22/3/13

Canalladas no, verdades

La brillante intervención de Henrique Capriles, con motivo a la presentación de su candidatura presidencial, ha sido fuertemente atacada por el oficialismo a partir del mismo momento en que se dirigió a los venezolanos. Las razones del ataque están a simple vista. Sus palabras, firmes, valientes y serenas, lograron de inmediato un efecto sorprendente en el espíritu de lucha de una oposición que parecía desmoralizada, y casi ausente, después de la derrota sufrida durante las elecciones de gobernadores. Ese importante  impacto fue percibido de inmediato por los asesores de opinión del régimen que, equivocadamente, decidieron que el propio Maduro le respondiera. Craso error. El efecto se multiplicó al infinito. Definitivamente, no hay peor consejero que el miedo. 

         La respuesta de Maduro, al contrario, fue desproporcionada, mal preparada y peor dicha, en la cual demostró muy poco instinto político. Al día siguiente, ese error fue centro del debate en la calle. No hubo nadie, ni oficialistas ni opositores, que no llegaran a una inmediata conclusión: Hugo Chávez jamás le hubiera respondido. Voz de pueblo, voz de Dios, Sin lugar a dudas, en esa frase se resumió la percepción popular. Además, equivocó totalmente la estrategia. Se dedicó a atacarlo desde un punto de vista personal que le hizo perder de inmediato la estatura necesaria en un líder emergente que, sin tener suficiente arrastre popular, se encuentra ante el reto de reemplazar al jefe de un proceso político que, por catorce años,  ha sido la única figura del régimen con  propio brillo personal.

         Las palabras de Maduro buscaron descalificar al candidato opositor al llamarlo de manera desconsiderada: “canalla, infame, e irresponsable”, sin realmente responder ninguno de los señalamientos de fondo que caracterizaron su intervención. Además, del ataque personal trató de convencer a sus seguidores que Capriles había ofendido  la figura de Hugo Chávez y la dignidad de su familia, al afirmar que sus palabras “eran  la mayor ofensa a su memoria” y que “el objetivo de la oligarquía, de este señorito que acaba de llegar de Nueva York, el de los apellidos, es provocar al pueblo”. El único aspecto de alguna trascendencia que tuvieron sus palabras fue la absurda defensa a la indebida e  inaceptable posición del almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa.

         En realidad, el discurso de Capriles lo único que hizo fue hacerse vocero de los mil rumores que, de manera permanente, circulan en la sociedad venezolana sobre la enfermedad, gravedad y muerte de Hugo Chávez y señalar un conjunto de innegables verdades. Es imposible desconocer que las antijurídicas interpretaciones que hizo la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia para autorizar la continuidad del anterior gobierno, sin que Hugo Chávez se hubiese juramentado como presidente constitucional, y permitir ahora que Nicolás Maduro se transforme de manera inconstitucional en “presidente encargado” de la República han comprometido la legitimidad de la candidatura presidencial de Nicolás Maduro y del gobierno nacional.   

         Es imposible negar, que la enfermedad de Hugo Chávez fue tratada de manera muy poco transparente desde el mismo momento en que tuvo que reconocer que sufría de cáncer para detener los comentarios existentes en la opinión pública. La verdad, la única verdad, es que a Hugo Chávez se le exigió un esfuerzo sobrehumano con la tesis de que era imprescindible, para ganar las elecciones del año pasado, que él fuera el candidato presidencial. Esta verdad la conocía perfectamente la camarilla gobernante, que se aprovechó del sentido de trascendencia histórica que dominaba la personalidad de Chávez para convencerlo de mantener su candidatura, aún con riesgo de su propia vida, y de que se tratara  en Cuba para evitar se conociese los pormenores de su estado de salud…

         Tampoco se puede negar, que la operación a que fue sometido Hugo Chávez fue retardada demasiado tiempo para facilitar el triunfo en las elecciones para gobernadores. Estoy seguro, que la familia de Hugo Chávez no estuvo de acuerdo con ese sacrificio, pero era difícil doblegar su voluntad y, mucho menos, en medio de las presiones de todo orden que debió de estar siendo sometido. De igual manera, no encuentro explicación de su traslado a Venezuela en medio de un problema respiratorio tan delicado. Henrique Capriles, lo único que hizo fue plantear las mismas interrogantes que diariamente se hacen los venezolanos. De lo que sí está plenamente seguro nuestro pueblo es que Nicolás Maduro está utilizando la muerte de Hugo Chávez para fortalecer sus aspiraciones presidenciales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario