Chávez le da a Assad la espada prostituída
Gadaffi murió de manera horrible,
a manos del pueblo sediento de venganza, después de haber sufrido por
demasiados años los abusos del loco y de su familia. Assad está tambaléandose
en el poder mientras se agudizan los odios entre las dos sectas religiosas más
importantes: Los Alauítas y los Suni. El sátrapa es Alauíta, lo mismo que el
alto mando militar, pero esta secta solo representa el 12% de la población,
mientras que los Suni son un 75 %. Se teme que habrá un baño de sangre una vez
que Assad deje el poder, violencia dirigida no solo contra los Alauítas sino
contra los Suni que han apoyado a Assad.
En Venezuela la siembra de odio
llevada a cabo por Chávez en casi 15 años de satrapía ignorante y perversa ha
creado un profundo clivaje social. El caos que dejará Chávez a su salida
representa un peligro gravísimo de violencia, casi diríamos, de guerra civil,
en un país donde millones de compatriotas, poco educados para salir adelante
sin limosnas del estado, se encontrarán, de repente, con que “se acabó lo que
se daba”. Para muchos la violencia será, casi, el único camino posible, porque
han sido persuadidos por el sátrapa que los “apátridas, escuálidos y pitiyankis”
les han quitado lo que era de ellos.
Este es un peligro real en
Venezuela porque esa gran masa de compatriotas acotumbrados a la limosna no
pueden ser educados de manera instantánea para ser generadores de riqueza. La
inercia que les empuja hacia las contínuas demandas al gobierno de casas,
becas, comida y transporte gratis, es demasiado fuerte, representa la vía de
menor resistencia. Y cuando futuros
gobiernos más responsables se nieguen a continuar con la política de regalos y
subsidios que Chávez llevó a cabo de manera irresponsable, entonces vendrá la violencia.
Chávez, aun fuera del mando y a lo mejor muerto y enterrado, cosechará los frutos de muerte y de miseria, el producto de sus complejos y sus resentimientos arrastrados desde la niñez.
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