24/6/12

Carta pública a Jorge Rodríguez sobre declaraciones del 14 de abril de 2012

Ciudadano
Jorge Rodríguez
Presente.-­
He meditado antes de hacer esta carta, pues la verdad es que Ud., no sólo no merece una respuesta mía, sino que no merece, tan siquiera, ser oído o leído. Sin embargo, visto el tenor en el que se refirió a mí en declaraciones transmitidas en fecha 14 de los corrientes por el canal Venezolana de Televisión1, he decidido que la opinión pública venezolana tiene derecho a que alguien lo ponga en su sitio.
En primer lugar, hablemos de quien es Usted y de quien soy yo. Debo advertirle que no acostumbro a hacer señalamientos personales. Mis reclamos siempre los he canalizado a través de los órganos de justicia, aún sabiendo el estado lastimoso en el que se encuentra la justicia en Venezuela y que de una manera francamente vergonzosa confesó el, hasta hace pocos días, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, Eladio Aponte Aponte. No obstante, en esta oportunidad haré una excepción y ante la opinión pública diré quien es Jorge Rodríguez y quien es Nelson Mezerhane. 
Usted hizo su aparición en la vida pública venezolana mintiéndole al país. Sí, fue designado Presidente del CNE, cargo que supone imparcialidad política, neutralidad e independencia. En sus manos fue confiada la voluntad popular, en la seguridad de que ésta sería respetada y nunca manipulada en favor de una determinada tendencia política.
Pero luego ¡Qué sorpresa! cuando al salir de ese cargo, con una reputación harto dudosa por cierto, recibió de manera inmediata su recompensa por la lealtad demostrada al “proceso revolucionario”, al ser nombrado Vicepresidente de la República (el cargo de mayor jerarquía y confianza que puede otorgar el Presidente de la República). 
Las sorpresas y el descaro no se detuvieron allí. El “Independiente y neutral” ex presidente del CNE resultó miembro del PSUV e incluso fue elegido Alcalde del Municipio Libertador con el apoyo de esa tolda política y hoy encabeza el comando de campaña para la reelección del “por ahora” Presidente de la República. 
Hablemos ahora de su conducta como “revolucionario” y funcionario público. ¿Podría responderle al país -­al cual está obligado a rendirle cuentas-­ sobre el origen de su riqueza? ¿Dónde vivía usted antes del “proceso revolucionario”? ¿Cómo llegó a vivir en un apartamento en el edificio Colonial Palace, ubicado en el sector la Corniche en Altamira alorado en un millón de dólares? ¿Es cierto que cuando sufrió un accidente de tránsito hace pocos años, fue usando un lujoso vehículo Audi? ¿De dónde obtuvo los recursos para adquirir semejantes bienes? ¿Del ejercicio de la psiquiatría? ¿Fueron acaso comprados con la herencia que le dejó su padre? O ¿Provienen de ciertas cuentas en Panamá que usted y su hermana conocen bien? o ¿Será que, cómo publicó en el año 2007 el diario La Razón, parte de esos bienes pertenecían Moisés Maionica, el representante de una empresa que tenía contratos con el CNE bajo su presidencia y que, a la vez, es tristemente célebre por el caso de la valija de Antonini Wilson? 
¿Recuerda cuando el Nuevo Herald develó las “vacaciones” que usted disfrutó en un lujoso resort de Boca Ratón y que fueron pagadas por una empresa extranjera, dos meses antes de que el CNE que usted presidía le adjudicara a esa misma empresa un contrato por 26.2 millones de dólares? La misma empresa a través de la cual habrían sido triangulados más de 300 Millones de dólares en comisiones, según publicó, igualmente, el Diario La Razón.¿Es cierto que recientemente cambió su lujosa residencia en Altamira, por otra en la Alta Florida, donde entre sus vecinos se cuentan banqueros (capitalistas a los cuales dice adversar) y otros compañeros de revolución, como la Fiscal General de la República? ¿Es verdad que en esa urbanización también mantiene una oficina que nadie sabe quien sufraga? ¿Será cierto que Ud., cancela todos sus gastos en efectivo (como lo hacen aquellos que no quieren dejar rastros ni del origen ni del destino de sus fondos)? Si es así, ¿No debería acostumbrase a pagar con cheques o tarjetas de crédito? Ud., sabe que como jefe del comando de campaña del régimen recibirá donaciones en efectivo, cuidado y haya lugar a que los fondos propios y los de la campaña se confundan. O ¿Será esa la intención? 
