4/5/09

El fín de la farsa. Dr. Oswaldo Alvarez Paz

Los pocos que aún piensan que el drama venezolano tiene salida electoral, debieron estremecerse, desde los pelos de la cabeza hasta las uñas de los pies, al presenciar la violenta represión del régimen contra los manifestantes del 1° de mayo. La pacífica conmemoración fue disuelta brutalmente. Quedó al descubierto, una vez más, la deplorable situación en que han colocado a la Guardia Nacional y a la intervenida Policía Metropolitana. Escribo con una extraña mezcla de rabia con indignación provocadas por la decepción frente a dos instituciones a las que hemos querido, respetado y alentado a la largo de muchas décadas. Hoy son una verdadera vergüenza nacional, aliados fundamentales del hamponato común que el gobierno protege, garantizándole impunidad y libertad operativa total. Tienen razón quienes afirman que la inseguridad ciudadana es política de estado para inmovilizar a la población por la vía del miedo a ser víctimas de unos victimarios entre los que se confunden los malos con quienes deberían ser los buenos. Más temprano que tarde Hugo Chávez tendrá que responder por la politización del hampa, usada para suspender de hecho las garantías constitucionales de los ciudadanos.

Lo del pasado viernes marca el final de la farsa. Se acabó la democracia en Venezuela. La vida en libertad es cosa del pasado. Ahora es la dictadura, de paso, comunista. Desaparece igualmente la República de Venezuela, la democrática, la federal, la descentralizada, la integrada por estados y municipios autónomos que tienen fueros, derechos y competencias claramente establecidas en la Constitución Nacional. Principios fundamentales como la subordinación de las fuerzas armadas al poder civil o el equilibrio y la separación entre las distintas ramas del poder público, se entierran con la República que desaparece. El carácter electivo, plural y alternativo de los funcionarios es objeto de burla por parte del Presidente y los derechos humanos básicos son desconocidos y atropellados sistemáticamente.

Imposible derrotarlo sin tener clara la verdadera naturaleza del régimen. Es una dictadura militar ideologizada que impone un socialismo a la cubana que la mayoría rechaza. La estrategia debe estar dirigida a ponerle punto final en el menor tiempo posible. Para implementarla hay que cerrar filas en defensa de la persona humana, del individuo frente al estado y frente a la misma comunidad. Para poner de pie a la nación hay que motivar suficientemente a quienes la integran, es decir, a la gente de carne y hueso, al ciudadano de la humanidad común que espera directrices en la dirección señalada. Nadie hará por nosotros lo que cada uno tiene la obligación de hacer. Defender lo suyo, la familia, los bienes, sus derechos básicos. Todos juntos defendamos lo nuestro, la patria y esta República democrática que tiene que ser restaurada sobre bases distintas y mejores que las actuales. Muy poco del pasado y nada del presente es la consigna.

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