9/5/10

Venezuela es Noticia

Elides J. Rojas: El desmadre de la economía revolucionaria


El Bolívar Fuerte (como el peso cubano) el invento de Chávez para disimular el comienzo del desmadre, ya vale menos de la mitad que cuando fue creado. Como en Cuba, esos billetes si acaso valen aquí.

La inflación, el aumento de precios, la desaparición cíclica de productos, la especulación, la quiebra del sector productivo, la política de persecución y cárcel, las invasiones y tomas del campo, las amenazas, las visitas de organismos administrativos acompañados de Guardias Nacionales, la falta de dólares, la caída en la producción nacional de todos los renglones agrícolas, la ineficiencia de los funcionarios propios, el robo de la asesoría cubana, los productivos negocios ilícitos que dejan aquí y afuera las políticas de importación. Por ahí va la cosa.


No es el imperio, no es la conspiración del capitalismo mundial, no son los cuarenta años podridos, no es que Chávez no sabía, no es que al submarino de Giordani se le abrió otro hueco, no es que la crisis mundial provocó una invasión de coquitos, no es que falló el blindaje chino que anunció micomandantepresidente.

La verdad es que el país está en pleno desmadre económico. Y lo que falta. La cubanización, las líneas de de Castro, la absoluta irresponsabilidad del liderazgo militarcomunista, la botadera de real y la jaladora de mecate que impide ver la realidad (como si eso sirviera para algo), comienza a hacer efecto letal sobre los que Chávez llama “la mayor suma de felicidad posible”.

Pero aquí hay dos mundos. Uno real y duro que se concreta en la quiebra general que está viviendo Venezuela, apenas mantenido por el chorrito de petróleo y los millones que diariamente mandan desde el imperio; y otra imaginario y embustero, que se vive en las pantallas de VTV, las cadenas, los discursos del líder intergaláctico y la red de medios que mantiene el gobierno.

Según Elías Jaua, al menos, no hay crisis de carne. Lo que hay es unos carniceros ladrones y unos productores del campo especuladores. Santo remedio, pero importaremos toda la carne necesaria para alimentar al pueblo. Claro que con los dólares del petróleo. Es que no hay más. Tampoco hay mucho.

Dijo Chávez en una de sus largos monólogos, entre cobas y chistes malos y viejos, que creará una corporación para manejar todas las importaciones y todas las exportaciones para facilitar el control de las operaciones. La tiene fácil. Se exporta petróleo y se importará todo los demás. Una corporación como esa, seguramente administrada con la intermediación de La Habana, que no pela un negociado ni una comisión, no hace falta si se toma en cuenta que la economía venezolana ya es como la cubana. No produce nada y todo lo que necesita lo importa. La única diferencia es el petróleo, sino fuera así hace rato que estaríamos a las 10 de la mañana, como ocurre en Cuba, sentados en las aceras bebiendo ron destilado en casa, a la espera de la tarjeta de racionamiento y de alguno que otro turista que nos regale los zapatos o sus pañuelos antes de abandonar la isla de la felicidad.

Patria, socialismo o muerte. Y lo peor es que vamos en esa dirección. Gracias, Fidel.
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Dos notas de importancia reflejan por dónde andamos. Una información oficial del BCV es rebatida por uno de estos ministros improvisados, a punta de manipulación y politización. Eso, lamentablemente, no mata la cubanizada realidad.

Nota 1. Las estadísticas del Banco Central indican que la inflación registra en abril un salto de 5,2%, que constituye el mayor incremento desde diciembre de 2007 y determina que en los primeros cuatro meses del año los precios acumulen un salto de 11,3%, que supera con creces el avance de 6,7% obtenido en el mismo lapso de 2009.

La población siente con especial intensidad el aumento de precios en los alimentos, variable que impacta de manera determinante la calidad de vida de los más humildes y merma velozmente el poder de compra del salario.

Solo en abril el precio de los productos agrícolas se dispara 28,3%, para acumular un incremento de 35,7% en cuatro meses que obliga a las familias a disminuir el consumo de rubros básicos.

En promedio, y a escala nacional, los alimentos aumentan 11,1% en abril y en lo que va de año 17,8% mientras que las bebidas no alcohólicas se incrementan 11,5%.

Nota 2. El ministro de Alimentación, Félix Osorio, aseguró que si la carne a precios regulados no aparece en el mercado la próxima semana tomarán las medidas que sean necesarias.

Dijo que “la carne debe volver al precio regulado. El Gobierno bolivariano está evaluando el tema de la estructura de costos y se hará el ajuste en el momento indicado”.

Amenazó a los especuladores a aplicarles todo el peso de las leyes. La información la dio a conocer ayer luego de reunirse con todos los actores de la cadena cárnica.

