Viva Gadaffi, viva Bolívar.... exclamó el sátrapa
Ha sido establecido más allá de toda duda
razonable, por diversos médicos, incluyendo una reciente opinion emanada de un
médico de la Universidad de Johns Hopkins, que Simón Bolívar murió de
complicaciones relacionadas con la tuberculosis que lo afectó durante una buena
parte de su azarosa vida. Su final probablemente fue acelerado por los
medicamentos que, de entera buena fé, le suministraron los médicos de la época.
Sin embargo, existe en su caso lo que
puede llamarse el asesinato de la personalidad, diferente a la eliminación
física. Ese asesinato ha consistido en desvirtuar la vida y obra de la persona,
en deformar y prostituír sus ideas, presentarlo como lo que no ha sido y en
reclutar su memoria, de manera abusiva, para el uso de un proyecto político
maldito que es la antítesis de la democracia y de la libertad. Cuando una
persona ya desaparecida es utilizada de esa manera indecorosa y grosera podemos
decir, sin temor a exagerar, que ha sido asesinada espiritualmente. Eso es lo
que ha hecho Hugo Chávez Frías con Simón Bolívar, con impunidad, ante un pueblo
que no ha sabido defender a su héroe nacional. Al no defender la memoria de
Bolívar con la decision que era necesaria el pueblo venezolano ha permitido que
su memoria sea raptada y violada por una pandilla de corruptos.
El asesinato espiritual de Simón
Bolívar a manos de Hugo Chávez Frías comienza con la llegada de este sátrapa al
poder. En su discurso de inauguración, en 1999, sus primeras palabras
relacionan el uso de las armas con la figura de Bolívar y con su designación
como presidente amparado por el “escudo
de las armas ”. Fué un discurso militarista, fascistoide, desde el mismo
inicio. Chávez cita la estrofa de Pablo Neruda: “Bolívar resucita cada cien
años”, dejando caer la sugerencia de que ha resucitado en un paracaidista de
Barinas. Cita la frase de Martí: “Ahora
es que Bolívar tiene que hacer en América” insinuando, con la sutileza de un
elefante en una cristalería, que allí viene él, como Bolívar redivivo, a
desempeñar ese papel.
Más adelante en su discurso se
apropia la frase de Bolívar: “vacilar es perdernos”. Y repite esa frase para
cerrar su discurso, un discurso en el cual también dijo que “nunca más debe
salir en Venezuela una columna de tanques a las calles”, lo cual no le impidió
ordenar precisamente eso en 2002, por lo cual fué él quien salió de Miraflores
como corcho é limonada.
Desde el inicio de su primera
presidencia Hugo Chávez se apropió indebidamente del nombre de Bolívar. Su
proyecto fue llamado “bolivariano”. Creó centros de adoctrinación ideologica
llamados “Círculos Bolivarianos”. El arroz con mango que llamó “Socialismo del
Siglo XXI” se basaría, segun él, en las ideas de Bolivar, en demostración de
gran ignorancia e impudicia. La república se llamó bolivariana, desconociendo groseramente
el carácter múltiple de nuestros orígenes, muchos más profundos que simplemente
bolivarianos. El ejército, manejado por eructogenerales o narcogenerales, fue
bautizado como “bolivariano”, puñalada trapera a la memoria del libertador. Un satélite
chimbo, por el cual pagó $400 millones, fue llamado “Simón Bolívar”, así como llama
“Simón Bolívar” aeropuertos que dan verguenza, plazas sucias y avenidas mál
mantenidas, todo lo cual se refleja negativamente sobre la memoria del héroe.
La tumba de Bolívar fue abierta por
el sátrapa en una escena necrofílica más propia de Peter Lorre y Boris Karloff
que de un presidente mentalmente sano. Sobre ese evento se han tejido toda
clase de rumores, incluyendo una maldición que afectaría a los involucrados en
tal profanación.
Parecen astronautas pero son violadores de tumbas
Réplicas de la espada de Bolívar, por
cierto manufacturadas en el país que el libertador combatió, han sido dadas de
manera indiscriminada y obscena a los forajidos más detestables del planeta,
incluyendo a Mugabe, a Gadaffi y Fidel
Castro. La Orden del Libertador ha sido dada como arroz, a cada bicho de uña
que ha pasado por Caracas.
Pudiéramos extendernos mucho más en
lo que ha sido una orgía de vilaciones a la memoria de Simón Bolívar pero lo
dicho deja pocas dudas sobre quien es el asesino espiritual del Libertador. Es
es un grave crímen por el cual el sátrapa y sus compinches deberán pagar ante
la historia.
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