24/10/09

"La democracia autoritaria usa a los pobres como rehenes"

"Cuando existe una voz social, más una voz parlamentaria que dice esto no va, así no sea mayoría, se pueden obtener victorias"
La diputada argentina Patricia Bullrich (del partido opositor Coalición Cívica) califica como "estalinista" el modelo comunicacional de las llamadas "democracias autoritarias" de Latinoamérica. En Caracas -donde participó en un foro sobre Libertad de Expresión-, destacó el peligro que representa el abstencionismo parlamentario.

-¿Qué similitudes encuentra entre el proceso de control de información gubernamental en Argentina y Venezuela?

-Nuestras constituciones establecen la libertad de prensa y de expresión como un derecho de los ciudadanos y no como un derecho del estado. Se ha realizado una inversión en la pirámide constitucional y de principios con el concepto chavista, llevado adelante por el kirchnerismo, que indica que la comunicación debe ser un proceso manejado desde el estado donde la voz oficial tiene que ser la predominante. -¿Cómo inicia el proceso? -Se seleccionan cuales son los medios amigos y los medios enemigos. A los enemigos los rodean, los acosan, los quieren deslegitimar frente a la sociedad y de esta manera empiezan a plantear la necesidad de una comunicación estatal. Luego, a partir de los recursos del Estado y la publicidad oficial, generan un nuevo espacio de medios que son los paraestatales, aquellos que financiados con dinero oficial comienzan a ser repetidores de esa voz. En consecuencia, la similitud del proceso con Venezuela, que está mucho más radicalizado que en Argentina, es la lógica de la comunicación como poder estatal, para que se oiga la voz de los gobernantes y no la de los gobernados. -¿El control de la información garantiza una plena adhesión de la sociedad? -Ese es un modelo estalinista. Es como si las cabezas de las personas se pudieran moldear a una razón oficial, pero al revés, considero que generan más oposición, porque en el fondo esconde la idea del menosprecio al ciudadano, al creer que si a este se le construye lo que tiene que pensar, el ciudadano va a pensar así. -¿Cómo funciona el proceso de control comunicacional en Argentina? -El gobierno argentino desde el primer día comenzó con una visión autoritaria de la comunicación. El año pasado, cuando hubo un intento de tributación sobre la soja de 60%, la gente empezó a reaccionar y los medios de comunicación mostraron esa protesta. El Gobierno terminó con una derrota legislativa muy fuerte y logramos que ese tributo no se votara. El Gobierno dijo, "ahora voy por la venganza contra los medios", pensando que habían sido los medios los responsables y no entendiendo que su intento de llevar adelante un impuesto brutal era la causa. Adelantaron las elecciones parlamentarias y las ganamos, pero no han asumido los nuevos diputados, mientras tanto, votaron una ley que va en contra de determinados medios, pero eso les va a durar poco. -Los sectores democráticos no deberían dejar entonces espacios vacíos... -El abstencionismo parlamentario es muy peligroso, porque si bien en Argentina recién vamos a tener mayoría opositora el 10 de diciembre, la conjunción entre los bloques opositores, más las reivindicaciones sociales sin ser mayoría, nos permitieron convertir algunos temas en temas de mayorías. Es decir, que cuando existe una voz social, más una voz parlamentaria que dice esto no va, se puede obtener una victoria aún sin tener mayoría. Ahora vamos a tener mayoría, así que vamos a poder recuperar parte de esos retrocesos sociales e institucionales que la Argentina tuvo con este "chavecito". -¿Cómo detener la expansión de este modelo? - Así como en la década del 90 hubo una ola neoliberal o en el 70 una ola de movimientos guerrilleros, ahora hay una ola de un populismo autoritario. No se puede pensar que esto sucede en un sólo lugar. Hoy el chavismo en una exportador de un modelo político. Creemos que hay que unificar personas, partidos políticos, reunirnos y hacer redes para impedir que América Latina sufra un retroceso democrático por vías "revolucionarias". -¿El dilema del modelo que se quiere expandir, es un clásico asunto de izquierdas y derechas? -Unas de las características de este modelo es que quiere colocarse en concepto de izquierda o centroizquierda. Pero, en primer lugar no tiene nada que ver con las centroizquierdas democráticas existentes en el continente, en segundo lugar, lo que produce el modelo autocrático y autoritario es que la división real no se da entre izquierda y derecha, porque son modelos que pueden ser de izquierdas y derechas al mismo momento y tomar medidas absolutamente contradictorias, porque el objetivo es el manejo del poder. La lógica es la construcción de un poder endógeno, que se reproduzca así mismo, en consecuencia, la contradicción es entre autoritarismo o democracias autoritarias o democracias participativas y en esta contradicción, los que pertenecemos al mundo de las democracias participativas, abiertas plurales, precisamos unirnos y si nos dividimos por la ideología de izquierda o derecha, lo que hacemos es darle lugar a estas democracias autoritarias. -¿Cómo contraponerse al discurso de estos gobiernos autoritarios que toman las banderas de los desposeídos? -En primer lugar viendo los resultados. La posibilidad de que las personas progresen no está en estos regímenes. Pueden circunstancialmente, cuando tienen un poco de dinero, hacer una repartición de ese dinero, pero con una condición: que las personas no ganen su autonomía personal, que estén presas de ese régimen. La diferencia es que en las democracias pluralistas se construyen derechos de los ciudadanos que el Estado no puede quitar. En Europa hay gobiernos de derecha, como el francés o de izquierda, como el español, que lo que hacen es construir derechos, mientras las democracias autoritarias tienen a los pobres como rehenes. En Argentina ya los pobres abandonaron al matrimonio Kirchner y se dieron cuenta de que los estaban usando. Por eso perdieron por 70%, se dieron cuenta de que el país creció 9% y ellos no, que los funcionarios del Gobierno progresan pero ellos no. Yo creo que lo mismo va pasar en Venezuela.

Reyes Theis
EL UNIVERSAL

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