El funcionario aseguró que no hay escasez de carne y que existe una disponibilidad de 35.000 toneladas para distribuir.

Osorio destacó que durante la reunión con los representantes de la cadena de comercialización de la carne se abordó el tema de los precios. Insistió en que el tema está pendiente, pero que el Ejecutivo nacional no ajustará precios por la presión de los empresarios.

Señaló que este gobierno no va avanzar en chantajes. Si hay chantajes, estaremos en trinchera de guerra”, destacó el ministro de Alimentación.

Agregó que el supuesto desabastecimiento de la carne forma parte de una campaña con miras a las elecciones parlamentarias del próximo 26 de septiembre.

“Como este es un año electoral siempre se crean matrices buscando crear el desabastecimiento. Luego el venezolano dice: ‘mira, no me alcanzó la quincena’ ¡Claro! No le alcanzó la quincena porque llenó la despensa de alimentos”, dijo.



Eleonora Bruzual: A Chávez le sirve Twitter
Tiene una tropa de cubanos redactando tweets y distrayéndonos con eso

Tengo años formándome en lo que fueron “nuevas tecnologías” y conociendo su alcance y fuerza. Cuando la mayoría no tenía ni siquiera un e-mail, yo sacaba mi primer Portal Web.


Después mucho más aprendí y mucho más logré en estos senderos que gracias a Dios se han hecho masivos. Hoy hay una fiebre con el Twitter y realmente, como el Eclesiastés, me atrevo a decir que no es nada nuevo, lo que sí, que es evolutivo, mejor y más popular. Les cuento que algo similar ya existía hace 15 años. Más limitado, más críptico pero existía. Tiempos donde America Online tenía 1 millón de suscriptores, Prodigy 1.5 millones y de líder Compuserve con 2 millones. Existían los Foros y la gente se comunicaba, colocaba mensajes, discutía. Eran Redes Sociales también.

Con el auge de Internet, con la “Democratización” de su uso, millones de personas han “Aprendido” formas de comunicación que sirven por igual para la banalidad como para lo trascendente. Cuando sabemos que Facebook superó la barrera de los 300 millones de usuarios registrados y Twitter se despegó ya de los 75 millones que tenía a finales de 2009, entendemos que en países donde sus pueblos son menos banales que los venezolanos, los tiranos tratan de bloquearlo, pero como aquí somos “Chéveres”, el nuestro sacó su cuenta y tiene una tropa de cubanos redactando tweets y distrayéndonos igualmente con eso.

Y ¿por qué también en esto están los cubanos? Pues porque esos tiranos y sus esbirros, con más de 51 años en el Poder han aprendido a “Torear” disidencia, resistencia, peligros… Y el más grande ahora, es que Chávez salga de Miraflores. Por ello, el cuentito de los “Pelotones” de twitteros rojos, invadiendo la Red comandados por el militarote presidente. Pero más grave: las multitudes de opositores venezolanos se sienten como los twitteros de Birmania, los de Irán y no es así. Los que reportan combates, heroísmo, ponen a temblar a los tiranos, nosotros le hacemos el juego.

El Universal



La columna de Rafael Poleo 07 de mayo de 2010

El fracaso en Chávez

El fracaso y el éxito son valores subjetivos y cambiantes. Tienen significado distinto de uno a otro individuo, y en el mismo individuo cambian en el curso de su vida.


En lo individual influyen factores endógenos, como la bioquímica que a unos hace optimistas y a otros pesimistas –una pastillita de vitamina B y una mujer amorosa pueden impedir un suicidio.

También exógenos, como las vivencias en la infancia y el acomodo al ambiente social –“El niño es el padre del hombre”, decía Jean Piaget y lo ratifica la experiencia.

Por otra parte, sentirse exitoso o fracasado responde a cánones distintos en distintas etapas de la existencia. En la adolescencia todo puede consistir en que nos corresponda la muchacha que nos gusta o nos luzcamos en un partido de fútbol. En la juventud, encontrar un buen trabajo y ser apreciado por eso. En la madurez, la seguridad económica. En la vejez… Ahí todo cambia. Vividores como Neruda, poeta fácil, de vuelo rasante, a quien los comunistas magnificaron porque elogió las matanzas de Stalin, se aprovechó de todos y así pudo decir “Confieso que he vivido”. Un cargador de bultos en el puerto de Nápoles tiene una expresión parecida para decir lo mismo: “O mangiato” (“Yo he comido”). Si se lo combina con el “Que mene frega” (“A mí qué me importa”) de la misma procedencia, habremos resumido la filosofía nerudiana frente al éxito y el fracaso.