Quizá esos bienes de fortuna provienen de su entrañable amistad con Pedro Castillo. Sí, el mismo que estaría involucrado en un presunto fraude que envuelve los fondos públicos que la Promotora Chana recibió del Fondo para el Desarrollo Endógeno para colaborar con el saneamiento ambiental, el desarrollo comunal, generar empleo y recuperar el hotel “Chana Puerto Fermín” Antolín del Campo del Estado Nueva Esparta. El mismo Pedro Castillo de los muy lujosos Ranchos de Chana, que de ranchos sólo tienen el nombre y donde usted, acostumbraba -”como un buen revolucionario” – disfrutar vacaciones. 
Rodríguez, no sea atrevido, no hable de robo, grosería, descaro y desparpajo, porque cuando la opinión pública oye esos epítetos no es mi cara, sino la suya la que se le viene a la mente. Su ex compañero de partido Luis Tascón, lo resumió de una magistral, cuando dijo que usted tenía “debilidades morales terribles”. 
Ahora hablemos de mí. El origen de mis bienes está claro, provienen de una historia de trabajo iniciada por mi padre hace 100 años de la cual me siento profundamente orgulloso y espero sea continuada por mis hijos y nietos. Esa historia, el régimen del que usted forma parte, ha tratado de todas las formas y maneras posibles de enlodarla, sin embargo el esfuerzo ha resultado inútil. 
Todos sabemos -­y su compañero Jaua se encargó de ratificarlo-­ que la decisión de intervenir el Banco Federal la tomó el Presidente de la República quien, en los días previos a la intervención, se comunicó conmigo para advertirme que le “arreglara el problema de Globovisión o me atuviera a las consecuencias”. Antes de eso, Ud., me había amenazado: “cuando el Titanic se esté hundiendo, llámeme”. ¿Lo recuerda? Se quedó esperando mi llamada. 
No siga inventando razones, no siga diciendo que robé dinero, no siga. Que no sólo le queda mal imitar a su jefe, riendo y burlándose de las personas que dedicamos nuestra vida a trabajar por el país (no a exprimirlo y asaltarlo) sino que además, da lugar a que esa gente a la que trata inútilmente de confundir, se haga preguntas sobre usted. 
En todo caso, sería interesante saber por qué al momento de hacer sus destempladas declaraciones contaba con información sobre los ahorristas del Banco Federal ¿Ha sido parte de la junta interventora? ¿Ha sido usted parte de la junta liquidadora? De lo que conozco, estas juntas deberían ser y actuar de forma independiente, sin “repartir” información sobre los clientes de las instituciones intervenidas o en proceso de liquidación. Sería interesante saber por qué usted cuenta con esa información y por qué en el marco de un acto como jefe de campaña del Comando Carabobo, tenían esa lista tan “a mano”. Claro, es que yo aún tengo en mente un Estado de Derecho y no un Estado Comunista, donde el Estado y el Partido se confunden. 
¿Sabe por qué, como usted mismo dice, los trabajadores de Globovisión, los de Venevisión, los de la Universidad Simón Bolívar, los de la Policía Municipal de Chacao, los de la Contraloría Municipal de Baruta, tenían depositados sus fondos en el Banco Federal? No se trata de ninguna razón oscura, como las que le rodean. La razón es la misma por la cual la Caja de Ahorros de la Guardia Nacional tenía sus fondos depositados en el Banco Federal. Esto es, porque el Banco cumplía a cabalidad con el ordenamiento jurídico que regía su actividad -­como su compañero de partido Hernández Behrens tuvo a bien informar en los días previos a la intervención-­ y además, porque el público confiaba en el Banco y confiaba -y sigue confiando-­ en mí. Porque yo, Rodríguez, soy decente. Porque mis instituciones eran serias, porque funcionaban, porque la gente quería -y hoy añora-­ “al Federal”. 
Obviamente la Alcaldía de Libertador no mantenía sus recursos en el Banco Federal, porque los valores de confianza y eficiencia no eran las compensaciones que su Alcalde está acostumbrado a recibir. 
