¿Qué moral tienen estos forajidos para acusar a uno de nuestros líderes de ejemplar honestidad, altura, temple y decencia? ¿Qué moral la del psiquiatra enriquecido con las maquinitas de Smartmatic y el fraude contumaz de la voluntad popular? ¿Qué moral la de una alcaldesa de laboratorio, que no representa a nadie más que a quien la hace comer arrodillada, de su mano? ¿Qué la de la señorona de voz destemplada, que ha llenado el antro parlamentario con sus primos, sobrinos, hermanos y amigos?
Pedro Lastra
ND 20 Noviembre, 2010
La canalla al ataque
Dos concubinas ideológicas del tirano vuelven a romper lanzas por su encargo – no conocen otro amo y señor que el teniente coronel – contra uno de nuestros más dignos representantes: Antonio Ledezma. Una, electa a dedo, puesta en el cargo sin otro propósito que burlar la voluntad ciudadana y caerle a saco al presupuesto que le corresponde al Alcalde Metropolitano por derecho propio, garantizado por la Ley y la Constitución, y avalado por casi ochocientos mil electores. La otra, una señorona sin otro oficio que servirle al déspota desde su falsa magistratura, sin el cual llevaría la anodina existencia de la que la sacó el golpismo y la criminalidad política. ¿O nos olvidaremos del tiempo en que asaltaba bancos apara recabarle fondos al golpista mayor?
Ambas, acompañada en la ocasión por el Rey del Fraude, que hiciera carrera política esgrimiendo el certificado de defunción del conspirador y terrorista político que fuera su progenitor, pretenden erigirse ahora en los jueces de la moralidad publica, pretendiendo una misión imposible: desprestigiar la honra y la virtud de un hombre admirable, a cuyos tobillos no alcanzan en su enanismo moral. Y asociados en comandita con el capo de los cuarenta ladrones – no me refiero a Walid Makled, sino a quien le dio el garrote y la patente de corso para convertirse en el Kingpin – el rey pillo, como se conoce a los super capos planetarios del tráfico y comercio de la droga – más buscado por la DEA y otros organismos que luchan contra el narcotráfico, la extorsión, el terrorismo y el secuestro.
Es el cuarteto de la muerte: Hugo Chávez, Cilia Flores, Jacqueline Farías y Jorge Rodríguez, candidatos de excelencia a ocupar el primer banquillo de los acusados por innumerables crímenes de lesa humanidad, traición a la patria, corrupción y enriquecimiento ilícito, cuando regresen la justicia y el orden a Venezuela, el que ha comenzado a gritar la más insólita e indigna de las acusaciones. Le arrebatan a Ledezma el 95% del presupuesto que legítimamente le corresponde, para ver si con ellos levantan una alternativa edilicia de mínima decencia – otra misión imposible -, le hacen imposible la vida de servidor público – el mejor del año, según reconocimiento reciente – y, last but not least, le cierran el camino a Miraflores antes que sea demasiado tarde. Pues según como luce, en un cara a cara de cualquier signo, Ledezma aplastará al felón, ladrón y traidor como a una cucaracha.
Esas y ninguna otra razón son las causas del coro de ladridos de la jauría de bestias al servicio del capataz del ingenio: destilan veneno por sus colmillos a ver si espantan la heroica lucha que libra Ledezma en defensa de la capital y sus ciudadanos. Una lucha reconocida en el mundo entero. Ese mismo mundo que está enterado hasta en sus más mínimos detalles del escándalo del narcotráfico, la corrupción de los altos mandos, la inmoral venta de parlamentarios, ministros, funcionarios y sigüises que han enmascarado su avaricia con las rimbombantes banderas de la revolución para caerle a saco al erario público.
¿Qué moral tienen estos forajidos para acusar a uno de nuestros líderes de mayor honestidad, altura, temple y decencia? ¿Qué moral la del psiquiatra enriquecido con las maquinitas de Smartmatic y el fraude contumaz de la voluntad popular? ¿Qué moral la de una alcaldesa de laboratorio, que no representa a nadie más que a quien la hace comer arrodillada, de su mano? ¿Qué la de la señorona de voz destemplada, que ha llenado el antro parlamentario con sus primos, sobrinos, hermanos y amigos?
