Ciudadano
Jorge Rodríguez
Presente.-‐
He
meditado antes de hacer esta carta, pues la verdad es que Ud., no sólo
no merece una respuesta mía, sino que no merece, tan siquiera, ser oído o
leído. Sin embargo, visto el tenor en el que se refirió a mí en
declaraciones transmitidas en fecha 14 de los corrientes por el canal
Venezolana de Televisión1, he decidido que la opinión pública venezolana
tiene derecho a que alguien lo ponga en su sitio.
En
primer lugar, hablemos de quien es Usted y de quien soy yo. Debo
advertirle que no acostumbro a hacer señalamientos personales. Mis
reclamos siempre los he canalizado a través de los órganos de justicia,
aún sabiendo el estado lastimoso en el que se encuentra la justicia en
Venezuela y que de una manera francamente vergonzosa confesó el, hasta
hace pocos días, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, Eladio
Aponte Aponte. No obstante, en esta oportunidad haré una excepción y
ante la opinión pública diré quien es Jorge Rodríguez y quien es Nelson
Mezerhane.
Usted
hizo su aparición en la vida pública venezolana mintiéndole al país.
Sí, fue designado Presidente del CNE, cargo que supone imparcialidad
política, neutralidad e independencia. En sus manos fue confiada la
voluntad popular, en la seguridad de que ésta sería respetada y nunca
manipulada en favor de una determinada tendencia política.
Pero
luego ¡Qué sorpresa! cuando al salir de ese cargo, con una reputación
harto dudosa por cierto, recibió de manera inmediata su recompensa por
la lealtad demostrada al “proceso revolucionario”, al ser nombrado
Vicepresidente de la República (el cargo de mayor jerarquía y confianza
que puede otorgar el Presidente de la República).
Las
sorpresas y el descaro no se detuvieron allí. El “Independiente y
neutral” ex presidente del CNE resultó miembro del PSUV e incluso fue
elegido Alcalde del Municipio Libertador con el apoyo de esa tolda
política y hoy encabeza el comando de campaña para la reelección del
“por ahora” Presidente de la República.
Hablemos ahora de su conducta como “revolucionario” y funcionario público. ¿Podría responderle al país -‐al cual está obligado a rendirle cuentas-‐
sobre el origen de su riqueza? ¿Dónde vivía usted antes del “proceso
revolucionario”? ¿Cómo llegó a vivir en un apartamento en el edificio
Colonial Palace, ubicado en el sector
la Corniche en Altamira alorado en un millón de dólares? ¿Es cierto que
cuando sufrió un accidente de tránsito hace pocos años, fue usando un
lujoso vehículo Audi? ¿De dónde obtuvo los recursos para adquirir
semejantes bienes? ¿Del ejercicio de la psiquiatría? ¿Fueron acaso
comprados con la herencia que le dejó su padre? O ¿Provienen de ciertas
cuentas en Panamá que usted y su hermana
conocen bien? o ¿Será que, cómo publicó en el año 2007 el diario La
Razón, parte de esos bienes pertenecían Moisés Maionica, el
representante de una empresa que tenía contratos con el CNE bajo su
presidencia y que, a la vez, es tristemente célebre por el caso de la
valija de Antonini Wilson?
¿Recuerda
cuando el Nuevo Herald develó las “vacaciones” que usted disfrutó en un
lujoso resort de Boca Ratón y que fueron pagadas por una empresa
extranjera, dos meses antes de que el CNE que usted presidía le
adjudicara a esa misma empresa un contrato por 26.2 millones de dólares?
La misma empresa a través de la cual habrían sido triangulados más de
300 Millones de dólares en comisiones, según publicó, igualmente, el
Diario La Razón.¿Es cierto que recientemente cambió su lujosa residencia
en Altamira, por otra en la Alta Florida, donde entre sus vecinos se
cuentan banqueros (capitalistas a los cuales dice adversar) y otros
compañeros de revolución, como la Fiscal General de la República? ¿Es
verdad que
en esa urbanización también mantiene una oficina que nadie sabe quien
sufraga? ¿Será cierto que Ud., cancela todos sus gastos en efectivo
(como lo hacen aquellos que no quieren dejar rastros ni del origen ni
del destino de sus fondos)? Si es así, ¿No debería acostumbrase a pagar
con cheques o tarjetas de crédito? Ud., sabe que como jefe del comando
de campaña del régimen recibirá donaciones en efectivo, cuidado y haya
lugar a que los fondos propios y los de la campaña se confundan. O ¿Será
esa la intención?
