Democracias del Sur bajo amenaza
Por UnoAmérica
Entrevistas
“Yo no soy un buen analista porque no soy objetivo”, dijo Peña Esclusa, y se definió como un individuo que está decidido a enfrentar a quienes, asegura él, son una mafia política y están en el gobierno venezolano. Lo hará con una actitud frontal, comprometida, parcializada y subjetiva. Es opositor declarado del gobierno de Chávez y acusa de cómplices a quienes, sin apoyarlo, no se desvinculan de él.
Lunes, 26 de Octubre de 2009
Entrevista a Alejandro Peña Esclusa
Víctor Álvarez R
“Yo no soy un buen analista porque no soy objetivo”, dijo Peña Esclusa, y se definió como un individuo que está decidido a enfrentar a quienes, asegura él, son una mafia política y están en el gobierno venezolano. Lo hará con una actitud frontal, comprometida, parcializada y subjetiva. Es opositor declarado del gobierno de Chávez y acusa de cómplices a quienes, sin apoyarlo, no se desvinculan de él. Es venezolano, ingeniero mecánico, con estudios superiores en Administració n Financiera y en Seguridad y Defensa. Ha escrito cinco libros, algunos de ellos publicados en inglés y portugués. Fue asesor del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Venezuela (CONASEDE). Periodista corresponsal del diario argentino La Nueva Provincia. Hoy en día preside la organización UnoAmérica.
¿Qué es UnoAmérica?
—La Unión de Organizaciones Democráticas de América, UnoAmérica, es una confederación de ONGs latinoamericanas, creada en diciembre de 2008, en la ciudad de Bogotá.
¿Cuál es su objetivo?
Tal como explica su declaración fundacional, el fin de UnoAmérica es proporcionar a los grupos democráticos de la región un mecanismo de intercambio de información y apoyo mutuo, que les permita enfrentar juntos el avance del comunismo, particularmente la versión más radicalizada del mismo, incrustada dentro del denominado Foro de Sao Paulo.
¿Cuál es su trayectoria en la política antes de UnoAmérica?
—Hasta los treinta años me dediqué a la actividad empresarial, y debo decir que con mucho éxito, pero es cierto que las condiciones económicas permitían ser exitoso, con el dólar a cuatro bolívares. Fui propietario de empresas, me fue muy bien. Pero después de la primera devaluación, comprendí que Venezuela iba a pasar por una crisis muy profunda, y pensé que de nada me servía ganar dinero si las mismas bases del país eran frágiles, ¿cómo se desarrolla uno personalmente si el país no lo permite? Entonces decidí dedicarme a la actividad política, en la que encontré mi verdadera vocación.
¿Qué papel tiene el periodismo en los movimientos políticos?, ¿qué opinión le merece el ejercicio de ese oficio en estos tiempos?
—Yo tengo una teoría: latinoamérica está dividida artificialmente, y creo que nuestros países son realmente provincias de una misma nación que podrían ser los Estados Unidos del Sur, y nosotros no nos desarrollaremos como pueblo hasta que no logremos algún tipo de confederación con los países hispano hablantes. Desde esa perspectiva, es imposible conocer y entender la historia y el acontecer de las realidades nacionales sin tener una visión continental. ¿Por qué?, porque los vasos comunicantes entre nuestros países son muy amplios, y una vez que ocurre un evento político en algún lugar, tiende a expandirse y a convertirse en corrientes hacia el resto. Estoy convencido de que para ser un buen político, un buen periodista, debes conocer hasta el último detalle del entorno que rodea tu país. Es una tendencia muy positiva, porque en efecto el periodismo iberoamericano se está haciendo más internacional.
¿De dónde surge esa inquietud por la internacionalidad de la política?
—Es por una necesidad. La de enfrentar las amenazas a la democracia y a la libertad y difundir ese problema para que busquemos soluciones juntos. Esa amenaza es continental y tenemos por ejemplos los proyectos totalitarios de Ortega, de Morales y de Chávez, quienes cooperan, y tienen una misma fuente, que es el foro de Sao Paulo. Como la amenaza es continental, es necesaria una respuesta con la misma amplitud.
Al ser interrogado por los asuntos más relevantes de la política regional en la actualidad, el activista político señaló el caso de Nicaragua. Se refirió a la interpretació n que hicieron algunos miembros del magisterio nicaraguense desestimando el artículo constitucional que prohíbe la reeleción presidencial continua. A juicio de Esclusa, lo que hicieron los jueces sandinistas no es competencia de la corte, porque, se preguntó él, ¿con qué justificación legal se obedecen o se desechan partes de la constitución? El entrevistado calificó la acción como un golpe de Estado constitucional.
¿Qué se está haciendo al respecto en Nicaragua?
—Mucho. Ha ocurrido algo muy importante: sectores de la oposición que estaban separados, se han unido. Incluso, el titular del diario La Prensa de Nicaragua reza así: “Unidad total contra la dictadura de Ortega”, e informa de un acuerdo de cuatro bancadas parlamentarias, que incluye al Movimiento Renovador Sandinista. A eso se sumaron cúpulas muy importantes, que serían las patronales nicaraguenses. Además de todo esto, decidieron líneas de acción, las cuales se centran en la resistencia parlamentaria.
¿UnoAmérica está atendiendo ese conflicto?
—Difundimos el atropello y velamos porque se le de la importancia que tiene. El caso de Nicaragua se relaciona mucho con el de Honduras. Toda la fuerza del ALBA estaba dirigida al caso Zelaya, pero ahora se les ha abierto un segundo frente. Honduras está perdida para ellos, porque incluso hay países que están dispuestos a reconocer los resultados de las elecciones, así que ahora los amigos de Chávez reaccionan en consecuencia.
Para Esclusa, el hecho de que Daniel Ortega haga su reinterpretació n constitucional fue un acto de desesperación por parte del ALBA, bajo el pensamiento de que si Zelaya no pudo, Ortega sí podrá. El ALBA está buscando estos mecanismos para crear precedentes porque temen que el escenario de Honduras se repita en otros países. “Los gobiernos del ALBA tienen una ventana de tiempo que se les va a cerrar, y necesitan una masa crítica continental para avanzar en sus planes”, afirmó, y continuó dando certeza de que un Chávez forzado por las circunstancias y por el tiempo, y con el objetivo de asegurar apoyos políticos, obligó a Zelaya a cometer a un grave error.
¿Cómo tiene la seguridad de que Chávez es el operador en estos asuntos?
—Eso se puede englobar en mi hipótesis: la complicidad de todos los miembros del Foro de Sao Paulo para llegar a acuerdos y alcanzar objetivos estratégicos para que sus miembros mantengan el poder. El operador más radical del foro es Chávez, Lula es la visagra, quién dirige planes más viables. En pocas palabras, y por deducción lógica, entendemos que ese grupo funciona dándose apoyos mutuos con la meta simple de acumular más y más poder, y eso resulta en un socavamiento de la democracia.
¿Y, definitivamente, qué necesita la región para hacer frente a esta amenza?
—Hace falta una nueva corriente política en el continente que resuelva nuestra gran contradicción: ser la región más rica del planeta y tener un cincuenta por ciento de pobres, y mientras eso sea así, estaremos frágiles ante intentos dictatoriales.
v.alvarez760@ gmail.com
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