Neruda era un heliogábalo que se hacía invitar a donde le dieran de comer y beber. Cumplidos estos dos requisitos, se declaraba exitoso. De los chilenos, a la Mistral le hacía falta más. No se diga a su paisano Nicanor Parra, mi poeta predilecto en la lengua española de su tiempo. Su anti-poesía en el envés de la poesía, la poesía sin uniforme de parada ni etiqueta de tal, la manera más penetrante de hacerla sin pretender hacerla y la poesía tiene que ser así, implícita, y su función la de penetrar en un punto hasta sacarnos… el petróleo del alma.

Si Neruda se consideró exitoso, la Mistral seguramente no lo pudo. Nicanor Parra todavía está vivo, más allá de los noventa. Le supongo precariamente exitoso en cuanto resolvió de un tajo el eterno conflicto edípico. Con un puntapié desesperado y colérico desarmó el misterio de la esfinge: “Todas esas valquirias, / todas esas señoras honorables/ con sus labios mayores y menores/ terminarán sacándome de quicio”.

Sentirse fracasado al final de la vida puede ser tan terrible para un poeta como para un político, asumiendo que poetas y políticos son personajes antiéticos, lo cual no es necesariamente cierto. Tal sensación de antítesis puede venirme de que una vez, a propósito de la Guerra de Las Malvinas, donde “Zeta” bizarramente se resteó por la Argentina (aún no había “El Nuevo País”), Jaime Lusinchi, tipo sensible e incomprendido además de buen presidente que nos redujo la carga de la deuda, me lo reprochó no sé si con rabia o con envidia: “¡Tú no eres político! ¡Tú lo que eres es un poeta!”.

Desde un punto de vista elemental, la vida de un político termina en el fracaso. Puede morir podrido como Juan Vicente Gómez o ver su obra destruida como Rómulo Betancourt, para nombrar los dos colosos venezolanos del Siglo XX. En todo caso, al final es la tristeza. Las sociedades más desarrolladas buscan la manera de compensar ese destino. Churchill, el político más útil y el personaje más extraordinario que Europa tuvo en el Siglo XX, fue repudiado por los ingleses inmediatamente después de haberles salvado de la barbarie. Le consolaron con el Premio Nobel de Literatura, eficaz instrumento político que lo mismo sirve para traer a la derecha a los novelistas de izquierda como – es el caso- para dejar constancia de que el rechazo de un héroe que ya vivió su gesta no es un problema personal, sino que los héroes se tornan vainosos una vez cumplida su misión.

Por cierto que también se puede morir podrido y exitoso, como Richelieu, el hombre que inventó a Francia. El cardenal peridordino entregó su existencia a un solo objetivo: consolidar su gran nación. La fase final de su tarea fue simplemente agónica. Le atormentaba una fístula anal dolorosísima y pestífera –sus ayudantes de todo nivel evitaban acercársele. Algo que hoy se puede prevenir con el uso regular del bidet y una pomada antibiótica. Aún así, aquel sujeto frágil con voluntad de acero tuvo su tiempo de dejar todo “atado y bien atado”, cual se dice de Franco. Como “El Caudillo” a Juan Carlos, para continuar la tarea de Richelieu entrenó a un bel maschio italiano, Mazarino. Éste recibió, como primera instrucción, la de atravesar una vez por semana el pasadizo que unía su palacio con el de la Reina Madre, cuyos matroniles ardores debía apaciguar por el bien de la patria. Tal había hecho el propio Du Plessis, quiero decir Richelieu, con el rey Luis XIII, quien se portó bien, comprendiendo la tarea y dejando que su premier la ejecutara, sólo a condición de que éste le proveyese de donceles adecuados a las elevadas exigencias de Su Alteza Real, por lo demás un palo de hombre.

Los presidentes venezolanos suelen terminar de modo infortunado, a veces atendiendo a lo que de Venezuela dijo Andrés Eloy: “…que el hijo vil se le eterniza adentro/ y el hijo bueno se le muere afuera”. Cipriano Castro murió en el exilio casi veinte años después de que los godos centrales lo embarcaron para poner a Gómez, de quien tampoco se puede decir que tuviera una vejez tranquila con aquellas sondas de caucho utilizadas entonces para drenar la vejiga. López Contreras, maraca de estadista, y el bueno y torpe de Medina, se extinguieron casi en la obscuridad. Dicen que a López lo que más le dolía era ver la degradación de la Guardia Nacional, su opera magna. En cuanto a Medina, fue la degeneración arterial, el abandono y un tratamiento injusto de su memoria. De Pérez Jiménez quise que el presidente Caldera le dejara venir. Convencí a Caldera con el sincero argumento de romper una maldición que ha impedido a venezolanos ilustres morir en la patria. Pérez Jiménez, caprichoso y soberbio como era, no entendió la intención trascendente del gesto y puso pegas que frustraron la proposición.

