9/12/12

MAO Y LAS COMUNAS, COMUNISMO CHINO

Chávez quiere ser implacable: Imponer las comunas a sangre y fuego. Algunos piden “mano de hierro” para purgar su chavocracia.
Este es un ejemplo histórico que copio de libro Mao. La historia desconocida. Jung Chang y Jon Halliday, Taurus, 2006, pp 532-533.
“Mao exigía un ritmo de trabajo frenético y utilizaba la “emulación” como táctica para que la gente compitiera entre sí.
Hombres desnutridos y exhaustos, mujeres y niños eran obligados a trabajar la tierra a paso ligero teniendo a menudo que correr al tiempo que transportaban cargas extremadamente pesadas, y en toda estación, lo mismo si hacia un sol de justicia que un frío devastador. Todo el día tenían que trotar durante kilómetros por la montaña acarreando agua para los campos.
Pasaban la noche en vela para mantener en funcionamiento “hornos de patio”.
A esto lo llamaba Mao, “espíritu comunista”. En noviembre de 1958, durante una de las muchas escenificaciones teatrales, afirmó por primera vez que los campesinos se negaban a hacer descansos “aun cuando se les pida que descansen, ellos se niegan” y a continuación describió lo que él consideraba un día optimo: “A partir del 1º de enero del año que viene abra un cambio: 8 hora de sueño, 4 para comidas y descansos, 2 horas de estudio [es decir adoctrinamiento] […] 8-4-2-10”, siendo 10 las horas de trabajo.
En el mismo tono generoso, concedió algunos días de permiso: 2 al mes y 5 en el caso de las mujeres (en vez de 3, como había contemplado en un principio)”.
“Estas mínimas concesiones eran en parte consecuencias de las epidemias, que a Mao le preocupaban mucho, porque reducían la plantilla.
En el verano de 1958, Mao obligó a toda la población rural a organizarse en unidades nuevas y más amplias denominadas “Comunas del Pueblo”.
El objetivo era mejorar el rendimiento del sistema esclavista de trabajo.
El propio Mao explicó que al concentrar los campesinos en un número menor de unidades (más de 26 mil en toda China), “eran más fáciles de controlar”.
La primera comuna el “Sputnik Shayashan”, se estableció en su provincia modélica, en Henan. Sus estatutos, realizados por Mao y promocionados por él como “un gran tesoro”, estipulaban que todos los aspectos de la vida de los miembros debían ser controlados por las comunas.
Las 9.369 familias tenían que “entregar a la comuna la totalidad de sus terrenos, casas, animales y árboles”. También tenían que vivir en residencias colectivas “conforme a los principios de beneficiar la producción y el control”; además los estatutos estipulaban de forma explícita que sus casas serian “desmanteladas” “en caso de que la comuna necesitara sus ladrillos, azulejos o madera”. La vida de los campesinos giraba exclusivamente en torno al “trabajo”.
Todos los miembros debían ser tratados como si estuvieran en el ejército, con un sistema de reglamentación organizado en 3 niveles: la comuna, la brigada y el equipo de producción (generalmente un pueblo entero).
No se les permitía guardar más que cantidades de dinero insignificantes. Las comunas eran, de hecho, campos de concentración de mano de obra esclava”.
“Mao llegó a coquetear con la idea de eliminar los nombres de la gente y sustituirlos por número.
El Henan y otras zonas consideradas ejemplares, la gente trabajaba los campos con un número cocido a sus espaldas. El propósito de Mao era deshumanizar a los 550 millones de campesinos chinos y convertirlos en el equivalente humano a los animales de tiro”.
Esto es lo que desea el Dictador implantar en Venezuela.

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