26/8/12

Damián Prat C.: Otra tragedia pero a los “revolucionarios” sólo les importan “los daños electorales”

Hace algo más de un año un avión de Conviasa cayó en Sidor cuando se acercaba al aeropuerto de Puerto Ordaz. Pudo ser una tragedia incalculable si hubiera caído en una planta industrial. Todo indica que el héroe fue el piloto que en medio de la falla del aparato logró maniobrarlo para hacerlo caer en un descampado aunque sin poder evitar su propia muerte. ¿Qué hizo el gobierno? Anunciar una “profunda investigación”. Porque circularon numerosos informes acerca de problemas severos en el mantenimiento de esa estatal. ¿Qué sucedió? Nada. Todo tapado.
Toda Venezuela está surcada de carreteras destruidas, puentes caídos e infraestructuras dañadas. Es obvio el abandono del mantenimiento, agravado por el enfermizo centralismo que hace inútil por hiper burocrática toda solución. ¿Cuál es la respuesta? Decir que “el gobierno es una maravilla porque le da respuestas a los damnificados”, cosa que aunque tampoco es cierta (salvo el efectismo inicial) no resuelve el tema de fondo. Si se hubiera hecho el trabajo preventivo de rutina, no habría damnificados, víctimas ni puentes caídos. O serían muchos menos.
En noviembre del año pasado, una copiosa lluvia convirtió en pesado barro, las toneladas de polvillo de hierro acumuladas por más de seis meses sin mantenimiento en el techo de la acería de Planchones de Sidor. Se desplomaron 200 m cuadrados de techo. No fue una tragedia porque la propia ineptitud destructiva roja rojita tenía inactivos cuatro de los seis grandes hornos de esa acería. Si aquella masa cae sobre un horno activo con acero líquido a 1.600 grados de temperatura, habría sido un desastre que aún lloraríamos. ¿Cuál fue la respuesta del gobierno culpable de toda esa destrucción? Nada. Hacer discursos sobre “la patria nueva que estamos construyendo”.
La madrugada de este sábado ocurrió el desastre que ya sabemos, en el complejo Refinador Amuay en Paraguaná, Falcón. Las cifras oficiales indican 39 fallecidos (17 de ellos efectivos de la GN) y 88 heridos aunque la gente allá dice que las cifras son mayores. Una fuga de gas no controlada, la consiguiente explosión y un infierno que arrasó media refinería y sectores comerciales aledaños. ¿Cuál fue y es la respuesta del gobierno? En los primeros momentos, en la mañana, tratar de minimizar la magnitud del desastre. En el canal 8 informaban poco y pasaban programas “light”. Luego el ministro Ramírez, el mayor responsable del desastroso estado de la Pdvsa roja rojita habló de que “en dos días estaremos trabajando de nuevo. No se detendrá la producción de combustibles. Todo está controlado”. Chávez, que tanto habla y hace cadenas hasta para inaugurar un abasto, apareció 11 horas después en breve contacto telefónico con voz algo extraña. En la tarde noche, a pesar de lo evidente del incendio aún activo, en el canal 8 se dedicaron a hacer actividad político electoral con vecinos con gorras rojas “agradeciendo a Chávez”. El síndrome de Estocolmo.
En el twitter activaron de inmediato a los “provocadores comunicacionales” para insultar a periodistas que informaban o personas indignadas que con justicia y razón reclamaban. La “línea” inmediatamente elaborada en la Sala Situacional (¿cubanos y otros de aquí?) era no ocuparse de la tragedia sino culpar a la “oposición putrefacta” por criticar diciendo que “festejan la tragedia”, cuando en realidad, eran ellos los que ni se ocupaban del factor humano sino de tratar de “lavar la cara al gobierno”. Desviar la atención del problema real. Obsesivamente electoreros y politiqueros. Indigno de alguien que se diga de izquierda, pero en fin. Así son.
En el alto gobierno todas las reuniones y preocupaciones del día de ayer han sido para evaluar el “control de daños electoral”. ¿Cómo encarar el desastre de modo que no afecte la votación? Pura politiquería. Tapar es una vía. Ya salió un alto jefe de Pdvsa a decir que “no es verdad que hay fallas de mantenimiento”, lo que contradice los testimonios de dirigentes sindicales no arrodillados y otras evidencias. Han evaluado también hablar de “sabotaje” o al menos hacerse las víctimas de “la oposición que nos critica mientras nosotros atendemos a las víctimas”. Si no sometieran a Pdvsa a tanta destrucción no habría víctimas.
El informe 2011 de la propia Pdvsa, entregado a la AN dice que “de las 31 paradas de mantenimiento en las refinerías programadas por Pdvsa sólo se ejecutaron 6” y que “en Amuay de 9 se hicieron 2”. No se cuáles son las cifras de los primeros ocho meses de 2012, pero por el resultado del accidente debe ser un caos de abandono. Un reporte publicado ayer en El País de España recopila 19 incidentes graves en Pdvsa durante 2012. Pdvsa y sus altos jefes dedicados a lo partidista, incluyendo altos porcentajes de sus recursos y muy poco a la industria, su seguridad y mantenimiento. ¿Inpsasel? Muy probablemente, como en Guayana, le tengan prohibido actuar dentro de Pdvsa. No les importa la integridad física del trabajador. Desde 2003 a la fecha en el Complejo de Refinerías de Paraguaná han ocurrido 80 accidente graves con más de 40 personas fallecidas. No hay sanciones.
Hay que recordar el desastre del Guarapiche en Monagas. Toda la irresponsabilidad que se demostró en ese caso. El abandono de los planes de respuesta y contingencia. Los funcionarios encargados andaban mítines electorales en Caracas. Un informe elaborado en una sección mas “moderna” de Pdvsa, mediante encuesta indica que el 74% del personal nunca ha participado de comités de seguridad y el 56% no conoce el Sistema de gestión de riesgos.
La conducta del liderazgo opositor ha sido de mucha altura. Dos mensajes de Capriles ocupándose de las víctimas y sus familiares sin alusiones políticas. Luego suspendió su gira electoral de hoy en Aragua. Pablo Pérez, Salas Feo y Pérez Vivas no tocaron el tema político y en cambio organizaron operativos de recolecta de ayuda y ofrecieron recursos para atención médica a heridos que el gobierno ignoró. La Mesa de la Unidad declaró: “nos preocupa que este tipo de accidentes sigan enlutando los hogares venezolanos, y que ocurran en nuestra principal industria nacional, Pdvsa. La magnitud de las consecuencias, 24 personas fallecidas (luego las autoridades admitieron 39) y más de 50 heridos, nos lleva a reflexionar sobre la imperiosa necesidad de revisar, como lo hemos alertado en otras ocasiones, los planes y programas de mantenimiento, de gestión de riesgo, de prevención de accidentes, de contingencia, y la idoneidad profesional para la operación de nuestra industria”.

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