Leoni, gobernante ejemplar, murió adolorido de un duodeno donde somatizaba las angustias de su espíritu delicado –le vi llorar la ruptura con Luis Beltrán Prieto. Betancourt recibió la merecida bendición de una muerte rápida, sin sufrimiento y sin tiempo para ver la debacle final del país, políticamente civilizado que había dejado construido pero sin fraguar. Luis Herrera tuvo un solo pecado al cual sacrificó todo: la gula, y pagó por ello. Caldera declinó en el Parkinson con la misma altivez con que vivió –dicen que era soberbia. Carlos Andrés está ido de la cabeza y al bueno de Jaime la columna pudo doblegarlo. Éstos dos están pobres y abandonados por los canallas a quienes hicieron riquísimos. A uno debería odiarlo y no lo hago. Después de todo en agosto del año 2000, frente a Cecilia su mujer y Héctor Cedillo su amigo, con quien me mandó a buscar a medianoche, me pidió perdón a la manera como un hombre así es capaz de hacerlo. Al otro le defenderé su obra de gobierno en cualquier escenario y frente a cualquier adversario. Con números en la mano, para convencerlo a él, a Jaime, de que no sé si seré poeta pero cuentas sé sacar.

Pero bueno, el llamado Esteban, ¿cómo se va a morir? ¿Exitoso o fracasado? Con profundo pesar debo decir que, aunque aún tiene tiempo, no sabrá enderezar la parada. Se lo impide su pudor de ignorante. Sólo un sabio es capaz de decir “Me he equivocado”. Por eso insisto en que a un gobernante se le debe exigir un sentido filosófico de la existencia, ese que da sentido de las propias limitaciones y entereza para asumirlas. (Una vez acusé a Caldera de ser un cristiano que no había leído a Marco Aurelio, para entonces mi libro de cabecera. Perdone la boutade, Don Rafa. Allá en el Purgatorio donde debe estar pagan el pecadillo no de soberbia pero sí de orgullo, perdóneme esa vaina).

La equivocación de Hugo, espíritu atormentado si los hay y los hubo, está en su concepto del éxito. Adoptó el criterio de Fidel Castro, asesino serial para quien el éxito consiste en mantenerse en el poder. Si Hugo hubiese tenido alguna iniciación filosófica –a mí me la dio, quizás sin darse cuenta, un comunista insigne, Elio Gómez Grillo, con quien Hugo debería conversar. Y rápido porque al profe la tristeza lo está matando.

Esos maniáticos del poder son la plaga de las Historia. A Hugo hemos de remitirlo a la frase de un político colombiano de cuyo nombre no puedo acordarme: “¿El poder para qué?”. Si no es para crear, el poder no tiene sentido. Gómez dejó un país unido, sin caudillos. López Contreras nos inició como nación organizada, con Ley del Trabajo y Banco Central. Medina dio un ejemplo de tolerancia civilizada. Gallegos, de la integridad y estoicismo de un gobernante que no arruga su investidura. Pérez Jiménez la infraestructura física indispensable al vilipendiado progreso material. Betancourt y Leoni las instituciones de la civilizada convivencia democrática, el ejemplo de absoluta honradez y, con el inevitable Juan Pablo Pérez Alfonzo, esa OPEP sin la cual no seríamos nada. A Carlos Andrés, Luis Herrera y Lusinchi los dejamos para después porque todavía no son Historia.

Y tú, Hugo, ¿qué carajo dejas tú, Hugo? ¿Qué has hecho con un dinero con el cual pudiste haber construido la nación próspera y justa de la cual alguna vez hablamos? ¿No quedamos en que te dolía el sufrimiento de los pobres, que hoy son más pobres? ¿No “ique” la soberanía, que dejas vulnerable porque un país que debe, debe –está obligado-, y hasta PDVSA podemos perder por tu conducta orgiástica de manirroto que con irresponsabilidad de marinero borracho gasta lo que no es suyo?

Ay, Hugo… Si algo querías crear, has fracasado. Si querías a los pobres, has fracasado. Aunque te asustó mi parábola de la colgadura, que no lo pensé física, temo por ti que vivirás lo bastante para purgar tus culpas. No vayas a suicidarte, como por un momento lo pensaste aquel 11 de Abril. No hará falta que te saquen los meados con cánula como a Gómez ni que defeques en una bolsa plástica como Fidel Castro. Bastará con que, sano y consciente, desde un lugar seguro veas la tierra yerma en la cual convertiste a Venezuela. En tu elogio supongo que, llegada la lucidez de los ancianos, eso te hará sufrir.


Mesa de análisis con Román Lozinski 07 de mayo de 2010 (audio)

Plomo Parejo con Iván Ballesteros 07 de mayo de 2010 (audio)

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Aquí, entre tu y yo con Nitu Pérez Osuna 07 de mayo de 2010 (audio)

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Revista ZETA

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