Fue de tal magnitud el trallazo moral que les propino el Aponte,
en plena línea de flotación y a pocos meses de la confrontación electoral – que
nadie se llame a engaño, es una confrontación de pronósticos reservado aunque
intuido – que el chavismo de la godarria, hasta los pies vestido de tentación,
ha subido al escenario a bailar Can – can, pero a ritmo de rumor sobre la
enfermedad presidencial: El insumergible ministro del interior salta – pote de
humo en mano – a tratar de relacionar una red de lavado de dinero con las
gobernaciones de Carabobo y Nueva Esparta – inopia mental - a ver si la
atención se desvía de la férrea acusación que le lanzó en recta asesina por el
mero pecho el Aponte en los predios del imperio que los enloquece.
La histeria discursiva y los manifiestos
de limpieza de sangre revolucionaria de los señalados por el dedo embarrado del
Aponte dejan un tufo que enrarece la atmósfera, a pesar de los intentos fútiles
de endosarle a la oposición la culpa de que una de sus máquinas de venganza y
vergüenza se enculillara – y no es para menos con las sombras de Danilo y
Aguilarte rondando su esquina - y salvara el pellejo - el asesinato del general
Moreno – “no podrán callar lo que sabía mi padre” - le daría la razón. Y a
punta de documentos y expedientes, sacados en sucesivos viajes al exterior,
que, supuestamente, constituyen “pruebas irrefutables” contra sus antiguos
camaradas, se convirtió en bocatto
di cardinale para los
gringos.
El Aponte es un chavista clásico - toda su
humanidad refleja su torpe condición - que derrochó carencia absoluta de
escrúpulos para cumplir órdenes sórdidas – hayan sido directas, indirectas o
presentidas - a favor del proceso que lo colmó de honores y dignidades
inmerecidas, y que hoy lo acusa de “basura, narcotraficante, ladrón, estafador,
criminal, corrupto y delincuente” – el destino de Walter Raleigh – y de ser
instrumento de la oposición y del imperio para desprestigiar al impoluto
Chávez, todo con tal de escapar a las lesiones que inexorablemente ocasionarán sus
verdades, como si la oposición lo hubiera ascendido a general o designado
fiscal militar o presidente del circuito judicial penal de Caracas o amigo
íntimo del presidente - ¿por los favores recibidos al engavetar la denuncia de
monseñor Velazco que señalaba al “comandante Chávez” como el informante del ELN
en el ataque a Cararabo?, como rememora Rafael Rivero: http://www. noticiascentro.com/2012/cararabo.
De los señalados, varios tienen ya cruz de
ceniza internacional en la frente y no es asunto de despachar con desarreglos
hormonales ni con cognomentos patibularios – “ratas” llamó el Serra a diez
millones de ciudadanos que adversamos el comunismo, a lo que el diputado Miguel
Ángel Rodríguez le replicó “más rata y más cloaca eres tú, pedazo de m…alandro”
- arrestos que deben manifestarse públicamente en estos días en los cuales las
confesiones del Aponte, que, de ser ciertas, evidenciarían que “estamos
gobernados por simples criminales” como sostuviera el expresidente del
Conacuid, Bayardo Ramírez.
El asunto no es que se haya develado que
alguna de esta gente anda por los caminos oscuros del delito prevalidos de su
condición impune – la tos y los reales no se pueden esconder - sino que se
trata de señalamientos de un alto jerarca del régimen, de la íntima confianza
del presidente, cuya voz está más que autorizada – por inmoral y cínica que sea
– para ser creíble en las instancias internacionales, y no de los deleznables
procedimientos judiciales, sino de la connivencia con el tráfico de narcóticos,
lo que etiquetaría como forajido al Estado venezolano, a menos que
contundentemente se demuestre lo contrario, y eso no se logra con poses
histéricas ni histriónicas ni repartiendo culpas infantiloides ni jugando bolas
criollas de anime allá en Cuba para espantar el miedo – malgastando tiempo y
recursos venezolanos - ni declarando idioteces como que “el narcotráfico es
producto del capitalismo”, sino saliendo al paso, de frente y dando la cara,
invitando a las distintas organizaciones antinarcóticos del mundo para que se
investigue al detalle tanto a los señalados - demostrando así que la República
no es guarida de delincuentes – como la posición del gobierno frente a este
delito – explicaría por qué sacó a la DEA - que, como la posesión de bombas
nucleares, preocupa a toda la humanidad y por lo tanto debe ser materia bajo
observación directa de las Naciones Unidas.
Invocar “soberanía” y “libre determinación de los
pueblos” – ni el narcotráfico ni la violación de derechos humanos
son “asuntos internos” - forma parte del conjuro con el cual se escudan los
gobiernos dictatoriales o forajidos para cometer sus crímenes.
En conclusión
El delicado señalamiento del Aponte – un
hombre del oficialismo duro como lo fue Mackled, Carlez o Alvaray, entre otros
que seguro saldrán a luz, ¿por qué será tan permeable? - no forman parte de ningún
plan conspirativo, es la reacción de un tipo asustado por haber sido convertido
en cabeza de turco para purgar en sí todas las culpas de los acusados por el
Mackled, que ahora, súbitamente, recuerda que le pagaba 300 millones de los
viejos todos los meses - ¿qué hubo pa´eso?, ¿dónde los depositaba que el
chavismo lo ignoraba? – que puso lo que sabe a disposición de las autoridades
gringas que se lo arrebataron a los agentes cubanos y nicaragüenses en Costa
Rica.
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