Los niños no siempre fueron considerados esos seres tan especiales y amados como los concebimos en nuestros días. Hasta hace tres o cuatro siglos antes de Jesucristo apuñalear, ahorcar o lanzar a un basurero a un bebé no era considerado un crimen.
De hecho, esa conocida frase de José Martí que reza “los niños son la esperanza del mundo” hubiera sido considerada en la antigüedad un completo despropósito. Aristóteles decía que los niños carecían de todas aquellas cualidades que elevaban al hombre por encima de las bestias, puesto que les faltaba la capacidad para pensar racionalmente. Más recientemente, en Europa hasta bien entrado el siglo XIX los niños eran usados como mano de obra esclava, se les prostituía e incluso se les mutilaba, sin que esto le acarreara a sus padres problemas con la justicia.
Desde aquellos tiempos hasta ahora, se ha avanzado muchísimo en materia de respeto a los derechos de los niños, aunque existen horrendos lunares en el mundo, como por ejemplo, en la ambigua China comunista o en Corea del Norte, dónde las violaciones de los más elementales derechos humanos de los niños, son parte de la cotidianidad.
América Latina merece un capítulo especial, pues aparte de todas las desgracias e iniquidades que sufren los niños en nuestro continente producto de la pobreza y la miseria, aquí los niños han sido usados históricamente y sin escrúpulo alguno, por los grupos subversivos, para librar las mal llamadas “guerras revolucionarias”.
En Colombia las narco-guerrillas de las FARC y el ELN, durante los asaltos a poblados campesinos, toman niños como rehenes que luego utilizan como mano de obra esclava, servidores sexuales, micro-vendedores de drogas, combatientes o como carnadas para emboscar a miembros de las fuerzas de seguridad del Estado.
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La doble moral de esos “románticos guerrilleros
tercermundistas” da para todo. Los Sandinistas, durante la guerra civil
nicaragüense que sacó del poder a Anastasio Somoza, usaron a cientos
de niños como milicianos, muchos de ellos murieron o resultaron
mutilados, pero los apologistas del sandinismo como el cura Ernesto
Cardenal, nunca lo consideraron como una aberración y un abuso criminal
contra esos niños, sino como actos heroicos y ejemplo a seguir para las
nuevas generaciones revolucionarias.En Venezuela los colectivos y grupos paramilitares chavistas alistan y reclutan niños en las escuelas, para entrenarlos en el manejo de armas, para su supuesta guerra asimétrica prolongada contra el imperio norteamericano, violando leyes venezolanas, por cierto, muy avanzadas en materia de protección de los derechos de los niños.
A Dios gracias en Latinoamérica, conocemos la bestia por dentro, sabemos de la capacidad de engaño y manipulación de la cual disponen los regímenes socialistas tanto de viejo como de nuevo cuño, y día tras día los estamos desenmascarando. Cómo dicen en Venezuela “quien no los conozca que los compre”.
Parafraseando a Isadora Duncan: En la medida en que el abuso y el sufrimiento de los niños este permitido, no existirá el amor verdadero en este mundo. Es una vergüenza que permitamos en nuestros tiempos, la existencia de los llamados: Niños de las revoluciones.
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