4/6/11
Las FARC y el futuro de Venezuela
Las espeluznantes revelaciones provenientes de los discos duros incautados al capo de la narcoguerrilla, Raúl Reyes, deben ser cuidadosamente analizadas, pues tienen repercusiones no solo sobre lo que ha hecho nuestro gobierno sino sobre lo que muy probablemente haga luego del 2012.
Los datos dan testimonio de que el venezolano es un gobierno afín y admirador del narcoterrorismo. Un régimen que, además de la pseudo-ideología, compartía logística, municiones, áreas de protección, asesorías mutuas, entrenamiento y dinero, mucho dinero, proveniente de los impuestos de los venezolanos. Hay en la política de Estado dirigida por Chávez implicaciones de la más diversa índole, que van desde el peculado hasta crímenes de lesa humanidad. Pero, más allá de las responsabilidades individuales, es necesario analizar las repercusiones que esta alianza tendrá en el futuro del país.
Una de las contraprestaciones de las FARC por los trescientos millones de dólares que le serían otorgados, las zonas de alivio y demás colaboraciones ofrecidas y en efecto dadas por el presidente de Venezuela, era el entrenamiento a milicianos, civiles y al propio ejército venezolano por parte de las FARC, para lo cual los narcoterroristas enviaron personal a nuestro país y Freddy Bernal envió gente a los campos terroristas. Con ello se apuntala el "argumento" esgrimido constantemente por Chávez: "la revolución está armada". Pero sus batallones no están dirigidos a una quimérica invasión gringa, sino a un objetivo más tangible: a la amenaza que representa "el enemigo interno", categoría que ha alcanzado rango legal y abarcaría a todo aquel que esté en desacuerdo con la "revolución".
La eventual victoria de la unidad democrática en las elecciones de 2012 debe verse a la luz de esta asociación chavismo-FARC y en el contexto de un hombre-gobierno que ha anunciado pública y reiteradamente que si él sale del poder habrá una guerra civil.
Si se toman en cuenta los siguientes factores: 1. Las intenciones continuistas de Chávez; 2. Su coalición con terroristas derrotados en Colombia, ávidos de espacios y dinero donde seguir cultivando sus fechorías; 3. La disposición y entrenamiento de grupos paramilitares armados por el chavismo para defender al Gobierno junto con las milicias; 4. Los miles de millones de dólares que han ingresado al país y que no se sabe dónde están -disculpe el lector el eufemismo-; es necesario concluir que la transición a la democracia estará signada por momentos en que se estimulará la violencia organizada y las taras asociadas a ella -terrorismo, secuestro, abigeato y narcotráfico. Sin duda, -también lo han proclamado abiertamente- el chavismo se organizará para anarquizar el país mediante protestas sociales y financiamiento de sindicatos y otros grupos sociales, en el entendido de que esta situación pondría al próximo gobierno contra la pared y propiciaría el regreso de quienes hoy se saben perdidos.
La unidad democrática solo podrá combatir esta situación de una sola forma: con más democracia. Esto se tendrá que realizar de dos maneras: la reconstrucción institucional del país y una política de reconciliación nacional. La primera estrategia debe necesariamente incluir no solo los poderes públicos sino el rescate de la Fuerza Armada, que deberá ocuparse de combatir el terrorismo mercenario, nacional e importado. Por su parte, la reconciliación debe abrir espacios de participación pacífica y democrática a muchos de los que han apoyado al actual gobierno. Si bien tendrá que hacerse justicia, caer en el juego de la violencia y en el revanchismo será la fórmula segura para abortar el retorno a la democracia y apuntalar la actual dictadura. Será un reto difícil pero no imposible. Cuando el país se reencuentre con la vida en paz, querrá olvidar este irresponsable episodio de nuestra accidentada historia.
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