Quizá
esos bienes de fortuna provienen de su entrañable amistad con Pedro
Castillo. Sí, el mismo que estaría involucrado en un presunto fraude que
envuelve los fondos públicos que la Promotora Chana recibió del Fondo
para el Desarrollo Endógeno para colaborar con el saneamiento ambiental,
el desarrollo comunal, generar empleo y recuperar el hotel “Chana
Puerto Fermín” Antolín del Campo del Estado Nueva Esparta. El mismo
Pedro Castillo de los muy lujosos Ranchos de Chana, que de ranchos sólo
tienen el nombre y donde usted, acostumbraba -”como un buen
revolucionario” – disfrutar vacaciones.
Rodríguez,
no sea atrevido, no hable de robo, grosería, descaro y desparpajo,
porque cuando la opinión pública oye esos epítetos no es mi cara, sino
la suya la que se le viene a la mente. Su ex compañero de partido Luis
Tascón, lo resumió de una magistral, cuando dijo que usted tenía
“debilidades morales terribles”.
Ahora
hablemos de mí. El origen de mis bienes está claro, provienen de una
historia de trabajo iniciada por mi padre hace 100 años de la cual me
siento profundamente orgulloso y espero sea continuada por mis hijos y
nietos. Esa historia, el régimen del que usted forma parte, ha tratado
de todas las formas y maneras posibles de enlodarla, sin embargo el
esfuerzo ha resultado inútil.
Todos sabemos -‐y su compañero Jaua se encargó de ratificarlo-‐ que la decisión de intervenir el Banco
Federal la tomó el Presidente de la República quien, en los días
previos a la intervención, se comunicó conmigo para advertirme que le
“arreglara el problema de Globovisión o me atuviera a las
consecuencias”. Antes de eso, Ud., me había amenazado: “cuando el
Titanic se esté hundiendo, llámeme”. ¿Lo recuerda? Se quedó esperando mi
llamada.
No
siga inventando razones, no siga diciendo que robé dinero, no siga. Que
no sólo le queda mal imitar a su jefe, riendo y burlándose de las
personas que dedicamos nuestra vida a trabajar por el país (no a
exprimirlo y asaltarlo) sino que además, da lugar a que esa gente a la
que trata inútilmente de confundir, se haga preguntas sobre usted.
En
todo caso, sería interesante saber por qué al momento de hacer sus
destempladas declaraciones contaba con información sobre los ahorristas
del Banco Federal ¿Ha sido parte de la junta interventora? ¿Ha sido
usted parte de la junta liquidadora? De lo que conozco, estas juntas
deberían ser y actuar de forma independiente, sin “repartir” información
sobre los clientes de las instituciones intervenidas o en proceso de
liquidación. Sería interesante saber por qué usted cuenta con esa
información y por qué en el marco de un acto como jefe de campaña del
Comando Carabobo, tenían esa lista tan “a mano”. Claro, es que yo aún
tengo en mente un Estado de Derecho y no un Estado Comunista, donde el
Estado y el
Partido se confunden.
¿Sabe
por qué, como usted mismo dice, los trabajadores de Globovisión, los de
Venevisión, los de la Universidad Simón Bolívar, los de la Policía
Municipal de Chacao, los de la Contraloría Municipal de Baruta, tenían
depositados sus fondos en el Banco Federal? No se trata de ninguna razón
oscura, como las que le rodean. La razón es la misma por la cual la
Caja de Ahorros de la Guardia Nacional tenía sus fondos depositados en
el Banco Federal. Esto es, porque el Banco cumplía a cabalidad con el
ordenamiento jurídico que regía su actividad -‐como su compañero de partido Hernández Behrens tuvo a bien informar en los días previos a la intervención-‐ y además, porque el público confiaba en el Banco y confiaba -y sigue
confiando-‐
en mí. Porque yo, Rodríguez, soy decente. Porque mis instituciones eran
serias, porque funcionaban, porque la gente quería -y hoy añora-‐ “al Federal”.
Obviamente
la Alcaldía de Libertador no mantenía sus recursos en el Banco Federal,
porque los valores de confianza y eficiencia no eran las compensaciones
que su Alcalde está acostumbrado a recibir.
