Siempre me ha llamado la atención el por qué los venezolanos
se sienten avergonzados de decir que son de “derecha”. Todos se definen como de
“izquierda”. Creo que hasta Rafaél Caldera pretendía, en ocasiones, ser de “izquierda”,
cuando exhibía algunos desplantes nacionalistas y anti-petroleros,
especialmente contra los estadounidenses. Aún no he podido establecer cual es
la razón para la verguenza, ya que ser de “derecha”,además de ser una
clasificación difusa (como la es, también, el ser de “izquierda”), no entraña
algo pecaminoso o tenebroso. El ser de “derecha” no implica ser pedófilo o
drogómano . Pero lo cierto es que nadie en Venezuela quiere ser definido como “derechista”.Ser llamado así equivale, casi, a una mentada de madre. Porque el de “derecha”,
en la mitología venezolana “no es progresista, odia a los pobres, es racista y
puede hasta llegar a ser monógamo”.
Cuando jugaba al beisból yo lanzaba a la derecha y bateaba a
la izquierda. Y así somos en la vida, una mezcla de muchas actitudes, hasta
contradictorias.
Sin embargo, creo que
puedo decir que soy, esencialmente, de “derecha
y, ciertamente, ni soy racista ni odio a los pobres. Eso sí, no
me gusta la gente cursi, no importa su tono de piel o condición social. Creo en
la sobriedad de maneras, en la cordialidad, la cortesía, en la familia, en la tradición, en el apego al
pequeño terruño. No creo que mi país sea el mejor del mundo ni que el vino de
piña de Carora se sirva en La Tour de
Argent, en París, cuando repican duro. He tenido oportunidad de conocer
bastantes países cuyas sociedades exhiben cualidades que ya quisiéramos tener
nosotros. Soy muy conservador en asuntos financieros, es decir, he trabajado duro
toda mi vida, ahorro lo que puedo y
nunca he comprado un billete de lotería. Hace muchísimos años sellaba un
cuadrito de ocho bolívares casi todas las semanas porque me divertían las
carreras de caballos, pero hasta allí llegó mi coqueteo con el atajo. Creo en
los derechos pero también en cumplir con mis deberes. No espero nada del Estado
y ciertamente no sería incondicional de
un líder politico solo porque he recibido sus favores. Creo en la solidaridad y en la labor comunitaria pero desprecio a quienes
viven de las limosnas del Estado paternalista. Pienso que quien recibe limosnas
del Estado se degrada, pierde dignidad.
No soy machista. Creo que la mujer tiene ventajas sobre el
hombre en muchos aspectos de la vida, es generalmente sensata y me encantaría
ver a una mujer en la presidencia de mi país. Eso sí, una mujer competente, no
una Cristina Kirchner cualquiera o a una
joven ignorante impuesta allí por el papá. Me gusta la buena literatura, la
buena música, la poesía lírica inglesa , las biografías y la ciencia-ficción, pero no la débil novelística venezolana costumbrista.
Disfruto del buen humor de un José Antonio Cabrujas, Job Pim, Laureano Márquez, Miguel Otero,
Manolo García Maldonado, Aquiles
Nazoa, pero no tanto del de Aníbal ( muy
agrio) y pienso que en este campo el país muestra grandes representantes. Estoy
más cerca de Amiel que de Don Juan. Admiro
a los sacerdotes salesianos y me conmueven las iglesias aunque no tengo
religión. Nunca he andado con El Capital debajo del brazo, pero si con La
Montaña Mágica de Thomas Mann. Me gustan las canciones de Ilan Chester y, si
hablamos de cantar con tambores, me quedo con el indio Araucano y no con Mercedes
Sosa. Aborrezco la canción de protesta y me irrita que el hamponato
revolucionario haya convertido al pobre Alí Primera en un instrumento de la
lucha de clases. Me gusta mucho el beisból, no tanto el futból y nada el
baloncesto. Pienso que el patrocinio venezolano a un corredor de Fórmula Uno es
una ridiculez solo comparable a bautizar un tanquero petrolero con el nombre de
la Negra Hipólita. Nunca he fumado desnudo ni bailo mirándome los piés, hábitos
mencionados por Aquiles Nazoa como gfrecuentes en el “izquierdismo”.
Nunca logré entender, con una o dos excepciones, los cuentos
que premiaba El Nacional . Cuando quiero leer a un intelectual venezolano voy a
los libros de Briceño Iragorry, Picón Salas, Díaz Sánchez o Herrera Luque, no de
Earle Herrera. Antes leía El Nacional
pero hoy leo El Universal. No creo en el aborto. Tomo whisky, casi nunca ron.
Nunca le he quitado la mujer a otro, lo cual es un signo de liberación y de mentalidad acanzada en algunos sectores
del “izquierdismo”. No me gusta recitar
poemas llaneros, sobre todo con acompañamiento de cuatro y maracas, ni que me
canten El Rey en mi cumpleaños. Rechazo la impuntualidad, sobre todo la de los
presidentes. No creo en el concepto de industrias básicas, ni en el control de
la economía por parte del Estado sino en la libre actividad del sector privado.
Que el Estado se encargue de mantener las calles limpias, mejorar la
infraestructura del país y de regular las actividades educativas y de salud. Me
baño todos los días, otra característica que parece diferenciar a los
“derechistas’ de los “izquierdistas”. Nunca corté caña en Cuba ni sembré yuca
en Nicaragua. Pienso que el lema “Ejército forjador de libertades” es una
mentira y sueño con una Venezuela sin el lastre de unas fuerzas armadas.
Me entristece oir hablar de “nuestra linea aérea bandera”,
una señal inequivoca de complejo de inferioridad. Creo que el cultivo de dogmas
y mitos patrioteros nos ha hecho mucho daño y nos seguirá haciendo mucho daño,
ya que muchos de los líderes politicos nuevos siguen rindiéndoles pleitesía. Les
oigo decir: continuará la inamovilidad laboral, no vamos a
desmontar el control de cambios, reforzaremos las misiones, promoveremos las
industrias “estratégicas” en manos del estado, la CVG es para los guayaneses, la educación debe ser gratuita a todos los
niveles, la universidad no debe ser elitiusta, la gasolina permanecerá barata, somos solidarios con los países progresistas (Nicaragua,
Bolivia), China sí, USA no. Más de lo mismo.
No creo que ser rico es malo, como dice hipocritamente
Esteban, si la riqueza es el producto del talento y del trabajo y estoy seguro
de que hay mucha gente con dinero bien ganado. Pienso que quien quiera irse a
otro pais a vivir debe sentirse libre de hacerlo, sin ser estigmatizado por
ello. Me considero un ciudadano del mundo y estoy seguro de que el hombre
viajará al espacio y que ello terminará por completo con los nacionalismos y
las fronteras articiales en nuestro planeta.
No creo en los controles de cambio sino en los cambios de actitud.
Pero, realmente, al final de cuentas, nunca he sabido de que
se trata, exactamente, eso de “derechas”
e “izquierdas”. Si se trata de definir una actitud ante la vida repito que
todos somos una mezcla de “derecha’ y de “izquierda”. Cada uno de nosotros es
un original, sin copias, lo cual puede ser
afortunado en algunos casos (Hitler, Stalin, Esteban) y una desgracia en
otras (Einstein, Brahms, Lincoln).
En los toros se dice que la “izquierda” es la de cobrar.
Agregaría que la “derecha” es la de producir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario