29/9/09

El disenso, el veto y la censura en la revolución bolivariana (tomado de aporrea)

Por: Edgar Perdomo Arzola
Fecha de publicación: 27/09/09

“Nadie puede censurar o condenar a otro, porque nadie conoce
perfectamente al otro”.
Thomas Brrown…


Una revolución al menos, en la teoría es una construcción permanente
del disenso, la crítica y la autocrítica.

Para los compatriotas, que piensen u opinen distinto, y tengan la
oportunidad de expresarse por algún medio. Es muy raro que no se les
acuse de corruptos, o de contrarrevolucionar ios, o de estar del lado
de la oligarquía pitiyanki. La democracia bolivariana, según el
mandato constitucional de la CRBV es muy clara, al establecer la
posibilidad de la diversidad de pensamientos y no las imposiciones, a
través de subterfugios y diversas triquiñuelas, a sea la especie de
“pensamiento único”.

Una revolución no es para favorecer el culto a la personalidad. O, en
otras palabras, la creación aberrante y vulgar de una suerte de
Mesías, o de redentores a ultranza, de algunos que ven en los otros,
algo distinto, a un enemigo, porque sencillamente no piensan como
ellos. Todas las loas deben ser para los ungidos. Todo el incienso.
Todo el poder supremo.

No es muy extraño que en los medios de comunicación aparezcan
entrevistas a “dirigentes”, que dejan mucho que desear. A lo mejor
dirán, es que no abundan los ideólogos del socialismo. Siempre
aparecen, con un amplio despliegue publicitario haciendo siempre
anuncios fútiles; alcaldes, gobernadores, diputados etc. que pueden
que sean muy atractivas por lo terrenal, pero que ya se sabe tienen
sus dosis de mentiras. Esto es inherente a esas actividades cotidianas
de la “política”, digo que es muy raro ver militantes rasos en la
prensa opinando.

Hay varios asuntos expuestos en la revolución bolivariana que invitan
a la reflexión. Uno es cuando se plantea el asunto de las
“expropiaciones o recuperaciones” , se ve el diálogo como una
posibilidad de imponer, no de negociar Y es ahí cuando, las
estrategias que traza el poder estalinista son, precisamente, para
confiscar. Para que todo siga igual. Que no hay otra alternativa
distinta porque solo el poder estalinista tiene la razón.

Otra intolerancia muy visible es la del disenso, de lograr encontrar
muchos asuntos comunes en la diversidad. Y en Venezuela esto esta
poniéndose muy extraño, porque se ha establecido una línea que solo
acepta una posición, la del partido, que es la “inteligencia
superior”, la cual hay que obedecer y no cuestionar. Es la verdad, el
camino, lo que todo lo decide y por eso hay que blindarlo sin chillar.

La burocracia que dirige el país, sólo atienden a quienes se pliegan a
sus caprichos interiores. Lo más terrible es que ya se considera el
disenso como un delito. Y esto último es lo que algunos eunucos
políticos quieren imponer: solo es posible una corriente. Lo demás, es
atentar contra la revolución, o sea una herejía socialista. Así lo ven
algunos jaletis y aduladores, aquellos que viven para sostener y
agitar el incensario, pero también para apuntalar el discurso de la
intolerancia y el irrespeto por los que nadan en contracorriente. Ya
no es raro, que en la mayoría de los medios de comunicación oficial y
alternativa aparezcan las guillotinas del veto y la censura,
promoviéndose el dejar en la oscuridad a aquellas voces
incómodas,odiosas, críticas y autocríticas.

Nunca falta el gran adulador que sostenga que a los “líderes” no se
les pueda criticar, porque eso sería ir en contra de la revolución.

Desde hace rato se viene montando desde lo alto del poder un entramado
de la intolerancia, a la vez, tratando de exaltar lo acrítico, lo que
no ofenda a los grandes cacaos, porque son inefables, puros,
inmaculados, y sin ellos no hay revolución posible. Es el reino de lo
dogmático. Porque, según sus “salas situacionales” algunos columnistas
que critican al gobierno solo vomitan el puro veneno conceptual.

Por lo que estamos viendo, estamos muy lejos de la construcción de un
estado social, de justicia, de derecho y de disenso. Y es obvio: Esto
pondría en peligro muchas cosas, sobre todo la lucha contra la
corrupción, el burocratismo, la ineficiencia y el perverso
jalabolismo.

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