12/9/12

Peor que una guerra civil


Ahora Chávez quiere presentarse ante los venezolanos como el salvador de la patria, invitando a los “ricachones” a que voten por él, creyéndose evicción de paz para que no se produzca una “guerra civil”. Venezuela vive algo peor que una guerra civil, cuando uno de los bandos y siendo el mayoritario la disidencia, se encuentra totalmente desprotegido ante la ley y desarmado frente la inseguridad. Que por los muertos contabilizados bien pudieran ser el “trofeo” de la confrontación planteada por el oficialismo como si se tratara de una guerra civil.
Chávez no sabe dirigirse en la mayoría de los casos a la gente decente, bien usa esa locución de “ricachones” para definir a la clase media, a los profesionales o empresarios a los cuales viene sistemáticamente “confiscándole “sus bienes y conduciéndoles a la más penosa ruina. Es a ellos a quienes fundamentalmente ha esquilmado el producto de su trabajo, es a ellos a quienes ha escarnecido y humillado, encarcelado e imputado, perseguido o forzados al exilio. Así que resulta paradójico que quien le quitó todas las garantías y derechos que provee la Constitución sea quien hoy en día se ofrezca como el redentor de la seguridad, honradez y la paz.
Lo ocurrido en Venezuela por su forma en los últimos años, pudiera tomarse como una confrontación política tradicional entre sectores representantes “socialistas” y sus antagónicos demócratas. Cuando un presidente de talante autoritario quiere eternizarse en el poder, frente a una oposición cuya única arma es el voto y que en ningún momento hayamos visto un anuncio de guerra civil, o intimidación alguna. Contrariamente inermes se enfrentan con el voto en las elecciones del 7 Octubre, a un régimen cuyo presidente dice personificar una revolución armada, donde algunos miembros del alto mando militar realizan proselitismo político y se manifiestan de acuerdo con esta aseveración de Chávez.
Resulta absurdo que quien propicia la violencia y la inseguridad sea actualmente, quien se arrogue la condición de garante de la estabilidad y paz, cuando existe una guerra civil por su contenido que lleva trece años en pleno desarrollo.
El Planteamiento de la oposición es la recuperación de la nación en armonía, en convivencia fraterna, devolverles a los venezolanos sus derechos y libertades. Espetar guerra civil no asusta a nadie, inversamente se espera un desenlace, lo que busca la oposición es rescatar a la Venezuela de sus ruinas ya enfrentada desde hace trece años en una sórdida confrontación, y guiarla hacia la normalización donde quepamos todos y no actúen en funciones de gobierno los vende patria.
En su libro “la Rebelión de las masas” José Ortega y Gasset tocó el problema de estos regimenes que aun llegando al poder por vías democráticas atenta ulteriormente contra ellas, fue lo que él llamó el mal “uso” del gobierno cual justificaba las rebeliones.
Indudablemente, Venezuela es un polvorín como ya dijimos donde un solo sector de la población se halla armado y lo manifiestan paladinamente desde el poder. Empero, en las próximas elecciones están en juego muchas cosas cuando nos encontramos con unos seudos revolucionarios que han amasado grandes fortunas, y no están dispuestos a ceder sus privilegios pacíficamente. Cuando el jefe de Estado aunque haya llegado por el voto popular no quiere salir del poder ni entiende lo que es democracia ni alternabilidad, cuando su propio fracaso siquiera lo enmienda ni sus acompañantes lo persuaden que es la ahora de entregar lo conferido por el pueblo.
Es la furia desquiciada que los ata al poder, a ese poder que les ha provisto todo y que el pueblo no ha disfrutado sino de sus limosnas. Y si a Venezuela le corresponde vivir una guerra civil franca, que vaya más allá de un genocidio como esos que están de moda, será responsabilidad enteramente del gobierno, del papel que puedan jugar las fuerzas armadas, no aceptando el valor del voto sino de una autocracia, y que ellos no están allí para ejercer ciegamente las funciones de guardias pretorianos, sino para hacer respetar la constitución y las leyes de la republica, y esas armas que portan son para preservar la soberanía de la nación y no para alzarse en contra de sus compatriotas.
Es capcioso que en pleno periodo electoral cuando lo que se busca es captar votos, oigamos a un presidente –candidato invocando la guerra, desgañitándose en amenazas y vomitando en sus intervenciones ese incontrolable odio, que lo mínimo que genera es el desprecio de la población. Diría, Hamlet es como un presentimiento fatal que turbaría tal vez a una mujer…Pues si nadie es dueño de lo que ha de abandonar un día. ¿Qué importa abandonarlo tarde o pronto? Sea lo que fuere.

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