Ya que usted afirma que el “Gobierno” fue el encargado de devolver el dinero de esos fondos de prestaciones y cajas de ahorros que eran clientes del Banco, le pregunto: ¿Sabe usted por qué no fueron liquidados, mediante subasta pública, los activos del Banco para cubrir los pagos de esas prestaciones? ¿Sabe usted por qué la Torre Principal del Banco Federal en El Rosal fue “regalada” Bicentenario? ¿Por qué la cartera de créditos del Banco (una de las mejores del sistema financiero venezolano) fue traspasada al Banco de Venezuela a un precio ridículo? ¿Por qué las agencias del Banco Federal fueron “repartidas”-­ como si de un botín se tratara-­ entre los bancos públicos? ¿Por qué los bienes del banco pudieron ser adjudicados a dedo, regalados y desaparecidos? ¿Por qué los bienes de todas las empresas no relacionadas al Banco, que fueron igualmente intervenidas, corrieron igual suerte?
¿Sabe usted por qué un General de la Fuerza Armada reside -como si de una casa de habitación se tratara-­ en la que fuera mi oficina en la Torre Federal? ¿Por qué otro General se ha apoderado de una de las fincas propiedad de una compañía del Banco Federal? ¿Por qué la casa de mis padres en Caraballeda, construida en los años 50, antes de que Ud., naciera y que pertenece por herencia no sólo a mí, sino también a mis hermanos -­que nada tienen que ver con las venganzas políticas que usted, sus compañeros de partido y su jefe han implementado en mi contra-­ es utilizada para hacer fiestas y bailotear (hemos visto las fotos y las publicaremos) bajo el disfraz de “una medida de aseguramiento” por su compañero de partido, el también General y Gobernador del Estado Vargas, Jorge García Carneiro? 
¿Cómo pueden haber sucedido todas estas cosas? Seguramente lo sabe -­ya que se jacta de manejar tanta información-­ pero en todo caso, se lo digo: Porque los bienes del Banco Federal fueron robados, pero no por mí, sino por el régimen que usted fielmente secunda. El Banco Federal contaba con activos sobradamente suficientes para responder de los depósitos del público. A ese público no le pagó el régimen, si así hubiese sido tal partida hubiera estado incluida en el presupuesto nacional para el año 2011 y créame, ese no es el caso. 
Lo que pasa, es que cada quien juzga por su condición y usted, al igual que sus camaradas, quieren hacer ver que yo usé el dinero de los ahorristas del Banco Federal para un provecho particular y que para mí el dinero del Banco era lo mismo que dinero en una cuenta personal. Los que actúan así son ustedes, que, desde hace trece años, usan el dinero y los ingresos del Estado, para dilapidarlos, despilfarrarlos, hacer política barata o simplemente para su provecho personal. Porque para ustedes el dinero de Venezuela, es lo mismo que dinero en una cuenta personal. 
Los trabajadores venezolanos no quieren confiarles sus prestaciones sociales, porque saben que ustedes no tienen límites éticos ni morales. A ustedes no les basta haber acabado con PDVSA, con el BCV, con los bienes que le han “expropiado” (más bien robado) a muchos venezolanos. Saben que ustedes no son decentes, no son serios y además son profundamente incapaces e ineptos pues las cosas que toman (de mala manera) más temprano que tarde, dejan, todas, de funcionar. 
Por más campañas de descrédito, venganzas, persecuciones, amenazas, chistes de mal gusto y manipulaciones de toda índole que quieran orquestar en mí contra, la gente sabe la verdad sobre mí y también sobre ustedes. 
Si quiere hacer declaraciones públicas que sean de interés nacional, deje las risitas de género sospechoso, los chistes de mal gusto y los jueguitos sicológicos de pacotilla (parecidos a los del otro siquiatra de la revolución) y respóndale a la colectividad venezolana las preguntas que aparecen en esta carta. Ellas son sólo una versión resumida de las interrogantes que tiene el pueblo -­que ustedes dicen representar-­ y al que están obligados a contestarle. Aproveche el tiempo, vaya pensando, busque explicaciones porque muy pronto tendrá que darlas. 
Como les aconsejé a sus compañeros Alastre y Hernández Behrens, no olvide la experiencia dejada en los juicios de Núremberg: “Todos los que detentan el poder último en un país soberano, incluso aquellos que disponen de un poder absoluto y están por encima de las leyes de su propio país, saben que no son impunes ante la historia. Esa “historia” comienza muy pronto. 
Nelson J. Mezerhane G.

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