Pareciera que sí fueron suficientes doce años para acabar con ella, casi todos sus estamentos están tomados por el hampa, no hay libertad para nada aunque se preconice una “revolución” con una “democracia protagónica”. El pueblo continúa sumido en la pobreza, sus riquezas fueron succionadas y desaparecieron sin que los venezolanos sepan su destino. Las empresas señeras van declinando en muerte lenta, las del Estado son un fiasco y el “hecho en Venezuela” ya no existe. Las buenas costumbres fueron a parar al hoyo de una sentina, así como es práctica actualmente de los parroquianos orinarse en las calles. Entretanto nos castiga el hampa cotidianamente, no hay rincón de este país donde se halle seguridad. Quizá sólo sea un privilegio para los jerarcas del régimen.
La expiración es la huella deletérea que imprime esta “revolución” para que los venezolanos permanezcan enclaustrados en sus hogares. Un país de hampones, posiblemente hayamos llegado a serlo en estos doce años sin ninguna precedencia ya sea historial, no hay un antes para esta tragedia. Ni siquiera la propia “revolución” puede justificar su incapacidad, nadie cree tampoco en los exorcismos del imperio, sino en la incapacidad inherente a un cenáculo que se apoderó de la nación, y a dentelladas se aferra a sus poderes, a sus glorias y a su propia extinción. Sí, hay una oposición, y una disidencia que pocos saben ejercerla, ni los caminos abiertos ni los intrincados han podido transitarlos. Complacientemente viven en un país en el cual ya no se puede vivir, ni siquiera abstraído en el turismo de los pobres la TV por cable o satelital. Ladilla ser venezolano con estos aconteceres.
En días pasados veíamos un reportaje desde Perú, uno de los lugares donde fueron a parar muchos compatriotas cansados de lo ominoso y apretado que es la vida en Venezuela. Fuimos sorprendidos cuando observamos no se trataba de gente “connotada” o asilados, eran paisanos que se vieron obligados a emigrar buscando mejores horizontes, seguridad y libertad y parecieran haberla conseguido en esa tierra cercana y articulada a nuestra independencia y tradiciones. No sabíamos de ese destino seguro, sino lo concebíamos como un escape para los perseguidos. Pero las cosas han cambiado, cualquier sitio parece mejor para habitar que Venezuela, a menos que la desdicha nos aventara a Libia, a Cuba u otro país socio extraviado de los vernáculos revolucionarios. Venezuela al presente está ubicada en las interioridades del Medio Oriente, o somos pro rusos, o pro chinos o faquires por la desgracia, también concurrimos como socios de lo peorcillo del orbe, y si le requisaran los bolsillos a los revolucionarios nuestros, seguramente les sacarán más que una efigie de Gadafi. Qué tiempos aquellos en que los venezolanos imitaban a los ricos de los países ricos, cuando decían en Miami está barato dame dos, y no la vergüenza existente de ser unos parias del mundo. Hoy en día somos antiyanquis, o mejor dicho serán ellos, y son esclavos ominosos de los hermanos Castro y cuanto bicho de uñas transgreda la leyes universales de la convivencia.
Seguimos en Venezuela y escribimos, a veces, como si estuviéramos en plena democracia y perteneciéramos a una oposición funcional, pero no es así, aquí cada uno garrapateamos por nuestra cuenta y riesgo, y el G2 cubano debe saber quiénes son los que conspiran más allá de usar la pluma o la computadora para hablar pendejadas. Eso no quiere decir que somos partidarios de las proclamas de guerra a muerte emitidas por el Internet, simplemente somos escribientes, aficionados en dar nuestra opinión, tal vez aunque no nos la pidan, es lo único que nos queda a los venezolanos que todavía poseemos un “alma libre” como decía la canción que popularizó Benny Moré en los años cincuenta, cuando Cuba era “el burdel de América” pero también era una industriosa nación libre, sin que los Castro y sus secuaces la tiranizaran. Había de todo, cabaret, burdeles, caña y azúcar como monte, mujeres bonitas y buenas, y florecía una economía que muchos no recuerdan viendo el martirio de cincuenta años y piensan que Cuba era peor que eso. Así pasará con Venezuela y llegaremos a creer que “Venezuela es otra” y fueron los camaradas quienes la arreglaron. Ah miseria humana la que nos acogota. Ni pa’tras ni pa’lante para coger impulso. A malhaya la suerte mía.
@falar04
http://2001.com.ve/articulo_opinion.asp?registro=5739
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