Violencia y desabastecimiento

En la quiebra del aparato productivo impulsada por el gobierno está el origen de la destrucción del empleo digno (buhonería no es empleo, ni tiene protección social y no es productiva) y la consiguiente contracción del consumo, con el colateral de las tensiones sociales materializadas en violencia callejera y en el hogar

El tema podría parecer manido. No es así. Por afectar a todos cuantos moramos en esta Tierra de Gracia, es menester mantenerlo de puntero en la denuncia. No es permisible el delito más recientemente cometido por el gobierno, eche al desván de los trastos olvidados “industria” de tanta envergadura, cuya producción se contabiliza en cadáveres (la mayoría de jóvenes) que ingresan a las morgues y en infinidad de hogares destrozados.

En la quiebra del aparato productivo impulsada por el gobierno está el origen de la destrucción del empleo digno (buhonería no es empleo, ni tiene protección social y no es productiva) y la consiguiente contracción del consumo, con el colateral de las tensiones sociales materializadas en violencia callejera y en el hogar.

Como es usual en las dictaduras comunistas, la Bolivariana del Siglo XXI desde que atrapó el gobierno, gracias al oportunismo sectores políticos y económicos promotores de la metida de pata colectiva de 1998, incautó los poderes del Estado y estimuló, sin recato, los asaltantes y las pandillas.

Lo más productivo en operaciones de carreteras son las alcabalas móviles. Comandos de asaltantes con vestimenta y armamento de guardia nacional ordenan alto a transportes de alimentos; los inspeccionan y para darles vía libre les cobran peaje. No aceptan efectivo. La tasa es “el 30% de la carga para los almacenes de la revolución”. ¿Cómo saber si son o no guardias nacionales? Vivimos en un país regido por la ley del forajido. ¿Y si lo fueren?...

También actúan turbas que, por las noches, salen de sus madrigueras para interceptar y robar alimentos de los camiones. ¿Son “Los Miserables” redivivos o peones de la delincuencia organizada? ¿Cómo saberlo?

Lo que se sabe y se siente es el desabastecimiento. Anaqueles vacíos con escalada de precios. Se siente el empuje de la inflación. El transportista tiene que cargar el valor del despojo a los productos. Si no lo hace quebraría y no podría surtir a los expendedores, ni aun los del gobierno. ¿Quién paga eso? Pues el consumidor.

El Comandante Bellaco en Jefe, inmerso en su océano de ignorancia, celebraba las tropelías cometidas por las huestes rojas-rojitas comandadas por Lina Ron y otros vándalos que aún infectan el aire con su pútrido aliento. Se le fueron de las manos, porque forajido no hace pacto de sangre con gobierno, aun siendo iguales. Comenzaron a “trabajar por cuenta propia”.

En eso andan frente a un gobierno que entró en barrena y los necesita para lanzarlos a la calle con el conteo del último voto de su derrota. Matar el renacer democrático es su meta. No lo permitamos.