Querido papa Francisco:
Le escribo desde Venezuela en nombre de muchos abuelos, abuelas, padres, madres, hijos... que aquí nos encontramos, en este país que Dios nos dio como patria, sufriendo grandes injusticias.
Desde esta columna que me brinda El Universal yo escribo sobre lo positivo de nuestro país y nuestra gente; sobre la gran cantidad de venezolanos honestos que viven aquí y que están trabajando por una mejor sociedad. Y ¡siempre! trato de transmitir a través de mis líneas Esperanza a mis lectores, porque yo tengo mucha Fe en Dios; y cuando tenemos Fe, nunca podemos perder la Esperanza.
Pero yo le digo honestamente papa Francisco, hemos llegado a un punto en que vivir en Venezuela significa entender que nosotros (o peor aún, nuestros hijos o nietos) estamos a pocos pasos de morir asesinados por la delincuencia. Aquí muchas madres vivimos rezando desde que nos levantamos hasta que nos acostamos para que Dios y la Santísima Virgen protejan a nuestras familias. El único punto bueno de esto (si es que se le puede ver algo positivo a esta desgracia) es que cada vez más venezolanos (de todas las edades) acuden al sacramento de la confesión para estar preparados para la muerte.
En estos 15 años de gobierno la delincuencia ha asesinado a casi 200 mil personas. Cada año las cifras aumentan más. En el 2013 asesinaron a más de 20 mil venezolanos. Por eso tanta gente se ha ido o se piensa ir de su patria. Y usted sabe lo duro que es tener que emigrar obligatoriamente.
La semana pasada la sociedad se estremeció ante el asesinato de una ex Miss Venezuela y su esposo, delante de su hija de 5 años a quien hirieron. Al día siguiente de ese homicidio mataron a un profesor universitario de 40 años y a su madre de 72. Hace casi un mes dos niños de 9 y 12 años fueron asesinados porque habían sido testigos de un robo. Y así podría seguir escribiendo páginas de casos parecidos que ocurren ¡todos! los días en ¡todos! los rincones de nuestro país. Miles de abuelos, padres, hijos, etc. lloran con dolor e impotencia a sus seres queridos. Así será la impotencia humana que tenemos que el padre de la exmiss asesinada dijo: "espero por la justicia divina".
Lo más grave es que no vemos luz en este túnel de muerte. Se han hecho decenas de planes de seguridad y ninguno ha funcionado. Los delincuentes actúan a sus anchas, armados hasta los dientes, y no todos reciben castigo. Nuestras cárceles son un verdadero infierno. Se liberan peligrosos delincuentes y mantienen en prisión a personas enfermas. Para colmo de males aquí los servicios públicos están colapsados, las vías de comunicación en pésimo estado, hay que hacer horas de colas para conseguir los alimentos básicos, los hospitales no tienen los insumos necesarios y muchos enfermos no pueden ser atendidos o no encuentran sus medicinas.
Y todo esto está pasando en un país donde la bonanza petrolera ha sido la mayor de nuestra historia. El propio gobierno reconoció hace meses que en un lapso menor de un año se entregaron 20 mil millones de dólares a "empresas" que no hicieron buen uso de los recursos de la nación. Mientras millones de venezolanos sufrimos para poder sobrevivir, el dinero mal habido se derrocha en casas, viajes, fiestas, aviones, yates... ¡Ah! y en camionetas blindadas y guardaespaldas. Ud. sabe de lo que le hablo papa Francisco, Ud. hace poco describió perfectamente la vida de los hipócritas corruptos y del gran daño que hacen a la sociedad y a sus propias familias.
Por otra parte, el trabajo de hormiguita de nuestra iglesia Católica y de sus miembros ha sido admirable. Se ha rezado y trabajado intensamente para lograr mantener la paz en un país donde hay una gran polarización política. En Venezuela la gente está rezando como nunca antes y nuestros templos llenos de gente. Nuestra piedad popular ha sido clave para que el pueblo venezolano rece unido en las iglesias o en multitudinarios actos religiosos; y para salvarnos de un enfrentamiento entre hermanos.
Yo no le voy a preguntar ¿hasta cuándo tenemos que soportar tanta injusticia? y ¿hasta cuándo lo único que nos queda es rezar y abandonarnos en las manos de Dios?, porque sé que usted no me puede dar la respuesta. Solo le suplico que rece mucho por sus hijos venezolanos. Nosotros seguiremos suplicando intensamente a Jesucristo que nos ayude porque Él mismo en el Evangelio nos dice: "pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama se le abrirá" Mt 7, 7-8.
Papa Francisco quiero que sepa que lo queremos mucho y que rezamos mucho por usted. Le pido su bendición para todos los venezolanos y aprovecho de hacer un llamado a todos los hombres de buena voluntad para que recen por nuestra nación, para que pronto reine la Verdad, la Justicia y la Paz en Venezuela, y para que se ponga fin al drama de la delincuencia.
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