Sería un sainete si no revelara la trágica inmundicia en que se hunde este régimen. No podrán con Ledezma. No podrán con Venezuela. Los espera la justicia. La Divina, pero también la humana. Que llegado el momento caiga sobre ellos con todo el peso de la verdad y de la ley.
Pedro Lastra
ND 20 Noviembre, 2010
La canalla al ataque
Dos concubinas ideológicas del tirano vuelven a romper lanzas por su encargo – no conocen otro amo y señor que el teniente coronel – contra uno de nuestros más dignos representantes: Antonio Ledezma. Una, electa a dedo, puesta en el cargo sin otro propósito que burlar la voluntad ciudadana y caerle a saco al presupuesto que le corresponde al Alcalde Metropolitano por derecho propio, garantizado por la Ley y la Constitución, y avalado por casi ochocientos mil electores. La otra, una señorona sin otro oficio que servirle al déspota desde su falsa magistratura, sin el cual llevaría la anodina existencia de la que la sacó el golpismo y la criminalidad política. ¿O nos olvidaremos del tiempo en que asaltaba bancos apara recabarle fondos al golpista mayor?
Ambas, acompañada en la ocasión por el Rey del Fraude, que hiciera carrera política esgrimiendo el certificado de defunción del conspirador y terrorista político que fuera su progenitor, pretenden erigirse ahora en los jueces de la moralidad publica, pretendiendo una misión imposible: desprestigiar la honra y la virtud de un hombre admirable, a cuyos tobillos no alcanzan en su enanismo moral. Y asociados en comandita con el capo de los cuarenta ladrones – no me refiero a Walid Makled, sino a quien le dio el garrote y la patente de corso para convertirse en el Kingpin – el rey pillo, como se conoce a los super capos planetarios del tráfico y comercio de la droga – más buscado por la DEA y otros organismos que luchan contra el narcotráfico, la extorsión, el terrorismo y el secuestro.
Es el cuarteto de la muerte: Hugo Chávez, Cilia Flores, Jacqueline Farías y Jorge Rodríguez, candidatos de excelencia a ocupar el primer banquillo de los acusados por innumerables crímenes de lesa humanidad, traición a la patria, corrupción y enriquecimiento ilícito, cuando regresen la justicia y el orden a Venezuela, el que ha comenzado a gritar la más insólita e indigna de las acusaciones. Le arrebatan a Ledezma el 95% del presupuesto que legítimamente le corresponde, para ver si con ellos levantan una alternativa edilicia de mínima decencia – otra misión imposible -, le hacen imposible la vida de servidor público – el mejor del año, según reconocimiento reciente – y, last but not least, le cierran el camino a Miraflores antes que sea demasiado tarde. Pues según como luce, en un cara a cara de cualquier signo, Ledezma aplastará al felón, ladrón y traidor como a una cucaracha.
Esas y ninguna otra razón son las causas del coro de ladridos de la jauría de bestias al servicio del capataz del ingenio: destilan veneno por sus colmillos a ver si espantan la heroica lucha que libra Ledezma en defensa de la capital y sus ciudadanos. Una lucha reconocida en el mundo entero. Ese mismo mundo que está enterado hasta en sus más mínimos detalles del escándalo del narcotráfico, la corrupción de los altos mandos, la inmoral venta de parlamentarios, ministros, funcionarios y sigüises que han enmascarado su avaricia con las rimbombantes banderas de la revolución para caerle a saco al erario público.
¿Qué moral tienen estos forajidos para acusar a uno de nuestros líderes de mayor honestidad, altura, temple y decencia? ¿Qué moral la del psiquiatra enriquecido con las maquinitas de Smartmatic y el fraude contumaz de la voluntad popular? ¿Qué moral la de una alcaldesa de laboratorio, que no representa a nadie más que a quien la hace comer arrodillada, de su mano? ¿Qué la de la señorona de voz destemplada, que ha llenado el antro parlamentario con sus primos, sobrinos, hermanos y amigos?
Sería un sainete si no revelara la trágica inmundicia en que se hunde este régimen. No podrán con Ledezma. No podrán con Venezuela. Los espera la justicia. La Divina, pero también la humana. Que llegado el momento caiga sobre ellos con todo el peso de la verdad y de la ley.
No hay comentarios:
Publicar un comentario