Hugo Chávez debería dar una amplia explicación a los
venezolanos sobre las razones que lo indujeron a imponer como candidatos en 12
gobernaciones a un grupo de militares retirados. La decisión no es clara y como
es natural ha producido comentarios de todo orden. Las críticas comienzan entre
los propios miembros del PSUV. No logran entender cómo es posible que un
gobierno que se dice revolucionario señale con el dedo del “caudillo” a
aquellos de sus amigos que deben gobernar en determinados estados. De manera
arbitraria se irrespeta la democracia interna de dicha organización política,
dejando a un lado a los liderazgos naturales del chavismo en cada región para
imponer a un grupo de militares, cuya único mérito ha sido dedicarse a adular a
Hugo Chávez respaldando todas sus decisiones sin importarle que ellas estén
conduciendo a Venezuela hacia una de las mayores crisis económicas de su
historia.
Esta decisión ha tenido que ser aceptada en los comandos
partidistas de cada región ante el temor que produce la actitud prepotente que ha
demostrando Hugo Chávez ante cualquier
muestra de resistencia o de intento democrático de someter a discusión sus decisiones
personales. La persecución desatada por el capitán Pedro Carreño, Presidente de
la Comisión Permanente de Contraloría de la Asamblea Nacional contra Henry
Falcón y José Gregorio Briceño, actuales gobernadores de los estados Lara y
Monagas y candidatos a la reelección, busca destruirlos moralmente mediante una
investigación sobre supuestos hechos de corrupción. Esta medida fue acompañada
de la inmediata expulsión del partido por traidores a la Revolución Bolivariana
decidida por Hugo Chávez, aplicando el mismo estilo de José Stalin durante los
juicios en contra de los jefes de la Revolución Rusa que le hacían alguna sombra a su poder.
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Esa medida, que
empieza a ser la constante en su acción
política, busca atemorizar a los militantes del chavismo para obligarlos
a
bajar la cabeza y sacrificar a sus líderes naturales. Otros dos casos
han sido
el de los tenientes Florencio Porras, ex gobernador del estado Mérida y
Rafael Isea, actual gobernador del estado Aragua. En el primer caso,
el
teniente Florencio Porras, ya fue expulsado del partido acusado de
traidor de
la Revolución Bolivariana. Hugo Chávez impuso a Alexis Ramírez como
candidato para la gobernación. La situación política es complicada ya
que el
PCV y amplios sectores del chavismo apoyan la candidatura de Florencio
Porras. El caso del teniente Isea es aún más
doloroso. Destituido
inconstitucionalmente de su cargo de gobernador de Aragua por
acusaciones
probadas de corrupción administrativa, ha sido reemplazado por Tarek El
Alsami,
quien es el nuevo candidato para la gobernación.
Son dos casos realmente emblemáticos de la compleja
situación que enfrenta el chavismo y sus aliados a nivel nacional. No es fácil
imponer candidatos en la mayoría de los estados, aunque Hugo Chávez haya
logrado ganar, de manera ilegítima, unas elecciones presidenciales. Son liderazgo sin suficiente base social, en
donde la gestión de los anteriores gobernadores oficialistas se encuentra muy
cuestionada por ineficiente y corrupta.
Florencio Porras, en un discurso que dio hace algunos días en Mérida resumió la
compleja situación política existente: “tenemos más de 14 años enseñándole a la gente a ser rebeldes, y ahora les vamos
a imponer decisiones políticas sin consultar a las bases como si fueran
borregos”. Frente a esa forma totalitaria de escoger candidatos, la MUD
estableció las elecciones primarias y en esa consulta democrática surgió un
gran venezolano: Lexter Rodríguez. En Mérida triunfará la oposición
democrática.
La designación de tan numeroso grupo de militares como
candidatos para las gobernaciones tiene también un punto curioso que creo debe
señalarse. Si observamos con detenimiento podemos darnos cuenta que casi todos
los militares seleccionados, oficiales muy cercanos a Hugo Chávez, han sido
colocados en gobernaciones fronterizas o que controlen algún aspecto
estratégico, sea un puerto o un aeropuerto. También influye en la decisión la
ubicación geográfica, de manera que puedan controlar espacios mayores que su
propio estado. Veamos: Zulia, Táchira, Barinas (Adán Chávez), Apure, Bolívar,
Guárico, Lara, Trujillo, Portuguesa, Carabobo, Nueva Esparta, y Vargas. Al
vincular estas designaciones con su actual política con Colombia: colaboración
en la lucha contra el narcotráfico y apoyo en la negociación de paz podemos
percibir aspectos aún de mayor importancia.
Las curiosas declaraciones de
José Vielma Mora: “dinamizaremos una fuerte ofensiva contra el narcotráfico,
los paramilitares, y el secuestro” sin nombrar para nada a los grupos
guerrilleros muestran claramente la estrategia diseñada por Hugo Chávez:
fortalecer a las FARC para que puedan
resistir hasta el posible triunfo electoral de la izquierda radical
colombiana. El enfrentamiento político entre los presidentes Uribe y Santos ha
debilitado gravemente el estatus político colombiano y fortalecido las
posibilidades electorales de Gustavo Petro, actual Alcalde Mayor de Bogotá. Hugo Chávez le dará un importante apoyo a esa
candidatura.
Las FARC, no tengo la menor duda, harán fracasar las
conversaciones de paz. Ese fracaso debilitará ampliamente las posibilidades de
reelección del presidente Santos. La continuación de los enfrentamientos
militares exigirán que Venezuela vuelva a ser de nuevo una zona de alivio para
esos grupos guerrilleros.
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