De
los derechos humanos consagrados en la Constitución de cada país del
mundo, la seguridad ciudadana es quizás el derecho que reviste mayor
importancia para la sociedad. Por ello, tal derecho tiene que ser
considerado como un privilegio ciudadano y una responsabilidad de
Estado, en lugar de un problema policial como se viene tratando desde
hace mucho tiempo en nuestro país.
El hecho de haber dejado la seguridad pública en
manos de las múltiples policías del país, sin una dirección rectora
verdaderamente profesional y sin procedimientos acordes ha traído como
consecuencia el colapso de la seguridad y la imposición casi absoluta de
la delincuencia.
Es preocupante ver cómo más de 300 cuerpos
policiales en todo el territorio nacional gastan tiempo y dinero
implementando medidas, a veces inadecuadas, para garantizar la seguridad
ciudadana sin resultados positivos.
Esto ocurre debido a que el problema de inseguridad
se ha venido tratando como un conflicto aislado de los otros problemas
sociales y lo cierto es que la inseguridad está ligada a múltiples
factores sociales que alimentan su crecimiento y obligan a buscar
soluciones correctas.
El campo es muy amplio y complejo por lo que
requiere el aporte de personas con verdadera vocación y experiencia en
la materia de lo contrario, se seguirá perdiendo tiempo y dinero. Si no
se actúa de inmediato y en la dirección correcta, la delincuencia
organizada terminará en controlar y dominar a los funcionarios públicos,
a las autoridades policiales y en definitiva a la indefensa sociedad
que por temor se rendirá.
A continuación ofreceré algunas recomendaciones,
que de aplicarse, mejoraría la actividad policial, se reducirá el poder
de los anti sociales y se lograría la seguridad que tanto anhela el
pueblo venezolano.
1.- PROHIBICIÓN DEL PORTE DE ARMAS. El porte de
armas en Venezuela sigue siendo la principal causa del estado de
inseguridad que vive la población venezolana. Desde hace muchos años,
los gobiernos, ante la imposibilidad de controlar la delincuencia,
decidieron delegar en cada ciudadano su propia defensa. Fue así como los
voceros oficialistas, insinuaron y motivaron a la ciudadanía comprar
armas para su defensa. Nunca se imaginaron el daño que causarían con
esta insólita decisión. La venta de armas fue muy grande, se vendieron y
concedieron permisos sin muchos requisitos pero lo grave fue que las
armas en su mayoría fue a parar a manos de los delincuentes. Las
Discotecas, Bares, Restaurantes y Estacionamientos se convirtieron en
los sitios ideales para que los antisociales se apoderaran de las
armas.
Los cuerpos policiales todavía continúan sin jefes
competentes, sin medios adecuados para sus funciones y generalmente se
excusan ante la ciudadanía pregonando la eliminación de funcionarios
indeseables, la necesidad de mejorar los sueldos y aplicar razias o
redadas que generalmente no ofrecen los resultados esperados. Es
necesario que el Ejecutivo decrete regulaciones para lograrlo. Que con
firmeza tome las medidas para desarmar a los delincuentes. Las armas en
mano de los delincuentes instaura la causa principal de la inseguridad.
Si éstos no contaran con armas de fuego, no fueran tan agresivos y
sanguinarios. Por ello, insistimos en la prioridad que tiene el desarme
ante cualquier otra medida que pueda tomarse para controlar la
inseguridad. Desarmando a los delincuentes los cuerpos policiales se
sentirán más cómodos para cumplir sus funciones y se facilitará el
control de la seguridad ciudadana. Por lo antes expuesto
sugerimos la práctica de un Decreto Ley que suspenda el porte de armas a
personas no autorizadas para ello y establecer sanciones para los
infractores. Este decreto deberá ordenar la entrega voluntaria de todo
tipo de arma de fuego no autorizada por el Ministerio de Relaciones
Interiores. Para la entrega deberá concederse 15 días, después de los
cuales, a toda persona que se consiga portando armas no autorizadas,
será penado con la sanción establecida en el mismo decreto.
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