Ya
que usted afirma que el “Gobierno” fue el encargado de devolver el
dinero de esos fondos de prestaciones y cajas de ahorros que eran
clientes del Banco, le pregunto: ¿Sabe usted por qué no fueron
liquidados, mediante subasta pública, los activos del Banco para cubrir
los pagos de esas prestaciones? ¿Sabe usted por qué la Torre Principal
del Banco Federal en El Rosal fue “regalada” Bicentenario? ¿Por qué la
cartera de créditos del Banco (una de las mejores del sistema financiero
venezolano) fue traspasada al Banco de Venezuela a un precio ridículo?
¿Por qué las agencias del Banco Federal fueron “repartidas”-‐ como si de un botín se tratara-‐
entre los bancos públicos? ¿Por qué los bienes del banco pudieron ser
adjudicados a
dedo, regalados y desaparecidos? ¿Por qué los bienes de todas las
empresas no relacionadas al Banco, que fueron igualmente intervenidas,
corrieron igual suerte?
¿Sabe usted por qué un General de la Fuerza Armada reside -como si de una casa de habitación se tratara-‐
en la que fuera mi oficina en la Torre Federal? ¿Por qué otro General
se ha apoderado de una de las fincas propiedad de una compañía del Banco
Federal?
¿Por qué la casa de mis padres en Caraballeda, construida en los años
50, antes de que Ud., naciera y que pertenece por herencia no sólo a mí,
sino también a mis hermanos -‐que nada tienen que ver con las venganzas políticas que usted, sus compañeros de partido y su jefe han implementado en mi
contra-‐
es utilizada para hacer fiestas y bailotear (hemos visto las fotos y
las publicaremos) bajo el disfraz de “una medida de aseguramiento” por
su compañero de partido, el también General y Gobernador del Estado Vargas, Jorge García Carneiro?
¿Cómo pueden haber sucedido todas estas cosas? Seguramente lo sabe -‐ya que se jacta de manejar tanta información-‐ pero en todo caso, se lo digo: Porque los bienes del Banco Federal fueron robados, pero no por
mí, sino por el régimen que usted fielmente secunda. El Banco Federal
contaba con activos sobradamente suficientes para responder de los
depósitos del público. A ese público no le pagó el régimen, si así
hubiese sido tal partida hubiera estado incluida en el presupuesto
nacional para el año 2011 y créame, ese no es el caso.
Lo
que pasa, es que cada quien juzga por su condición y usted, al igual
que sus camaradas, quieren hacer ver que yo usé el dinero de los
ahorristas del Banco Federal para un provecho particular y que para mí
el dinero del Banco era lo mismo que dinero en una cuenta personal. Los
que actúan así son ustedes, que, desde hace trece años, usan el dinero y
los ingresos del Estado, para dilapidarlos, despilfarrarlos, hacer
política barata o simplemente para su provecho personal. Porque para
ustedes el dinero de Venezuela, es lo mismo que dinero en una cuenta
personal.
Los
trabajadores venezolanos no quieren confiarles sus prestaciones
sociales, porque saben que ustedes no tienen límites éticos ni morales. A
ustedes no les basta haber acabado con PDVSA, con el BCV, con los
bienes que le han “expropiado” (más bien robado) a muchos venezolanos.
Saben que ustedes no son decentes, no son serios y además son
profundamente incapaces e ineptos pues las cosas que toman (de mala
manera) más temprano que tarde, dejan, todas, de funcionar.
Por
más campañas de descrédito, venganzas, persecuciones, amenazas, chistes
de mal gusto y manipulaciones de toda índole que quieran orquestar en
mí contra, la gente sabe la verdad sobre mí y también sobre ustedes.
Si
quiere hacer declaraciones públicas que sean de interés nacional, deje
las risitas de género sospechoso, los chistes de mal gusto y los
jueguitos sicológicos de pacotilla (parecidos a los del otro siquiatra
de la revolución) y respóndale a la colectividad venezolana las
preguntas que aparecen en esta carta. Ellas son sólo una versión
resumida de las interrogantes que tiene el pueblo -‐que ustedes dicen representar-‐ y al que están obligados a contestarle. Aproveche el tiempo, vaya pensando, busque explicaciones porque muy pronto tendrá que darlas.
Como
les aconsejé a sus compañeros Alastre y Hernández Behrens, no olvide la
experiencia dejada en los juicios de Núremberg: “Todos los que detentan
el poder último en un país soberano, incluso aquellos que disponen de
un poder absoluto y están por encima de las leyes de su propio país,
saben que no son impunes ante la historia. Esa “historia” comienza muy
pronto.
Nelson J. Mezerhane G.
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