos colombianos a través de las
fronteras con los estados venezolanos de Apure y Tachira (sus
gobernadores, Luis Aguilarte y Blanco de la Cruz, respectivamente,
amparaban las operaciones) y era transportada hasta la ciudad de
Valencia, para ser embarcada en Puerto Cabello (todo ello en el estado
de Carabobo, cuyo gobernador, Luis Felipe Acosta, también daba
protección).
Con
el tiempo, la red de Markled, conocida como cartel de Beirut por el
origen libanés del capo, comenzó a tener competencia debido a la
implicación directa en el negocio de mandos del Ejército, en lo que
acabaría siendo el cartel de los Soles, cuya figura central es el
general Clíver Alcalá, hoy erigido en el gran «zar de la droga» de
Venezuela. Destinado en el estado de Zulia, Alcalá también negoció con
las FARC y logró poner en marcha otra vía de entrada de la droga a
Venezuela. Para boicotear esa intrusión en su negocio, en 2005 Markled
dio aviso a la Guardia Nacional de un transporte del cartel de los
Soles, que provocó la detención del teniente coronel Pedro Maggino. Este
sería juzgado benévolamente en un juicio amañado por el juez Aponte,
por presiones directas de Chávez, según ha denunciado el magistrado.
Aponte
en realidad trabajaba para los dos carteles, aunque cuando entraban en
colisión él se remitía a las órdenes de Chávez. Durante años estuvo
cobrando cerca de 70.000 dólares mensuales de Markled, según ha
asegurado este, quien además disponía de un carnet firmado por Aponte
que le servía de salvoconducto. Cuando en 2007 el general Alcalá fue
destinado a Valencia, este intentó tomar la infraestructura que el
cartel de Beirut tenía allí y en Puerto Cabello. Ahí se desencadenó una
guerra entre ambas mafias. Makled fue detenido al hallarse en su finca
400 kilos de cocaína, cuya colocación él atribuyó a Alcalá. Makled huyó a
Colombia y fue extraditado en 2011. Su juicio comienza ahora, y es lo
que ha propiciado la fuga a EE.UU. del juez Aponte, para evitar un
ajuste de cuentas que ya se ha cobrado algunas muertes.
Tras
el cerco del gobierno colombiano a las FARC, la mayor parte del tráfico
de droga circula a través de territorio venezolano. La oficina de las
Naciones Unidas contra la droga estima que la mitad de la mercancía
llegada a Europa ha salido de Venezuela, que además exporta a Estados
Unidos a través de México, con escala en Haití, República Dominicana,
Guatemala y Honduras.
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